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Imagen: César Mejías

Qué técnicas nos convencen más para ir a votar (y cuáles definitivamente no)

Desde que tenemos voto voluntario en Chile, la participación en las elecciones ha disminuido considerablemente. ¿Por qué no estamos ejerciendo nuestro derecho ciudadano? ¿De qué maneras se puede incentivar efectivamente la votación?

Por Fernando Gomez | 2016-10-21 | 07:00
Tags | politica, votaciones, voto, voluntario, obligatorio, elecciones, municipales, presidencial, democracia
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La polémica suscitada entre el Servel y el Registro Civil por los cambios arbitrarios de domicilios en el padrón electoral son lamentables y podrían causar un daño enorme. Sin embargo, sí han servido para darle relevancia y poner en la agenda pública a las elecciones municipales, que hasta antes de estos errores, estaban pasando sin pena ni gloria.

Es gracias a esta polémica que muchos chilenos han comenzado a preguntarse “¿y cuándo es que eran las elecciones?”, sólo para sorprenderse con la respuesta: son ¡este domingo 23 de octubre! Otros, quizás, se enteraron sobre la proximidad de los comicios cuando intentaron averiguar cuál era el siguiente rival del club de sus amores en el campeonato local. Se fijaron en que no había partidos programados para este fin de semana y se dijeron “Bah, qué raro… ¿y por qué no hay partido? ¿Hay fecha FIFA o algo?”. Y ahí recién les llegó el alcachofazo de que los jugadores de fútbol también eran chilenos de a pie, como uno, y que ellos (o periodistas deportivos) también votaban para las elecciones… y que incluso, ¡podían ser vocales de mesa! (como le ocurrió a Aldo Schiappacasse).

En resumen, las elecciones municipales del 2016 eran un proceso que, hasta ahora, tenía poca notoriedad y con el que nadie se entusiasmaba mucho. Si ya se pronosticaba una participación menor que en las elecciones de 2012 (las primeras con voto voluntario y donde votó apenas un 41% del padrón electoral), gracias a los casos de corrupción en la política (Penta, Caval, Corpesca, SQM) todos los pronósticos auguran cifras incluso peores. Además, con las nuevas regulaciones sobre financiamiento a la política y las directrices del Servel sobre propaganda electoral que reducen notoriamente los lugares donde los candidatos podían publicitarse en la vía pública (muy agradecida medida, por lo demás), el “ambiente electoral” que se vive antes de cada elección está cada vez más difícil de encontrar.

Ante este escenario, los candidatos han recurrido a todo tipo de técnicas para incentivar a sus votantes a que salgan a sufragar el domingo. Flyers en los parabrisas, folletos de candidatos achoclonados en el buzón de correo del edificio, afiches, promesas o videos en los timelines de las redes sociales, llamados a los teléfonos fijos con mensajes automatizados, son sólo algunas de las formas de hacer campaña que hemos visto. Pero, ¿alguien se ha tomado el tiempo de analizar si estas prácticas funcionan realmente? ¿Cuáles son las más efectivas para incentivar que las personas salgan a votar? ¿Cuáles son comprobadamente ineficaces?

Distintas investigaciones, muchas de académicos de J-PAL, un centro de estudios del MIT que evalúa el impacto de programas sociales, han llegado a sorprendentes respuestas a estas preguntas. Acá te presentamos la evidencia más apropiada para el contexto chileno, basada principalmente en casos de Estados Unidos, donde también es universal el voto voluntario. ¿Preguntas o comentarios? Feliz las comentamos al final de la página.

1. Llamadas telefónicas a los hogares

Con el aumento de los celulares personales, las llamadas a las casas son cada vez menos frecuentes. Ahora, cuando suena el teléfono fijo, lo primero que se piensa es que se trata de nuestra compañía de celular ofreciendo algo que no queremos o alguien tratando de jugarnos el “cuento del tío”. La excepción ocurre en esta época, cuando al descolgar el aparato, después de un ingenuo ¿Aló?, se desata la cantinela: “¡Hola! Soy Perico de los Palotes, quería contarte sobre el trabajo y compromiso del candidato a concejal XXX XXX en tu comuna”, para que nosotros, acto seguido, colguemos.

