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Imagen: Ghost in the Shell

Ghost in the Shell: cómo Hollywood se encontró con el animé

Esta semana se estrenó el “live action” de la obra más famosa de Mamoru Oshii, con Scarlett Johansson en el rol de La Mayor, poderosa cyborg de alma humana. Sobre las similitudes con la película original y cómo anda este remake de uno de los pilares del ciberpunk en la pluma de Andrés “Chaya” Muñoz de Nerdix.cl

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Estamos en la década de la melancolía del cine. De mirar atrás, de recordar, de replicar. No es casualidad que en la misma semana se hayan estrenado las reversiones “en humanos” de dos clásicos animados: uno del gringo castillo de los sueños Disney (La Bella y la Bestia) y otro desde la otra vereda, oriente, con Japón y sus monos sesudos, Ghost in the Shell.

¿Se acabaron las ideas en Hollywood? ¿Tanto da el negocio de conectar viejas con nuevas generaciones entorno a los remakes o reboots (reinicios) de películas? ¿Será necesario rehacer las joyas cinéfilas del pasado reciente? Usted dirá. La cosa es que en estos últimos años, y los que vendrán, son más y más las sagas y films que vuelven con más lucas y efectos especiales, siendo el placer de muchos, y el dolor de corazón en otros.

¿Dónde se ubica la versión 2017 de Ghost in the Shell en medio de todo esto? Entre un homenaje al manga creado por Masamune Shirow y luego cinta animada el 95; u otro mal ejercicio de marketing y copy-paste de la industria fílmica estadounidense.

Soy la Major Mira Killian y doy mi consentimiento…

Dejemos las cosas claras: Ghost in the Shell es uno de los más importantes bastiones de la ciencia ficción animada del siglo XX. Es algo así como la hija menor de ese alucinante monstruo llamado Akira (Katsuhiro Otomo, 1998), dotando al fenómeno literario, estético y filosófico del Ciberpunk de una visionaria historia que adelantaba la era digital, los hackers versus gobiernos y multinacionales, y los cuerpos humanos con mejoras robóticas.

Bajo la dirección de Mamoru Oshii y con un trabajo de animación increíble en detalles, realidad y movimientos que marcó pautas visuales de lo que posteriormente fue Matrix (1998), El quinto Elemento (1997), El piso 13 (1999). Sí, la historia de la Mayor Motoko Kusanagui, una cyborg con alma o “ghost” sentó precedentes. Amén.

Tanto, que hoy, 25 años después, el director inglés Rupert Sanders (1971), con el apoyo en guión del propio Masamune Shirow, apostó por este “live action” con Scarlett Johansson en el protagónico. Esta vez llamándose Mira Killian y barajando un elenco estelar entre destacados actores como Takeshi Kitano y Juliette Binoche.

A ver, a ver, ¿cómo es esto?

¿Pero de qué trata esta Ghost in the Shell? Básicamente, estamos en el futuro y los más terribles crímenes son los hackeos corporativos y el terrorismo digital. En ese contexto, los únicos defensores son una agrupación policial gubernamental llamada el Sector 9, que cuenta con una banda de soldados con mejoras tecnológicas en su cuerpo.

Ahí es donde aparece la Major Killian (Johansson) cuya humanidad reside en su cerebro y médula. Ella y los demás deben atrapar a Kuze (Michael Pitt), hacker que está asesinando a todos los implicados en el proyecto 2501 de la compañía armamentística Hanka Robotics, donde Killian fue creada.

De esta búsqueda personal y detectivesca con el pasado y este oscuro personaje es donde transita y se mueve esta nueva versión. Que a grandes rasgos no dista de su original, tomando piezas de otras cintas de la saga animada como Ghost in the Shell: Innocence y Stand Alone Complex. O sea, es todo el universo de la franquicia, en una, mezclada y, en general, complaciéndose y complementándose.

1995 frente a 2017

Rupert Sanders ama la animación japonesa, no por nada en su anterior película, Blanca Nieves y el Cazador (también remake, guau) tiene escenas y estilos calcados a La Princesa Mononoke de Hayao Miyazaki. Y acá con la cinta de Mamoru Oshii lo repite, pero con todas las de la ley y de una manera impecable, incluso devota.

