Últimamente, cuando paso por Twitter lo tengo que hacer acompañada de un Armonyl. Hubo un tiempo en que la red social era una espacio entretenido de conversa, humor e incluso plataforma para hacer nuevos y valiosos amigos. Hoy hay que conseguir pintura de guerra y tratar de salir ileso de un lugar, en donde la superioridad moral es lo dominante y en donde gran parte se siente con autoridad de decirles a los otros el modo de hacer las cosas.

Porque todo es fácil desde un computador: gobernar el país, educar a los hijos, arreglar un matrimonio, etc. Probablemente Twitter no es más que el fiel reflejo de lo que pasa hoy en la vida real, en donde suponemos por defecto que hay cosas muy fáciles y obvias, pero que tal vez a una gran mayoría les cuesta hacer (y que en silencio luchan por tratar de lograrlas).

Esta introducción parece algo seria para lo que vendrá a continuación… un texto que básicamente no lo es, pero que si refleja esas pequeñas cosas que parecen muy fáciles, pero que en verdad son más difíciles de lo que creemos.

Cantar karaoke

Primero debo decir que aquí no hablo por la herida. Cuando hay karaoke probablemente tienen que llamar a carabineros para quitarme el micrófono y bajarme del escenario. Pero en verdad hay gente que traspira helado cuando le dicen “¿Nos juntamos a tomarnos un traguito y un karaoke? Algo piola” Existen (muchas) personas que no sólo jamás estarían dispuestas a cantar “Puerto Montt” o “Mi loco amor de verano” porque morirían antes de un infarto frente a tanta exposición, sino que además lo pasan mal mirando a otros cantar durante 4 horas ininterrumpidas mientras ellos se toman la piscola en la más triste soledad. Para eso, mejor quedarse acostados en la casa viendo MTV… o debería decir VH1, porque en el primero cada día se ve menos gente cantar.

Acostar temprano a los hijos

“En mi casa no vuela una mosca a las 20:00… sea invierno o verano”, comenta un amiga de forma casual en un almuerzo. Cuando tú le dices que para ti eso es más difícil que una pijamada de Ossandón con Piñera, ella te dice: “Pero si es muy realizable, tu bajas las cortinas y te pones firme no más”. A ver, hay quienes nacieron con la bendición del hijo obediente en esta materia y habemos otras que tenemos que pedir con amor que se metan al sobre, gritar como una loca, hacer como que llamamos al profesor, usar todo tipo de técnicas tales como cascaras de no sé qué y gotas de no sé cuánto, baños de naranja, música zen o cuentos eternos y aburridos (todas estrategias sin éxito), para que a las 22:00 horas no haya ningún ser de menos de 1 metro jugando a los ninja en tu cama. Aquí hay miles de teorías y opiniones, pero bueno a veces hay que asumir que a los cabros les gusta la noche y uno tendrá que batallar con eso hasta que se vayan de la casa. Igual esperanzador… me quedan solo alrededor de 20 años.

Seguir una teleserie turca sin jubilarse antes

El otro día leí (en Twitter) que actualmente hay tres teleseries turcas en la parrilla nacional y me llama la atención que el fenómeno aún siga vivo. La única vez que trataré de ver una, caché que eran más lentas que Windows 95 y que un atado amoroso lo hacían durar como 10 capítulos. Además los nombres son imposibles de recordar y probablemente los protagonistas se terminen casando el día que ingrese al plan de beneficios de la tercera edad de mi comuna. Fans del género, son unos íconos de la virtud de la paciencia.

Cachar cuando un futbolista está adelantado

Demás que para ustedes es súper fácil y obvio. Pero cuando en medio del fragor de un partido dicen, “pero mira está súper adelantado &%?¡¡&%%”, para mí es un trabalenguas de Yuhui de Master Chef. Obvio que pongo cara de “claro toda la razón”, pero bueno como dice el gran poeta Alberto Plaza “no me pidan más de lo que puedo dar”. Nunca lo lograré.

Cumplir la dieta el miércoles

Esto es verdaderamente difícil para los que amamos la chorrillana, el chocolate, el queso, el pisco sour, el goce de la vida en general. Cumplir la dieta los lunes y martes para mí no tienen gran mérito, porque en general uno se ha dado un festín el fin de semana y de verdad siente que es una butifarra con RUT y alma. El tema es que probablemente el miércoles ya no somos la Peppa Pig del barrio, nos deshinchamos algo y sentimos que casi estamos en los huesos y camino a una anorexia galopante. Pudimos abotonarnos el pantalón sin llamar a los bomberos y consideramos que ya estamos listas para recibir el trofeo de “Reina de Playas y Piscinas”. El que persevera con la dieta el miércoles de verdad merece mis aplausos.

Si al menos cumples con cuatro de las cinco cosas enumeradas acá, querido lector debe decirte que te ADMIRO. Y vamos por una mirada que valore más lo que los otros hacen, que no le quite valor al esfuerzo que se pone en las cosas chicas de cada día y en donde tratemos de bajarnos de ese olimpo en donde nos hemos especializado en criticar al que no sabe o no puede hacer algo que parece “obvio”. El mundo sería más amable, más empático y por ende, un lugar por mucho más feliz.

¿Qué otras cosas supuestamente "fáciles" agregarías a la lista?