La evidencia científica (Gerber & Green, 2000) muestra que estas llamadas desde una central telefónica para incentivar a las personas a votar usando un mensaje neutro o para llamar a votar por un candidato específico, no son efectivas para incrementar la participación electoral. Según los datos de otra investigación (McNulty, 2005), el éxito de estas llamadas tiene una efectividad de 200 a 1, es decir, por cada 200 personas que se llaman, sólo una decide salir a votar o votar por el candidato en cuestión. Estos números implican que para movilizar a un 1% de los votantes de una comuna como Providencia, que tiene un padrón de 68.000 electores, habría que llamar a 136.000 personas aproximadamente, pero desafortunadamente, en Providencia sólo viven 120.000 habitantes (2002). Mala cosa.

Sí hay estudios, sin embargo, que muestran que llamadas telefónicas personalizadas, realizadas por profesionales o voluntarios de una campaña específica sí pueden tener efectos positivos en la participación electoral (Nickerson, Friedricks & King, 2006; Arceneaux & Nickerson, 2009). Desafortunadamente, este tipo de propaganda electoral requiere más recursos financieros y humanos, lo que implica que muchos candidatos opten por el sistema artificial.

Conclusión: llamadas masivas robotizadas no funcionan, pero sí hay evidencia que apoya el uso de llamadas telefónicos personalizadas para motivar a los votantes.

2. Correo postal o folletos entregados en casas

Si vives en departamento, es normal que, al llegar a tu casa, revises tu buzón de correo en la recepción y encuentres cuentas, la revista Dato Avisos, las últimas promociones de pizzerías o sushis de tu barrio, y por estas épocas, el folleto de propaganda del concejal X, Y o Z. También puede ser que te encuentres con estos folletos puestos en el parabrisas de tu auto cuando lo dejaste estacionado en la calle, dando por hecho que, si es que estás estacionado ahí, ¡es porque votas en esa comuna! Pero, ¿alguien se ha preguntado si es efectivo este tipo de comunicación electoral antes de mandar a imprimir esos miles y miles de papeles?

La investigación sobre el tema demuestra, en general, efectos muy débiles de este tipo de promoción. En Estados Unidos, se ha probado esta técnica para incentivar a minorías a salir a votar en las elecciones, mostrando nulos efectos. Un estudio de Gerber, Green & Green (2003) confirmó asimismo que información de un candidato específico enviada por correo no tuvo efectos significativos. Incluso, esta técnica ha demostrado ser ineficaz para motivar a personas en contextos en los que en la votación se juegan temas valóricos, como el aborto en Estados Unidos el 2002 (Cardy, 2005). En este caso, el envío de información por correo fue incluso perjudicial: las personas que recibieron el flyer mostraron una menor participación electoral que aquellos que no lo recibieron.

Conclusión: El envío de información a las casas decididamente no causa efectos en la participación electoral, e incluso, podría perjudicar a una causa.

3. Redes Sociales

Seguro a más de alguno le llegó la foto o la noticia en su Facebook sobre el candidato a concejal por Maipú que en sus letreros de propaganda salía nada más y nada menos que junto a Barack Obama. Después de reírnos por la desfachatez del candidato, más de alguno habrá pensado: “igual la hizo bien este compadre… ahora se hizo conocido y todo gracias a este meme”.

Con la masificación de sitios como Facebook y Twitter, era cosa de tiempo que los políticos y candidatos se zambulleran en ellas para llegar a sus posibles votantes, especialmente con las facilidades que pueden dar estos sitios para hacer publicidad focalizada según grupo etario, socioeconómico, etc. También los gobiernos pueden hacer uso de las redes sociales para incentivar a que las personas vayan a sufragar y cumplan su “deber cívico”.