Hay momentos textuales y literales al animé. Representaciones cuadro por cuadro, cuya belleza escénica de verdad asombra. Y decimos devoto porque incluso recoge elementos de otras películas de Oshii (como el corto Je t´aime), es decir, lo homenajea a él y a su Ghost in the Shell en toda su apariencia. Porque la imagen de los personajes (Batou, a cargo de Pilou Asbaek, que se aplaude) y en las secuencias hay un preciosismo que en Imax y 3D es toda una experiencia, evocando a otras vivencias y postales como Los Ángeles con hologramas de Blade Runner (1982, y la biblia y obra maestra de todo el cine ciberpunk), o incluso al video Al lis full of Love de Bjork en la creación de la Mayor.

Pero ahí está, en la vista y también en la música, donde suena en un instante el himno Making of Cyborg de Kenji Kawai y el trabajo realizado ahora por Clint Mansell y Lorne Balfe sirve, y eso que tiene en la banda sonora al DJ Steve Aoki.

Porque en la construcción discursiva y los contenidos, el “ghost”, el alma de la película, se esfuma. Todo el cráneo mental y los dilemas existenciales que plantea el animé aquí se desarrollan someramente, situándose en interesantes y entretenidos ejemplos como Yo, Robot (2004)donde sólo la acción y la apariencia resaltan. Escapando de una Ex Machina (2015), Inteligencia Artificial (2001) o las series Black Mirror o Westworld que plantean los dilemas del ser y su eco en la tecnología, y en este caso, en las redes o el internet, la información, la vida digital. Sin tocar tampoco todo el rollo sistémico y de control corporativo que la era digital tiene de la privacidad de las personas.

Scarlett, estamos contigo

Convengamos que Scarlett Johansson es la versión de Ewan McGregor del cine hollywoodense, pues puede que las películas sean fatales, pero siempre, siempre actúa bien. Y aquí no es la excepción, porque la rubia Viuda Negra nuevamente se pasea en el género de acción y ciencia ficción como quiere, dando patadas y suspiros, dotando a esta cyborg con gestos y movimientos que la hacen artificial, pero con retazos de humanidad.

Porque si hay algo que brilla en Ghost in the Shell es la idea del occidente versus el oriente, donde los enemigos u oscuros pulsos gravitan entorno a los personajes y estructuras gringas. En cambio, las pausas y confianzas van en el lado oriental, más místico. Y la figura de Takeshi Kitano como el Director Aramaki es clave en importancia y tono, pues su personaje y actor es el símbolo del cine oriental, del animé, del honor, la destreza, la naturalidad y la crudeza.

Cerrando, Ghost in the Shell cual androide puede sentirse sin corazón, pero es el formato, el sinuoso traspaso de lo animado a lo humano, y eso cuesta mucho (ni las reversiones de Disney lo han logrado en su plenitud). Ya sea por Hollywood o por el lenguaje diferente que poseen, lo importante es que entretiene y sitúa desde otros puntos de análisis y beneficios a su germen primario, con una espectacularidad sonora y visual que al final funciona.

Ahora, ya salió la noticia que el comediante y director Jordan Peele, de la exitosa Get Out (2017), podría ser el encargado de llevar a la pantalla grande Akira. Entonces, ¿estamos seguros de esto?

¿Te parece una buena mezcla Hollywood/animé?

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Comentarios
Patricio Bajodepino | 2017-04-03 | 21:04
1
la íbamos a ver pero cuando vi que actuaba la viuda negra y vimos en detalle el trailer, volvimos a casa
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igual dale una chance, en cierto modo la misma peli descifra o argumenta la occidentalización del personaje ;)
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Ignacio Quintana | Webmaster | 2017-04-04 | 12:46
1
El propio Mamoru Oshii dijo que la "major" era un personaje sin raza clara...

“The Major is a cyborg and her physical form is an entirely assumed one. The name ‘Motoko Kusanagi’ and her current body are not her original name and body, so there is no basis for saying that an Asian actress must portray her. Even if her original body (presuming such a thing existed) were a Japanese one, that would still apply.”
- Mamoru Oshii

"'no basis' for whitewashing anger"
- Mamoru Oshii

En todo caso Oshii es el director de la película, no el creador del personaje.
Masamune Shirow, el creador del comic original, no se ha pronunciado... aún
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