*Esta nota fue originalmente publicada en 2013.
Magdalena de 3 años está viendo dibujos animados en su casa. Cuando son las 7 de la tarde, su mamá le apaga el televisor y le dice que debe ir a bañarse. Magdalena le dice que no piensa ir a bañarse y vuelve a prender la tele. Su mamá la vuelve a apagar y la manda a bañarse. La niña rompe en llanto, se tira al suelo gritando que no se bañará y que quiere seguir viendo sus monos. Comienza la pataleta. Su mamá tiene diferentes alternativas:
a) Para evitarse el escándalo le da en el gusto y la deja ver más rato su programa y bañarse más tarde. Después comienza nuevamente la pataleta.
b) Ante la negativa de Magdalena, la mamá comienza a ofrecerle todo tipo de sobornos para que le obedezca. Parte ofreciéndole un chocolate, sigue por un tiempo de juego en su celular. Como esto no da resultado, la amenaza diciéndole que va a regalar todos sus juguetes si no se va a bañar de inmediato.
c) La mamá comienza a rogarle a Magdalena: “Por favor mi amorcito vaya a bañarse, no llore más que la mamá está muy cansada y le da mucha pena que usted no le haga caso. Pare de llorar y vamos al agua por favor para que te pongas muy bonita”.
d) La mamá engancha con la pataleta de Magdalena en el ánimo negativo y se descontrola. Se pone a gritar de vuelta: “¡Hasta cuando haces pataletas!¡Eres una mañosa, me tienes aburrida!”.
En todos estos casos el manejo de la situación garantiza que la pataleta vuelva a repetirse en el tiempo en ésta u otra situación similar.
Las pataletas son una intensa reacción conductual y emocional en la que el niño se ve desbordado porque su voluntad se ve frustrada y no puede realizar sus deseos.
Dentro del desarrollo del niño, existe una etapa, entre los 2 y 4 años, donde las pataletas aparecen en forma reiterada ya que coincide con un momento evolutivo donde el menor acaba de descubrir su propio “yo” como diferente al de sus padres y reconoce que sus deseos pueden ser distintos que los de ellos. Quiere que su voluntad se imponga por sobre la de los padres, como una forma de reafirmarse a sí mismo.
La forma en que los padres manejan estas reacciones en un comienzo, son cruciales para determinar su evolución. Como padres también es importante conocer a nuestros hijos y tener presente que los diferentes temperamentos que cada uno tiene los hará más o menos propensos a las pataletas. Hay niños que son más irritables y les cuesta más tolerar la frustración, mientras que otros tienen más capacidad de autorregulación. Por lo que es importante que actuemos reconociendo los escenarios.
En el caso anterior, la mamá de Magdalena en cualquiera de las alternativas de acción propuestas, lo que está haciendo, de uno u otra forma, es reforzar la pataleta:
- Cuando cede ante el deseo de Magdalena, la mamá le está enseñando que las pataletas son un medio eficiente para lograr lo que quiere, por lo tanto la niña aprenderá y repetirá en el futuro esta conducta inadecuada para obtener lo que desea.
- En las otras 3 alternativas, aunque no sigue viendo televisión, Magdalena logra algo mucho más valioso, la atención de su mamá, ya sea rogándole, sobornándola o brindándole atención negativa, que si bien es un reto, finalmente supone tener a su madre pendiente de ella. La atención de los padres es el mejor refuerzo para todo niño. Magdalena lee de esto “con la pataleta no consigo lo que quiero, pero consigo la atención de mi mamá, que bien, buena estrategia”.
Una mejor manera que la mamá de Magdalena tiene para manejar la situación y evitar que la pataleta se consolide como la forma de afrontar situaciones en la que la niña ve frustrado su deseo, es no ceder a su demanda, es decir, no darle permiso para ver más televisión y dejarla que haga la pataleta, ignorándola, es decir, sin darle ni atención positiva ni negativa. Los padres pueden preocuparse mucho al sentir que si la ignoran aumentará la pataleta y se intensificará, sin embargo, hay que tener claro que la pataleta tiene un ciclo natural, llegando a un punto cúlmine y después comienza a disminuir. Esto siempre ocurre, puede demorarse un poco más de lo que los padres quisieran, pero cede.
En el caso de Magdalena, más importante que lograr que ella se bañe y se acueste temprano, es no ceder ante la pataleta, para que ésta no se convierta en un hábito.
Las pataletas son comunes en un período de la vida de los niños y no hay que alarmarse. Lo importante es saber manejar esta situación para que no se instale como un medio efectivo de obtener lo que se desea. Por eso vale la pena invertir paciencia, tiempo y energía hoy, manteniéndose firme e ignorando la pataleta para evitar mañana personas escandalosas.