Un estudio de Bond et al. (2012) analizó dos formas de incentivar el acto de salir a votar usando banners de publicidad en Facebook. Una de ellas consistía en sólo mostrar la información sobre la elección y una cuenta regresiva con los días que faltaban para la misma. La segunda forma mostraba, además, los amigos que le habían puesto like a la campaña. La primera forma no tuvo efectos en incentivar a la gente a votar, mientras que la que mostraba los likes apenas logró aumentar la participación en 0,39%, una cifra bastante decepcionante.

Sin embargo, el efecto cambia cuando, vía redes sociales, se recibe información electoral directamente de un amigo. Un estudio de Teresi & Michelson (2015) mostró efectos positivos en aumentar la participación electoral y el interés en política cuando mensajes sobre las elecciones o candidatos eran entregados por alguien conocido en Facebook. Esta evidencia positiva es de un solo estudio, entonces todavía hay que ser cuidadosos con ellos y esperar más evidencia al respecto.

Conclusión: Todo indica que hacer publicidad vía redes sociales no genera cambios sustanciales en la participación electoral. Sin embargo, si la información es entregada por amigos o conocidos, podría haber efectos positivos. Falta todavía mayor evidencia.

4. Contacto cara a cara

Hace un par de años mi mamá llegó a la casa contando que, mientras esperaba en su auto durante la luz roja de un semáforo, una persona le tocó el vidrio del auto para pasarle un folleto con información sobre un candidato. Grande fue su sorpresa cuando vio que la persona que le daba el papel era ¡el propio candidato en cuestión! Mi mamá alcanzó a intercambiar algunas palabras con él, y le gustó el mero hecho que el candidato se hubiera dado el tiempo de hablar con ella. Eso fue suficiente para que ella le diera su voto en la elección. E incluso, ¡influenciara a sus propios hijos de que también votáramos por el candidato!

Esto es un ejemplo del efecto positivo en la participación electoral del contacto cara a cara entre candidato y votante. Distintos estudios (Gerber & Green, 2004; Nickerson, 2008) confirmaron que hacer barridos con el candidato por barrios o comunas, fomentando un contacto a cara entre personas, aumentaba la participación electoral en un 7% u 8%. Es más, los efectos positivos se mantenían si el contacto cara a cara lo hacían voluntarios ligados a la campaña del político, y no necesariamente el candidato mismo (Green, Gerber & Nickerson, 2003). Adicionalmente, otro efecto positivo del contacto cara a cara entre candidato y votante que demostró el estudio de Nickerson (2008) es que el contacto también aumenta la participación electoral de las personas que viven en el mismo hogar (ver: lo que mi mamá trató de hacer con sus hijos) y de familiares y amigos.

Conclusión: El trabajo en terreno es clave si es que los candidatos desean aumentar la participación electoral y que sus votantes vayan a las urnas.

5. Información enviada por email

Para muchos es un dolor de cabeza que el número de mensajes recibidos en el Inbox aumente exponencialmente, pese a todos nuestros esfuerzos. Una de las razones de por qué aumenta tanto ese número es la cantidad de correos publicitarios que se reciben y envían al día. En abril del 2014, un 71% del tráfico de correos a nivel mundial era spam; hoy, menos mal, la cifra ha bajado a “sólo” un 55%. Con todo, si más de la mitad de los correos que recibes son spam, por estas fechas, es posible que ese número haya crecido un poquito más dado que muchos candidatos utilizan esta vía también para llegar a sus votantes.

La evidencia científica confirma los nulos efectos de los correos electrónicos masivos en cambios en la participación electoral (Nickerson, 2007; Malhotra, Michelson & Valenzuela, 2012). Así mismo, una investigación de Stollwerk (2006) arrojó cifras decidoras: de 43 mil correos enviados con fines electorales, apenas 13% fueron abiertos, y no hubo efectos de ningún tipo.

