Ese futuro depende de los valores del autogobierno, de nuestro sentido del deber, de la lealtad, de la confianza en sí mismo y del respeto por el bien común. Somos (EE.UU.) un país diverso y cada vez más diverso. Y estas virtudes son lo que mantiene este gran país juntos.
Jeff Miller
Mi actual viaje por EE.UU. y Canadá fue en gran medida definido por mi interés en ser parte de la elección norteamericana. Ser parte de ese evento de gran relevancia histórica, me parecía algo emocionante, de la misma manera que ver a tu equipo volverse campeón. Sin embargo, al poco tiempo me di cuenta que su valor era mucho más sutil.
Al llegar a Chicago, ciudad de unos 3 millones de personas, la tercera ciudad más poblada del país, y en donde Barack Obama empezó su carrera política, note rápidamente que el tema no eran las elecciones, si no que el baseball.
Resulta que el día de mi llegada, viernes 4 de noviembre, se estaba llevando adelante un multitudinario acto de celebración de la victoria de la “Serie Mundial” de uno de los equipos de béisbol, The Cubs, tras 108 años. La gente estaba celebrando en las calles y la ciudad estaba vestida de azul y blanco, los colores del equipo. De las elecciones, poco y nada señalaba en las calles que se encontraban a solo 4 días de tener que escoger a su Presidente, renovar un senador y elegir diputados.
Estatua de Abram Lincoln es adaptada a la realidad festiva tras el triunfo en la Serie Mundial de los Cubs |
Aunque de antemano sabía que dado que Illinois (el estado de la ciudad) no era un “estado clave ” (que fuera competitivo entre demócratas y republicanos) probablemente no habría demasiado entusiasmo electoral. Sin embargo, la falta de carteles y afiches electorales superó mis expectativas.
En todos los días que estuve solo vi 3 hogares con carteles de Hillary Clinton y el único lugar donde pude leer el nombre de Trump fue en la “Torre Trump”, uno de los rascacielos más importantes de la ciudad.
Bueno, para ser honesto, en la radio había más ambiente electoral, pero eran comerciales sobre las elecciones locales, no sobre la disputa por el cargo más importante del mundo. Un ítem importante de los 6.6 mil millones de dólares (US$ 20 dólares per cápita), que en esta temporada electoral se gastaron en EE.UU. (la cifra más alta de la historia del país ), de acuerdo con cifras del Centro de Política Responsable.
Paradójicamente, pese a la falta de ambiente electoral, los ciudadanos estadounidenses tienen que escoger un montón de cosas cada vez que van a las urnas: además de tener que votar por un Presidente, los ciudadanos de Illinois deben escoger senador, representante, representante a la asamblea estatal, contralor local, asistente local de los jueces, decenas de jueces, además de tener que escoger entre una serie de consultas ciudadanos sobre diversos temas como el gasto en infraestructura y educación.
Todo esto requiere estar enormemente informado. Mi tío un chileno nacionalizado estadounidense que vive hace más de 15 años en el país, y que está muy al tanto de la actualidad política, tuvo que tomarse el tiempo de estudiar detenidamente quienes eran los candidatos para las elecciones locales y en qué consistían las propuesta a refrendar. No quería que le pasara lo que le sucedió en las últimas elecciones, en donde al entrar a la urna de votación se encontró con que no conocía ni a la mitad de los candidatos a los cargos locales, ni en qué consistían las propuestas de referéndum.
Un simple cartel avisa que hay un lugar de votación, que al igual que en nuestro país suelen ser recintos educacionales. |
Y es que el sistema político de EE.UU. espera que los ciudadanos sean partícipes de las decisiones políticas que afectan su vida diaria y la vida del país (aunque en la práctica, rara vez la mayoría lo hace). Es por aquello que en los diferentes estados y condados (equivalente a las municipalidades) se vota por quienes dirigirán las escuelas públicas, los encargados de la policía local, los jueces etc. Eso sí, ninguna ley te obligará a tener que votar, porque en EE.UU., tanto la votación como la inscripción para poder votar, es absolutamente voluntaria.
