Porque aunque Chile aún está en deuda con la ciencia, los talentos científicos de nuestro país no se dejan opacar. Por eso, cada año la UNESCO junto con la Fundación L’Oreal, entrega un reconocimiento internacional a dos científicas chilenas (una, estudiante de doctorado, y otra, investigadora de postdoctorado) en las áreas de Ciencias de la Vida, Ciencias de la Materia y Ciencias Matemáticas.
Desde 1998, se realiza este reconocimiento internacional a las mujeres para visibilizar su aporte a la investigación científica. Con el premio Awards for Women in Science han sido reconocidas ya 97 mujeres del mundo, muchas de las cuales pertenecen ahora a las Academias de Ciencia de su país e incluso dos se ganaron luego el Premio Nobel en sus respectivas especialidades. Este premio se entrega desde el 2007 en Chile, y en el jurado participan dos de las ganadoras del premio en su versión internacional, una de las cuales (María Teresa Ruiz) es Premio Nacional de Ciencias.
La ganadora de la categoría estudiantes en la versión 2017, fue Camila Navarrete, que cursa un doctorado en el Instituto de Astrofísica de la PUC y es investigadora en el Instituto Milenio de Astrofísica y en el Centro de Astrofísica de Tecnologías Afines (CATA).
Camila recibiendo su merecido premio. Instituto Milenio de Astrofísica. |
El campo que Camila se ha dedicado es investigar, es algo llamado “arqueología galáctica”. ¿Y qué es eso? Pues resulta que al parecer, aún nadie sabe cómo se formaron realmente las galaxias, y es uno de los grandes misterios de la astrofísica. Entonces se busca encontrar restos de formaciones estelares y protogalaxias, que existieron antes de las galaxias actuales, para poder reconstruir su historia, y poder encontrar las leyes y principios que rigen su formación. En el fondo, es ir poco a poco respondiendo la pregunta: “¿de dónde vino todo?”.
Como nos interesó mucho todo esto, en El Definido hablamos con Camila sobre la vida, el universo y todos esos misterios que lo rodean.
“La arqueología galáctica busca esencialmente entender cómo se formó la Vía Láctea, y encontrar los restos de su formación. No se sabe del todo cómo se forman las galaxias en general. Hay algunas teorías, pero no se tiene una visión concreta de su formación, y la arqueología galáctica busca, entonces, usar la Vía Láctea como un ejemplo para poder reconstruir esta historia”.
“Mi tesis trata sobre la búsqueda de fósiles de la Vía Láctea, visibles desde Chile. Hay muchos ejemplos de ellos, que se han observado en el hemisferio norte, por la cantidad de telescopios y observaciones existentes allá.
Lo que hice fue mapear las formaciones estelares y luego, buscar en grandes áreas del cielo, estrellas agrupadas en el espacio, caracterizarlas, y estudiar si tuvieron un origen común. Si están en una posición determinada, nos indica que son fósiles de galaxias que la Vía Láctea asimiló”.
“El que haya este vacío entre el hemisferio norte y el sur del cielo, aunque hay muchos vestigios... hay mucho en el hemisferio sur que no se sabe. Yo estudie colas de marea y colas estelares, y por ejemplo, me tocó estudiar un corriente estelar ya conocida en el hemisferio norte, pero faltaba ver el trozo que pasa por el hemisferio sur. Acá encontramos que la corriente estelar sigue y se divide en partes que el modelo no predecía que ocurrieran. Lo interesante es que como todo esto no está estudiado, no se sabe lo que se encontrará, y se puede averiguar, por ejemplo, por qué aparece más de una cola estelar, cuando el modelo no lo predice así”.
“Es difícil, sobre todo en astronomía porque hay horarios distintos a los habituales, por ejemplo, hay que ir al observatorio durante las noches. Pero naturalmente, ser madre es una parte de mi vida que me llena mucho, tanto como el doctorado. La sociedad tiene este estereotipo de que la mama sólo debe estar en la casa. A veces se me ha criticado, que vaya a una conferencia… y aunque siempre procuro llevar a mi hija conmigo, a veces no puedo hacerlo”.
“Con premios o instancias donde se visibilice que hay mujeres en ciencia, haciendo aportes sustanciales. En general la participación de las mujeres en ciencias se desalienta desde la educación inicial, las niñas desde pequeñas empiezan a creer que no son capaces de practicar matemáticas o física. Como sociedad las encasillamos en una etiqueta que las desalienta a seguir el camino científico”.
“La ciencia es importante para satisfacer la curiosidad innata de las personas, para entender por qué las cosas son como son, por qué la naturaleza funciona de esta forma. También es importante, porque la ciencia básica es el paso previo a la ciencia aplicada: celulares, computadores, sistemas de iluminación, etc. La necesitamos para entender el mundo y apropiarnos de este conocimiento, incluso para tener mejor calidad y esperanza de vida, si lo vemos desde el punto de vista de las ciencias biológicas”.
“Me parece que la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, es una buena instancia para fomentar la ciencia, para que haya suficientes recursos, para que éstos se mantengan en la ciencia, y además para que la ciencia sea visible para la sociedad, de modo que las personas vean que la ciencia está a su alcance y no se hace sólo entre cuatro paredes. A los jóvenes y a los niños es a quienes se debe incentivar más la ciencia, por ejemplo a través de ferias científicas y otras actividades”.
“Creo que Chile es el mejor lugar para hacerlo, no solo por los cielos y observatorios instalados, sino por los investigadores que hay, por su gran calidad científica. Les recomendaría darse una vuelta por el Instituto de Astrofísica, que es donde los investigadores trabajan, también conocer más del área, y sobre todo: hacerse preguntas, nunca dejar de hacerse preguntas, y cuestionar el mundo y dónde está”.
El premio que recibe cada una es de $7 millones, destinados a apoyar sus estudios