victimismo, víctima, personalidad victimista, trastorno, pesimismo, psicología
Imagen: César Mejías

El fenómeno del victimismo y cómo evitar caer en él

Vivir buscando ser víctima de las circunstancias, y culpando al resto de nuestros problemas, es mucho más común de lo que pareciera. Hoy les contaremos qué es el victimismo, y les daremos sugerencias sobre cómo evitarlo.

Por Alvaro Lopez B. | 2017-04-20 | 15:30
Tags | victimismo, víctima, personalidad victimista, trastorno, pesimismo, psicología

No sé si alguna vez, se han topado con personas que argumentan de la siguiente dramática forma: “¿Están diciendo que miento? ¿Por qué me atacan siempre?”. O que siempre culpan al resto, pero no se hacen cargo de su propia responsabilidad, y todo el tiempo se sienten atacadas, lamentando sus desgracias, y viviendo a la defensiva… O sea, que viven en “modo queja”. Pues bien, esas personas sufren de una especie de trastorno llamado “personalidad victimista”, mentalidad victimista o victimismo, y su forma de relacionarse se basa en culpar a los demás, sin asumir la responsabilidad en los hechos que les afectan.

Hoy, en El Definido, les contaremos todo sobre esta manera de ver la realidad, y lo más importante, cómo evitarla.

¿Qué es exactamente el victimismo?

Hay muchas personas que han sufrido experiencias muy terribles, que dañarían a cualquiera, y que han sufrido desde efectos psicosomáticos, hasta trastornos por estrés post traumático. Es comprensible, entonces, que tengan secuelas emocionales que duren largo tiempo.

Pero hay otras personas, que se sienten atacadas y “dañadas” por todo: lo han convertido en una estrategia para obtener ventajas, y para compensar debilidades que no pueden superar o aceptar en su interior. Porque, en el fondo, ser siempre una víctima les reporta algunos beneficios. Les permite no hacerse cargo de sus actos (nunca son responsables de lo que pasa), tienen el “derecho” de quejarse y recibir atención (y de hecho así ocurre, les prestan atención), reciben menos críticas, se pueden volver el centro de atención, e incluso, ya no se aburren porque sus vidas son muy dramáticas.

En resumen, obtienen atención, se sienten (de cierta forma) valoradas, y adquieren cierto poder sobre otras personas. Y eso lo hace adictivo.

Características básicas

De acuerdo a diversos autores, estas son algunas de sus características:

Tienen una percepción alterada de los hechos: creen realmente que no son responsables por ninguno de sus actos, y que la culpa de todo, siempre es de otros. En el fondo, consideran que tanto lo bueno como lo malo, se deben a causas ajenas a su voluntad. Además, tienden a exagerar los aspectos negativos, lo que les hace ser más bien pesimistas, y por eso también les cuesta ver los aspectos buenos de la vida.

La lamentación los potencia: como piensan que son víctimas de las circunstancias, pasan todo el tiempo lamentándose y quejándose, lo que produce una sensación de autoafirmación: “si me lamento… debe ser por algo”, cosa que eventualmente retroalimenta su círculo de quejas.

Son desconfiados y buscan culpables en todo: hay un cierto aspecto paranoide en estas personas, y es que piensan que los demás actúan siempre de mala fe, contra ellos, naturalmente. Por lo tanto, son desconfiados y no creen que alguien actúe con buenas intenciones. Además, como efecto secundario, les permite encontrar siempre alguna agresión o insulto, por más pequeño o imaginario que sea. Y así también refuerzan su papel de víctimas, exagerando el más mínimo detalle.

Son incapaces de autocrítica: están convencidos de que nunca son responsables de nada, por lo tanto, son incapaces de ver en ellos mismos, algo que se pueda mejorar o criticar. Y por lo tanto, son tremendamente intolerantes y críticos con los errores de los demás, mientras que encuentran mínimos y muy justificables, los propios.

Usan expresiones características: usan ciertas expresiones o marcadores lingüísticos, muy útiles para manifestar que no son capaces de hacer algo (“No puedo…”), que no tienen opciones (“Tengo que…”) , que son incapaces de responder (“No sé…”) o que todo es inevitable (“Siempre me pasa…”).

