resiliencia, familia, hijos, problemas, enfrentar.
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¡Revivir como el ave Fénix! Cómo lograr que tu familia sea resiliente

Si individualmente tenemos la capacidad de ser resilientes, también es una herramienta que puede desarrollarse familiarmente. ¿Cómo? La directora de la Fundación Ideas para la Infancia, María Paz Badilla, nos da algunos consejos.

Por Maria Paz Badilla Budinich | 2018-04-19 | 11:30
Tags | resiliencia, familia, hijos, problemas, enfrentar.
En esta vida pocas cosas son gratis y el proceso de fomentar la resiliencia requiere de conciencia y esfuerzo, ya que implica el ir forjando a diario nuestros escudos protectores e ir moldeando en conjunto el de nuestros hijos e hijas.
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Es probable que en diversas oportunidades hayamos escuchado hablar de resiliencia, un concepto que desde hace algunos años se ha puesto de moda y se puede encontrar fácilmente en boca de los medios. ¿Por qué es importante entender de qué se trata?

Por más nuevo que parezca, el concepto es antiguo y tiene su origen en la palabra resilio que significa “volver atrás”, “rebotar”, “volver de un salto” o “reanimarse”, y es un aliado cuando se trata de fortalecer a nuestras familias y con esto el ejercicio de la crianza. La vida familiar está llena de desafíos y tarde o temprano nos veremos enfrentados a ellos. Vale la pena saber algo más sobre resiliencia para estar en sintonía y bien preparados para promoverla cuando sea necesario.

¿De qué hablamos cuando hablamos de resiliencia?

Cuenta la historia que aquellos seres humanos que han sido capaces de sobreponerse de buena forma a la adversidad y se han fortalecido de experiencias difíciles, son personas a las que se les llama “resilientes”, que han construido un fuerte escudo protector que les ha permitido resistir, enfrentar y superar los más complejos obstáculos aprendiendo de ellos.

¿Cómo se origina esta capacidad?

No existen seres humanos resilientes por sí mismos, es decir, no venimos con un sistema operativo que traiga o no la aplicación de ser resiliente y que se active de forma automática, sino que la capacidad de sobreponerse a la adversidad, se aprende a partir de otras personas o experiencias que nos sirven de modelo y/o inspiración.

La resiliencia no es una cualidad sólo individual sino también relacional. Es un regalo que se gesta desde relaciones que han sido significativas, como dice el gran Boris Cyrulnik (neurólogo y psiquiatra francés): “La resiliencia se trama en la relación del sujeto, con otro sujeto”.

Puede haber sido un profesor del colegio, amigos de infancia, una vecina, un padre, madre, abuela, hermano o una experiencia conmovedora lo que nos ayudó a activar nuestro escudo protector y usarlo cuando ha sido necesario.

Y así como se habla de personas resilientes, también podemos hablar de familias resilientesy con esto pensar en familias que a pesar de vivir momentos que les puedan estar generando daño, son capaces de usar y gestionar sus recursos familiares para aliviar y sanar sus heridas.

Por ejemplo, cuando nos llega la noticia de la enfermedad de algún ser querido, tomamos la decisión de divorciarnos, vivimos un terremoto o bien la pérdida de algún familiar, son momentos en que la palabra resiliencia cobra relevancia y nos pone la misión de darle un sentido constructivo al dolor que vivimos para transformarlo en oportunidad de crecimiento.

Familias resilientes: ¿Qué las caracteriza?

Muchas familias pueden sufrir situaciones difíciles, sin embargo, no todas son resilientes. Veamos que las caracteriza y cómo podemos reconocerlas:

- Logran darle un sentido a la adversidad, otorgándole a la crisis el significado de oportunidad, y buscando una posibilidad de recuperación y crecimiento. Existe en ellas un deseo genuino por salir adelante, una proyección de un futuro mejor que las mueve a buscar estrategias para salir del problema.

- Centran sus esfuerzos en las soluciones más que ahogarse en el problema que las aqueja, viéndolo como un desafío.

- Son como los tres mosqueteros; enfrentan desafíos honrando la famosa frase “uno para todos y todos para uno”, son familias que frente al problema se unen, se organizan y van en conjunto a superarlo.

- Comparten tiempo juntos; tiempo de ocio, recreación y juego familiar, lo que les permite conocerse mejor, comunicarse más y vincularse afectivamente.

Ok, ¿pero cómo hago que mi familia se vuelva resiliente?

En esta vida pocas cosas son gratis y el proceso de fomentar la resiliencia requiere de conciencia y esfuerzo, ya que implica el ir forjando a diario nuestros escudos protectores e ir moldeando en conjunto el de nuestros hijos e hijas. Aquí algunas ideas para comenzar desde hoy mismo a promover la resiliencia en nuestro grupo familiar:

- Jugar con los hijos: el juego es el mejor aliado en una familia y muchas veces lo dejamos rezagado a la última prioridad, sea porque no tenemos tiempo, nos ponemos a ver el celular o priorizamos hacer las tareas domésticas. Sin embargo, la resiliencia nos dice “nunca dejes de jugar”, este es un espacio en donde exploramos, nos vinculamos y enseñamos a nuestros niños los valores de la vida de la mejor forma que ellos pueden asimilar.

- Darle valor a las experiencias pasadas: nos hace bien pensar en aquellos momentos en que como familia hemos logrado superar algo difícil, o bien adaptarnos a situaciones que no teníamos previstas y que han implicado una crisis. Miremos con nuestros mejores ojos esas experiencias pasadas, ya que son fuente de aprendizaje, el cómo lo hemos hecho antes nos permite saber con qué recursos contamos.

- Aprender a comunicarnos: es importante darse el tiempo diariamente para hablar como familia, contarnos cómo estuvo el día o cómo nos sentimos. Expresar nuestros afectos abiertamente es un ejercicio que nos permite conectarnos desde la empatía. Siempre hay algo que contar y algo que escuchar.

- Practicar la conexión familiar: invitemos a nuestras familias a funcionar como un grupo en donde se privilegie el apoyo y la colaboración, más que la competencia. ¡Entendamos que juntos somos más!

- Ser flexibles: la flexibilidad para adaptarse a diferentes desafíos se entrena, es cómo un músculo; mientras más abiertos estemos a los cambios y menos rígidas sean nuestras expectativas, más capaces seremos de enfrentar los desafíos que nos depara la vida. Hay una frase que dice: “si ya lo intentaste mil veces de la misma forma, busca una nueva”. El mundo no cambiará por nosotros, somos nosotros los que tenemos que movilizarnos.

- Fortalecer nuestras redes: a veces en el día a día se nos olvida quiénes son estas personas que conforman nuestro círculo de hierro, esas que sabemos que a pesar de todo siempre estarán presentes y dispuestas a ayudarnos. Vale la pena hacer memoria y pensar quiénes tienen este rol para nuestra familia, para tenerlos cerca y nutrir esa amistad.

La resiliencia nos enseña a mirar más allá de la dificultad y valorar nuestros recursos, nuestras redes y nuestra capacidad para salir a enfrentar los miedos más profundos. Nos enseña a aprender a mirar la vida considerando siempre las dos caras de una misma moneda, ¡la crisis siempre trae consigo una nueva oportunidad!

¿Consideras que tienes una familia resiliente? ¿Cómo te gustaría desarrollar la resiliencia en tu familia?

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