Conclusión: Candidatos, no manden correos, no sirven, no los leemos. ¡Déjennos administrar nuestra bandeja de entrada con calma por favor!

6. Dar información sobre la capacidad/transparencia de los candidatos

Algunas ONGs, fundaciones u organismos públicos tienen como objetivo informar a los ciudadanos antes de las elecciones, poniendo a disposición de los votantes información clave sobre los individuos que postulan a cargos públicos (por ejemplo, sus declaraciones de intereses, de patrimonio, o índices sobre su nivel de cumplimiento de metas en otros cargos que hayan realizado, etc.). La prensa también cumple un rol en esta función, comunicando posibles casos de corrupción de autoridades públicas.

Distintas investigaciones muestran los efectos de informar a los votantes sobre las capacidades de los candidatos. En México, por ejemplo, donde el voto es voluntario, informar a los ciudadanos sobre actos de corrupción de sus autoridades disminuyó el interés de los votantes de participar en las elecciones (Wantchekon et al., 2015). Un estudio distinto, en Brasil, donde el sistema de voto es obligatorio, entregó información similar a los votantes, trayendo como consecuencia que los candidatos con casos previos de corrupción tuvieran un 7% menos probabilidad de salir reelegidos (Ferraz & Finan, 2008). Algo parecido sucedió en India, donde sí hay voto voluntario: informar sobre las capacidades de los candidatos en barrios marginales aumentó la participación electoral y la posibilidad de que los candidatos más capaces fueran quienes resultaran elegidos (Banerjee et al., 2011).

Conclusión: Aún incierto. Siendo Chile un país con voto voluntario, la entrega de información podría seguir desencantando a la gente con la política, tal como en el caso de México, o comprometerlos como en India.

7. Tipos de mensajes en el momento de dar información

Siguiendo con la evidencia de darle información a los votantes, distintas investigaciones sí muestran diferencias sobre los efectos en participación dependiendo del tipo de información que se entrega y cómo ésta se presenta.

Así, por ejemplo, cartas a los electores donde el candidato le agradece al votante por el apoyo en elecciones previas y solicitándole que nuevamente vaya a las urnas, aumentan la participación electoral entre un 2% y un 3% (Panagopoulos, 2011). Resultados similares –del orden del 2-3%– se observan cuando el mensaje incluye alusiones al “orgullo” de votar, como sería el caso de destacar el hecho de que la persona sea un votante “con registro perfecto” (participó en todas las elecciones), o que “le falta participar en una elección para pasar a ser un ‘votante honorífico’”, todos conceptos inventados pero que dan ganas de pertenecer a ellos (Panagopoulos, 2013). El caso contrario también aplica: mensajes que incluyen alusiones a que el votante podría ser “contactado después de la elección para conocer su experiencia al momento de votar”, casi con ánimos de fiscalización, también aumentaron la participación en 0,25% (Rogers & Ternovski, 2015).

Sin embargo, una de las formas que más claramente incentiva la participación electoral es el informar a las personas sobre el comportamiento histórico de los vecinos de su cuadra o de los miembros de su núcleo familiar. Obviamente, en estos mensajes no se informa por quién votó la persona, pero sí en cuántas de las elecciones anteriores ha participado. Al entregar esta información se está suponiendo que las personas conocen las inclinaciones políticas de sus vecinos, de las personas de su cuadra, o de los miembros de su familia. Esta “presión social” dada por la información recibida aumenta la participación electoral hasta en 8%, según un estudio realizado en Michigan, Estados Unidos, en 2006 (Gerber, Green & Larimer, 2008).

Conclusión: El contenido mismo de los mensajes a compartir con los electores puede generar impactos significativos en la participación, especialmente, aquellos que “presionan socialmente” al votante a concurrir a las urnas.

¿Qué cosas te convencen personalmente de participar en una votación? ¿Qué crees que se debería hacer mejor en Chile?