Las 3 estrategias del victimismo

Una persona que vive en el victimismo, necesita alimentarse con la simpatía, atención y compasión de los demás. Para esto, recurre a varias estrategias.

1. Buscan llamar la atención: lo hacen a través de la queja y el lamento. Si la persona no lo consigue, trata de hacer sentir mal a los demás, por no protegerle siendo que es tan “débil”.

2. Retórica victimista: cuando tienen un desacuerdo o una discusión con alguien, evitan los argumentos lógicos, y se centran en caracterizar al otro como un agresor, exagerando las consecuencias de sus dichos, y tratando de dejarlo como una persona extremista, autoritaria y sin empatía (a eso se le llama “retórica centrista”). Entonces la opinión del otro ya no es una opinión, sino un intento de imponer puntos de vista, o derechamente un ataque.

¿Les suenan las expresiones “ya estás imponiendo tu opinión”, o “me estás atacando”? En este punto, la reacción puede ser incluso muy agresiva. Esto ocurre especialmente cuando se trata de hechos irrefutables, de los que inmediatamente huyen victimizándose. Y lo mismo si ven que no pueden convencer a alguien, escapan apenas se dan cuenta que no podrán hacer su juego, culpando al resto y tratando de chantajearles emocionalmente.

3. Chantaje emocional: consiste en tratar de hacer sentir culpables a las otras personas por no ayudarles o prestarles atención. Mientras mejor conocen a la otra persona, más pueden atacar sus puntos débiles, y decir cosas como: “con todo lo que hago por ti, y así me tratas”. Para esto, son muy proclives a sacrificarse por el resto sin que se los hayan pedido, pero no desinteresadamente, sino con la oculta intención de utilizar ese sacrificio, como moneda de cambio por atención constante y acrítica.

Cómo evitarlo o superarlo

El victimismo es un problema que puede llevar a la depresión e incluso a un trastorno paranoide. Muchas veces, es causado por problemas en la infancia, donde la única forma de recibir amor era a través de actuar como víctima, o también aprendiendo patrones afectivos de los adultos alrededor, e incluso puede ser producto de un evento muy traumático, como un abuso sexual bloqueado en la memoria.

Sin embargo, es una condición que se puede superar. Muchas veces la persona no puede evitar comportarse de esa forma, aunque por supuesto, siempre hay un porcentaje de manipuladores que sí son conscientes de lo que pasa.

Por parte de quienes rodeamos a un victimista, lo mejor es fijar límites firmes, pero con delicadeza, explicando con paciencia que no tenemos mucho tiempo, a menos que quiera discutir una solución real a sus problemas. A lo cual, por lo general, la persona responderá ya sea enojándose, o tratando de llenarnos de culpa: ¿qué clase de amigo/colega/pariente eres, que no me entregas compasión?, dirán. Pero es una de las mejores formas de lidiar con el tema.

Ahora, si nos damos cuenta que nosotros mismos caemos en un comportamiento victimista (por ejemplo gracias al presente artículo, ejem, ejem), desde la psicología se recomienda recurrir a los siguientes pasos para empezar a superar el problema:

  • Hacer una lista de deseos y metas, y asumirlos como propios.
  • Escoger un objetivo de la lista, y hacer un plan concreto para cumplirlo. Con fechas y acciones concretas. En otras palabras, es permitirse la oportunidad de tomar riesgos, y así salir de la mentalidad victimista.
  • Examinarse honestamente. Preguntarse: ¿culpo a otros de lo que sale mal, porque temo equivocarme, o asumir responsabilidades?
  • Darse un tiempo para hacer algo que deseamos y nos guste hacer.
  • Si el problema nos supera y nos es difícil salir de esta actitud, siempre es bueno consultar a un profesional, como un psicólogo por ejemplo, para desarrollar una autoimagen y una forma de relacionarse más sana y plena.

