“Los vinos del 2013 no son muy buenos. Al parecer, maduraron muy rápido”.
Este pedazo de conocimiento random, escrito a la rápida en una libreta, es la mejor forma que encontré de resumir el evento más importante y antiguo del mundo para escritores, lectores, agentes literarios, editoriales y otros actores relacionados de esta gran industria.
Fueron 5 días intensos, inaugurados por nada menos que el dúo de líderes más contrastantes de Europa: el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana (recientemente reelegida) Angela Merkel.
Es difícil de resumir un evento tan grande que te sientes como en un escenario de ¿Dónde está Wally? y tan importante, que a veces la línea entre agente literario y supermodelo es difícil de discernir.
Otra anotación: “Una inteligencia artificial logró crear imágenes artísticas que se consideraron más inspiradoras que el arte creado por humanos. Say what?”.
Estas dos viñetas de lo que observé dan fe de la increíble variedad en charlas, demostraciones, conversatorios de todo tipo de temas que alberga un recinto que se llama, literalmente, “Feria Frankfurt” y cuyos 355 mil metros cuadrados de superficie también son utilizados por otros eventos de renombre en otras fechas, como el Salón del Automóvil.
Pero del 11 al 15 de octubre, los reyes fueron las editoriales y sus libros. Y cómo no va ser, si Frankfurt lleva cientos de años celebrando esta industria, desde el día en que un caballero de la vecina ciudad de Mainz inventó un aparato que cambió la historia.
Ya en el siglo XIV, la ciudad Frankfurt era conocida como “el emporio de los alemanes”. Su ideal ubicacióna orillas del Meno, en el centro de varias rutas de comercio del Sacro Imperio Romano Germánico, la convirtió en la niña bonita de cualquier ciudadano con ganas de hacer dinero con la venta de productos.
Por esos tiempos ya se organizaban dos ferias anuales fijas, donde se comerciaban algunos de los productos más caros del medioevo: especias, armas, géneros, y manuscritos. Esto se mantuvo hasta 1462, cuando compañías de impresión y editoriales se habrían organizado para celebrar la primera feria de libros.
La rápida influencia de la imprenta se explica porque Frankfurt está a apenas 32 kilómetros de Mainz, donde Gutenberg desarrolló la imprenta en el siglo XV. De hecho, los dos hombres considerados padres de la feria, fueron comerciantes que demandaron a Gutenberg por una deuda impaga (al parecer, imprimir biblias de 1.280 páginas en papel traído de Italia no es un buen negocio). Ganaron el juicio y recibieron de parte de pago la imprenta que mantenía el inventor en Frankfurt.
Aunque durante un buen tiempo la feria del libro de Leipzig opacó a la de Frankfurt, desde el siglo XX, cuando se crea la sociedad que hasta el día de hoy organiza el evento, volvió a surgir, teniendo desde entonces el trono total de la industria.
“Un hombre da autógrafos en un stand decorado con figuras de Ásterix y Óbelix. ¿Será Uderzo?”.
Acabo de saber que Uderzo tiene 90 años. La ignorancia y la sorpresa son parte del evento, porque es tal la cantidad de expositores que hasta la guía que dan en la entrada es un libro en sí. 122 hojas, cerca de la mitad son mapas e índices de las compañías participantes. Mejor descubrirlo por cuenta propia, ¿no?
Gran error. La Feria del Libro de Frankfurt no es simplemente la Feria del Libro de Santiago, pero en Frankfurt. De hecho, es radicalmente distinta más allá de las diferencias geográficas.
De los 5 días del evento, los primeros 3 están reservados a miembros de la industria. Es decir, el 60% de la feria se compone de tratos comerciales, compra de derechos de publicación e ingreso de nuevos manuscritos.
Es engañoso, sobre todo porque las diferencias son sutiles. Cada editorial tiene su espacio y los libros, obviamente, son el espacio central, pero abundan dos cosas claves que incentivan a la conversación: sillas y galletitas.