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Comentarios
Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2016-10-21 | 10:29
2
Creo que algo esencial, es la calidad de los candidatos.. lo que he observado en mi entorno, es que si hay que escoger entre chantas con camiseta amarilla, y chantas con camiseta roja, el opción es no molestarse en participar o validar a chantas multicolores.

Imagino que debe haber investigaciones sobre eso... pero siento que más allá de la publicidad, si los candidatos, por su comportamiento, ética y vida no ofrecen nada valioso, es difícil que los ciudadanos se motiven a confiarles su voto... mi modesta opinión.
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Marco Canepa | Editor | 2016-10-21 | 11:06
2
Iba a comentar lo mismo. Me gustó mucho el artículo y lo encontré bien interesante, pero como buen estudio, se centra en un rango bien específico de opciones medibles, casi todas centradas en "tipos de marketing de campaña que sirven (o no) para llevar votantes a votar por un candidato particular".

(A todo esto, hay un excelente artículo sobre lo chanta de los "consultores políticos" y sus supuestamente efectivas estrategias de campaña -que en su mayoría no tienen efectos medibles- en The Atlantic, dejo el link http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2016/10/theres-nothing-better-than-a-scared-rich-candidate/497522/?utm_source=nl-atlantic-weekly-093016)

Sería interesante medir variables más amplias, como: ¿Afecta si la economía va mejorando o empeorando en la abstención electoral? ¿Afecta si hay muchos candidatos o es una elección entre 2 opciones? ¿O si es una elección local o general? ¿O si la retórica ha sido negativa o positiva? ¿o si la elección es entre candidatos tradicionales o outsiders?

En todo caso, creo que el artículo da algunas pistas buenas de cómo incentivar la votación con una campaña comunicacional, sobretodo en eso de qué mensajes funcionan mejor.

¡Gracias por el aporte!
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Melissa Amaro P. | 2016-10-21 | 12:02
0
Pucha, últimamente, creo que los candidatos son la excusa perfecta para no votar. Son chantas, son los mismos de siempre, son pillos, y eso sobre todo en elecciones presidenciales, de senadores o diputados.
Pero en las municipales es diferente: ¿alguien alguna vez ha conocido a todos los candidatos que aparecen en la papeleta? ¿Se dan el trabajo de buscar sobre ellos? ¿O de revisar lo que proponen? Casi siempre aparecen personas desconocidas en el ámbito político, ¿por qué nadie vota por ellas? Yo creo que es miedo a cambiar. Así de simple.
Así que, en conclusión, si los candidatos son chantas, está la posibilidad de que los votantes seamos cobardes. Nos hace falta más autocrítica como sociedad.
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Alvaro Lopez B. | Colaborador | 2016-10-21 | 12:48
1
Estoy de acuerdo con lo que dice can, o sea, Marco... encuentro que el artículo está excelente, y ayuda a formarse una idea general de como funcionan las campañas comunicacionales (o cómo podrian funcionar!).
Ahora, claro, lo importante es la participación - o sea Melissa tiene razón en que la forma de combatir al chanterío político, no es permitirlo pasivamente, sino tomar acciones concretas al respecto. Sin duda que nos falta mayor autocrítica, y ser más concretos en nuestras propuestas. O sea, yo tengo una amiga que tomó eso mismo, y se tiró de candidata ciudadana a senadora (y no es chiste!). Pienso que se puede hacer. Y si a uno "no le da el cuero" para hacer algo así, por último, tratamos de hacer mejor la existencia a quienes nos rodean, y no quedarnos inactivos mientras la vida se nos pasa por el lado... y eso opino por ahora. :)
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Paper Luis | 2016-10-21 | 11:52
1
Creo en el acto civico de ir a entregar el voto...
Pero otra cosa muy diferente es ir a entregar mi voto a un candidato. (Anular es protestar... no ir es de flojos)
Saludos
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