También, es posible recurrir a algunos consejos que hemos dado anteriormente para reprogramar nuestro inconsciente, cambiando cómo hablamos; o bien para entrenar nuestro cerebro y ser más optimistas, e incluso haciendo caso a lo que Victor Küppers tiene que decir sobre la felicidad.

Es importante, entonces, darnos cuenta que  nuestra vida está en nuestras propias manos, y que culpar a otros por cosas que son consecuencia de nuestro actuar, aparte de ser inútil y un poco tontín (o sea, quién nos va a creer que sieeeeeempre nos va a ir mal por culpa de otros, ¡si el único factor común es uno mismo! ¡Dos dedos de frente, chiquillos!), es una pérdida de tiempo, pues nos quedamos estancados, cerrados en nosotros mismos, mientras el mundo cambia y nos perdemos la oportunidad de vivir una vida plena y realizada.

Por lo tanto, es importante hacerse cargo de nuestra propia vida, porque nadie la vivirá por nosotros, ¡y es tan linda! ¿Para qué hacerse los lesos? ¡Vivamos!

¿Qué otras cosas aconsejarías para evitar el victimismo?

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Comentarios
Nicolás Masquiarán | 2017-04-20 | 20:49
1
Es por artículos como este que uno se termina deprimiendo :c
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marcela rosas | 2017-04-27 | 10:29
2
Al contrario, con estos artículos se puede aprender y llevar a la práctica cuando tienes que lidiar con personas así, incluso uno mismo, a veces (sin tener la patología), cae en alguna de esas estrategias. Gracias, como siempre, por tan buenos artículos de este periódico.
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Pablo Raín | 2017-04-21 | 11:33
1
Conozco a alguien así (pero si la menciono me cortan el agua el resto del año xd), aunque no tanto... Sólo se queja mucho y se culpa por todo, al revés del artículo.

Igual pienso que la gente es así solo porque los demás los aguantan.

Por cierto:
¡Dos dedos de frente, chiquillos!... Sonó tan Mane cárcamo xD
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-04-21 | 13:02
0
Es culpa de ella que se me pegue!! jajaja nah, mentira, pero es una gran inspiración! it's the greatest! ^_^

Tienes razón, lo que mencionas es como al revés... en vez de culpar al resto, anda con el peso del mundo encima... Oye, me has dado una buena idea para investigar!! Si queda bonito, te menc- oh, olvidaba lo del corte de agua, olvídalo... jajaja pero tú sabrás que fuiste tú!! jiji
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Pablo Raín | 2017-04-27 | 18:16
0
jajajjaj ñe
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Pablo Raín | 2017-04-27 | 18:20
1
si quieres me mencionas... dudo mucho que ella lo lea en cualquier caso

(- el valiente)
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-04-27 | 22:35
0
trataré de hacerlo piola :D :O

"queremos que ud. viva" :D
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Marco Canepa | Editor | 2017-04-21 | 13:23
1
Otra cosa que sirve mucho para todo este tipo de estrategias de manipulación, es dejar al descubierto el juego. En otras palabras, decir abiertamente:

- "Eso que estás haciendo se llama victimismo y se usa para lograr compasión y manipular"
- "¡Cómo puedes decir eso! ¡Qué insensible eres conmigo!"
- "Hacer sentir culpable al otro también es una estrategia victimista"
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-04-21 | 14:23
0
Tienes razón, eso es como un nocaut, no le queda otra que retirarse... o golpearte! :O
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Rodrigo Fernández Dillems | 2017-04-21 | 19:28
0
Bueno bueno el articulo !!! Se agradece ...
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2017-04-21 | 20:31
0
Gracias a ti!! que bueno que te gustó!! ^_^
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Pablo Galvez | 2017-04-23 | 02:11
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El hilo entre el victimismo y la manipulación es muy delgado, se trata de tener compasión o imponer puntos de vista o incluso acciones a la fuerza hacia otra persona, el problema es que cuando te conocen demasiado, mucho no puedes hacer y terminas cayendo en las redes de estas personas, y el que termina con depresión y frustrado es quien de buena manera quiere exponer su punto de vista. Hay casos en que la persona que se victimisa no solo le hecha a los demás la culpa, sino que se culpa a si mismo y empieza la manipulación.
En fin, un buen articulo para dejar de ser así cuando se es, pero seria interesante saber como tratar con alguien (que te puede tener mas de 3 horas hasta que hagas lo que quiere y te amenaza con las peores cosas del mundo si te vas) y poder evitar esto y no caer en una depresión gigante :/
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Nicolás Masquiarán | 2017-04-23 | 20:59
2
Soy de la idea que ese tipo de prácticas, conscientes o inconscientes, tienen que ser visibilizadas frente al que las sostiene. Idealmente, no de forma violenta, aunque puede haber circunstancias que lo ameriten.