En serio, deben tener un “encargado de galletitas” porque no vi ni un solo plato carente de estas sencillas pero universales delicias. Más impresionante aún es que hasta el puesto más mínimo de la editorial más charcha tiene asientos para que la gente se siente a conversar. El diálogo, ya sea con fines comerciales o recreativos, es el aspecto central de la feria.
La contingencia se hace muy presente en el catálogo de charlas y exhibiciones. Temas como la inmigración, la radicalización religiosa y el populismo fueron presentados y discutidos por diversos expertos.
Polémica tampoco faltó. Por primera vez se aceptó el ingreso de la editorial Antaios, de tendencia nacionalista, por parte de la organización (se argumentó libertad de expresión). A muchos asistentes no le agradó, y menos cuando apareció un político del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania para participar en una mesa redonda de la misma editorial. Hubo algunos empujones, gritos y pancartas rotas, pero no pasó a mayores.
Curiosamente, solo el domingo (último día de la feria), se permite la venta de los libros. Y no se esperen descuentos o 2x1, el precio es el que se señala en la cubierta posterior. Otra señal de que el consumo es un personaje secundario en el evento.
Para la gente común y corriente también hubo 135 reconocidos escritores que se dieron una vuelta por el evento para hablar de sus últimas publicaciones y firmar libros. Entre los más populares, estuvieron Dan Brown, Nicholas Sparks, Ken Follet, Margaret Atwood y Paula Hawkins.
“Un chef francés, que parece sacado de Ratatouille, prepara una receta frente al público. Dice: ‘Es importante oler antes de probar’ y levanta un cucharón de chocolate derretido frente a todos”.
Preparar chocolate a las 11 de la mañana frente a un público hambriento. Not cool bro. |
¿Vieron la variedad de temas? Es impresionante. Además de los típicos pasillos con editoriales de libros de cocina, viajes, literatura, educación, audiolibros y otros, hay un pabellón completo de publicaciones científicas. No es exactamente el lugar más entretenido para el visitante regular, pero da fe de que el significado de “libro” aquí es mucho más amplio y se extiende mucho más allá de la literatura tradicional.
Como es costumbre, la feria tiene un “invitado de honor” (este año Francia), pero la presencia internacional no se limita sólo al país vecino. Las editoriales extranjeras están desparramadas en 3 de los 4 pabellones del evento, ofreciendo vistazos al mercado literario de todos los rincones del mundo (excepto Chile, *snif* *snif*).
“Una mujer con un set de realidad virtual sobre los ojos está montada en una motocicleta. No parece entusiasmada”.
Realidad Virtual Vs. Realidad Voyeurista. |
Otro punto llamativo es el festival TheArts+, un espacio dentro de la feria cuyo tema central este año giró en torno a la digitalización de los bienes creativos. De ahí que se podía observar exhibiciones de realidad aumentada o escuchar expositores hablando sobre inteligencia artificial. El enfoque es principalmente comercial, pero cualquier visitante puede disfrutar un ratito jugando con tecnologías que podríamos ver muy pronto en el día a día.
¡Mira mamá, fui arte! |
El evento culminó con el paso de la batuta de Francia al próximo invitado de honor del 2018, Georgia. La “batuta” en este caso, es un pergamino que cada invitado llena con una frase. Georgia optó por un pasaje del poema épico nacional El caballero en la piel de tigre.
Aunque mis expectativas personales pasaban por volverme con un saco de libros, la experiencia de formar parte de un evento tan antiguo, con raíces en la misma invención de la imprenta, y tener un vistazo directo a esta gigantesca industria -que funciona en las sombras para el lector regular- fue incomparable y será, sin duda, un recuerdo irrepetible.
Además, aunque no me llevé libros, sí me lleve algunas perlas de conocimiento. Por ejemplo, desde ahora no pienso ni acercarme a vinos de la cosecha del 2013.