Es lo que en la jerga política se conoce como el Self-government (autogobierno): la idea de que desde la revolución de independencia frente a la corona británica, los ciudadanos deben dirigir su destino. Sin embargo, un estudio de 2009 mostró un 83% de reprobación en conocimientos sobre educación cívica, pese a que 1 de cada 10 pensó que lo aprobaría.
El día mismo de la votación, un día laboral como cualquiera, no había realmente ningún apuro para ir a votar, no habrían filas esperándonos, ni tampoco una larga distancia que recorrer para llegar al local de votación. Acompañé a mi tío a votar en la tarde y tras solo unos 5 minutos de caminata. Lo normal en una ciudad con muchos centros de votación, una realidad diferente de muchos estados en donde los gobernadores republicanos han cerrado sistemáticamente locales de votación para disminuir la cantidad de votantes y así beneficiar a su partido.
Una vez en el local (en donde se veía un flujo pequeño pero constante de votantes), curiosamente mi tío se demoró más en votar en sí mismo que en llegar al local de votación. Nuevamente se encontró con una lista enorme de candidatos a jueces y otros cargos locales que no esperaba. La mayoría de los primeros prefirió simplemente dejarlos en blanco. Me imagino que a más de uno de ustedes le ha pasado lo mismo al ver la lista de candidatos a concejales, la mayoría de los cuales jamás ha escuchado o no tienen idea qué proponen.
Luego de votar, se firma un pequeño formulario en donde se atestigua que no hubo ningún tipo de problema al momento de sufragar. Algo relevante considerando que Trump repitió en numerosas oportunidades que podría haber fraude. Algo muy difícil puesto que las elecciones en EE.UU., incluso de las autoridades nacionales, son organizadas por las instituciones de los condados, las cuales son llevadas adelante sin ninguna pomposidad, ni hablar de militares o policías resguardando los lugares de votación. Dado que Illinois no era un estado clave, tampoco había presencia mediática o un contingente de simpatizantes de uno u otro bando.
Una vez conocida la victoria de Trump, la ciudad se volvió una tumba, ningún solo bocinazo o acto de celebración o lamento en las calles. Chicago, una ciudad fuertemente demócrata, no tenía ánimos de celebración. Al día siguiente, la vida en la ciudad era esencialmente la misma que el día de la votación o antes de ella, y la vida continuaba igual.
Sin embargo, al caer la noche, la tranquilidad de la ciudad se rompió y cientos de jóvenes se lanzaron a las calles que rodeaban la Torre Trump para protestar contra el presidente electo. Con pancartas como “No es mi Presidente” y cánticos como “No Ku Klux Klan, no EE.UU. racista”. Algo que se repitió a lo largo del país en ciudades demográficamente diversas como Filadelfia, Washington, Nueva York, Oakland y Los Ángeles.
Este rechazo de la juventud en las calles al presidente electo no se vio necesariamente en las urnas: en esta elección solo el 18% de los menores de 30 años concurrió a votar.
Manifestantes contra la elección de Trump, en los carteles se puede leer "Trump: Hacer EE.UU. racista otra vez" y " No dejes que el miedo decida tu destino" |
Y es que estando en terreno durante la elección y viendo los datos a lo largo del país puedo decir que saqué una gran lección: la democracia en EE.UU. es principalmente un ejercicio silencioso y cotidiano en donde muchas veces no gana quien logra convencer a la mayor cantidad de ciudadanos, sino quien logra navegar las aguas de un sistema político que pareciera entusiasmar a menos gente que el deporte, y en donde las elecciones no parecen ser algo que se vive en las calles, si no, una responsabilidad y libertad individual que cada uno es libre de ejercer, con las consecuencias que esto significa.
No por nada el presidente electo de EE.UU. Donald Trump ganó la presidencia con menos votos que el anterior candidato republicano Mitt Romney (la participación fue la más baja para una elección presidencial en 16 años), quien en 2012 obtuvo 5 millones de votos menos que Obama. Finalmente, gana la candidatura que logra recordarle a más gente su rol en el autogobierno estadounidense, y que decida ser partícipe de lo que a primera vista ir a votar pareciera ser solo un trámite de la semana. Una labor mucho más silenciosa que glamorosa, y que muchas veces es menos épica de lo que esperaríamos.