Por otro lado, ese alguien que se victimiza pudiera ser uno mismo. Porque, ojo, no se tiene que ser necesariamente un victimista consumado para caer en actitudes victimistas. Tarde o temprano, todos lo hacemos.
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| 2017-05-02 | 16:05
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Estoy de acuerdo con lo que acá se señala y considero que como chilenos nos encanta evadir nuestras responsabilidades y usar al resto como chivo expiatorio.

Sin embargo, me asalta la preocupación por saber reconocer cuándo la victimización no nace de una interpretación alterada de la realidad ni de la pretensión de evadir responsabilidades, sino que de una relación real de opresión. Casos emblemáticos son las resistencias no-violentas de Luther King y Ghandi, siendo la victimización parte esencial de su estrategia, completamente justificada. ¿En qué casos hoy se justifica la victimización y en cuáles hay que rechazarlas como una manipulación irresponsable?
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Nicolás Masquiarán | 2017-05-04 | 01:59
0
Pensar la ahimsa de Ghandi como una auténtica "no-violencia" es limitar la idea de violencia a la agresión física. Pero, asumiendo la amplitud del concepto, Ghandi fue radicalmente violento. Creo que él lo tenía bastante claro y que en su postura hubo, en efecto, manipulación, como en cualquier otra actitud política que requiera de aprobación colectiva. Visto así, lo "justificable", lo "correcto", es terreno de las ideologías.
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Edson Pizarro | 2017-05-10 | 11:06
1
Yo acabo de leer este artículo y me hace mucho sentido, ya que esa descripción calza exactamente con alguien que conozco. Tengo una amiga que es de mi área, nos llevábamos muy bien así que la recomendé en mi trabajo. El problema es que ella mezcló mucho la amistad con el trabajo y, como yo soy jefe de ella, a veces le tenía que llamar la atención por sus atrasos. Entonces empezaba con "es mentira que llego atrasada" (el rango era entre 5 y 15 minutos de atraso), con "tú me atacas porque, como vivo cerca, me exiges más a mí que al resto" (ella vive a 15 minutos del trabajo caminando, e independientemente de eso, ella era la única que llegaba tarde sistemáticamente, así que obviamente sólo a ella le llamaba la atención por este motivo) y con "lo que pasa es que como soy mujer tú te aprovechas, misógeno" (soy el único hombre, trabajo sólo con mujeres y con ninguna he tenido ningún problema). Ella no era así sólo conmigo, sino también con otros amigos comunes que tenemos.
En febrero tuvimos la última discusión (fue una fuerte debo admitirlo, pero nunca llegó a las descalificaciones, al menos desde mi parte) pero fue sobre el ámbito personal, sobre la amistad que ya estaba deteriorada y le dije que desde ese momento ya no éramos amigos y que la trataría como a una colega más, hablando sólo sobre trabajo y así fue, conversaba con ella sólo lo necesario y la empecé a tratar de "usted" durante el trabajo, como a cualquier otra colega... ¡Y me demandó por maltrato y hostigamiento laboral! No me referiré mucho al tema ya que aún está en desarrollo, pero vinieron de la inspección, nos entrevistaron a todos y puedo decir tranquilamente que confío que todo saldrá a mi favor, ya que la realidad ella no la puede negar ni cambiar aunque lo quisiera.
Este fue mi humilde testimonio.
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