La compasión es un sentimiento muy dulce, muy humano. Es una mezcla de amor, empatía y tristeza, y consiste en reconocer la existencia del sufrimiento en otro, junto con las ganas de ayudar a que ese sufrimiento desaparezca.
Sin embargo, en el mundo de los negocios, tradicionalmente se ha considerado casi como algo negativo. "Negocios son negocios" es una frase que ilustra esa forma de pensar: aquí lo humano no cuenta. Pero esa noción parece estar cambiando y cada vez más evidencia apunta a que, incluso en el mundo del trabajo y los negocios, la compasión es una cualidad indispensable.
¿Pero, cómo puede ser que algo así tenga alguna incidencia en “los fríos números”? Pues sí la posee, ¡y mucha! Todo esto tiene que ver con lo que se llama conexión social, que es una característica esencial de nuestra existencia. Veamos entonces de qué se trata todo esto.
La conexión social se entiende como la sensación individual de tener relaciones cercanas y positivas con los otros en el ámbito social. Se trata de un campo que ha sido estudiado mucho durante las últimas décadas, e incluso lo encontramos en la famosa pirámide de las necesidades de Maslow: Tras (o junto con) satisfacer nuestras necesidades de seguridad física (como por ejemplo tener un lugar donde vivir), queremos satisfacer nuestra necesidad de aceptación social.
Hay numerosos nombres para esto, según la disciplina que lo estudie. Se le llama “apego”, en la psicología del desarrollo, “apoyo social” (“soledad” cuando no está) en psicología clínica, y “pertenencia” (o “exclusión social” en su defecto) en psicología social.
La conexión social es un elemento básico para nuestra existencia como seres humanos, pues nacemos con una tendencia innata hacia el amor y el contacto con otros. Incluso, si no tenemos contacto con los demás, perdemos o dañamos profundamente nuestra capacidad de desarrollar un lenguaje para comunicarnos. Su influencia es vastísima… por ejemplo, la naturaleza del apego que el bebé desarrolla con la madre, genera patrones de apego (puede ser sano, o bien inseguro y ansioso), que se vuelven un modelo para el futuro comportamiento adulto hacia los demás.
De acuerdo al Dr. Matthew Lieberman, quien revisó más de 1.000 estudios sobre el tema, los estudiantes recuerdan mejor la información al aprender en grupo. E incluso, el dolor del rechazo social es percibido por el cerebro como equivalente al dolor físico. Según otros investigadores, se ha encontrado una correlación inversa (o sea mientras aumenta uno, disminuye lo otro) entre una conexión social llena de amor y sufrir de Alzheimer. Incluso parece haber una correlación entre la reaparición del cáncer de mamas y la cantidad personas que forman la red de apoyo social de las pacientes.
En definitiva, es un aspecto importante en nuestra vida. Y en la conexión social, la compasión es un elemento esencial. Incluso, se ha encontrado que la mejor manera de fortalecer la conexión social, es a través de algo llamado “intervenciones compasivas”, que consiste en potenciar el sentido compasivo en las personas, a través de la meditación, de la autoafirmación y de actos hacia los demás, entre otras técnicas.
Entonces, ahora así, veremos cómo incide la compasión en aspectos concretos de nuestra vida.
En este video, se explica la conexión social con mayor profundidad. Canal 5 Noticias (C5N). |
Primero, les contaremos qué ocurre, cuando las personas viven sin preocuparse por lo que le pase a los demás y sin ganas tampoco de ayudarles. O sea, cuando no hay un sentido de compasión en sus vidas. Múltiples estudios señalan que esto causa un aumento inmediato de la depresión, la ansiedad y el estrés. También crecen la hostilidad, los celos la tendencia a la ira, y se desploma la autoestima y la confianza en los demás.
Es más, las personas que no tienen un elemento fuerte de compasión en sus vidas, tienden a retraerse y evitar las situaciones sociales, a pesar de sentir la necesidad de interactuar. Y cuando lo hacen, se involucran en relaciones sumamente disfuncionales, donde hacen énfasis siempre en los aspectos negativos. Todo ello abre la puerta para salir rápidamente de sus relaciones, tal como indican varios estudios. Esto no sólo tiene consecuencias en su vida social, sino que incluso en su vida sentimental. La ausencia de compasión lleva a que las relaciones románticas sean más tormentosas y duren menos. Y naturalmente, esto implica que las personas con esa carencia, también se casan menos.
Incluso, varios estudios han mostrado que no sólo aumenta la agresividad, sino que los protagonistas de tiroteos escolares en Estados Unidos, poseen esa carencia en sus relaciones interpersonales. Y además, se tiende a causar daños a otros y a realizar actos de vandalismo.
Como vemos, se trata de una carencia que no sólo es dañina para la salud propia, sino que también causa daño a los demás en múltiples niveles.
Y ahora que les mostramos el aspecto malo del asunto, pues veamos el aspecto positivo. ¿Qué ocurre cuando incorporamos a la compasión en nuestra forma de relacionarnos con los demás?
¡Muchas cosas! Por ejemplo, crece nuestra resiliencia ante hechos estresantes o insatisfactorios. Aumenta nuestra creatividad y el pensamiento lateral, mejora nuestra coordinación física, y la salud en general. Todo esto potencia el llamado “estado de fluidez”, o sea, el punto en que nuestra mente se integra eficazmente al trabajo que desarrollamos, de una manera inspirada, enfocada y productiva.
Y yendo más allá, al menos un estudio ha mostrado que estas cualidades (emociones positivas y felicidad), son a menudo precursoras del éxito en lo que se proponen las personas, pues llevan al desarrollo de las cualidades de perseverancia, resiliencia y empatía que conducen a ello.
En el ámbito interpersonal, la compasión y la conexión social, nos llevan a ver a las personas bajo una luz positiva, nos hace confiar y no sentirnos amenazados. Por lo tanto, resulta mucho más fácil construir redes sociales y establecer relaciones sociales satisfactorias. Asimismo, esto incide en un comportamiento orientado hacia la ayuda a los demás, tanto en niños como en adultos. Y a su vez, ese tipo de comportamiento aumenta el bienestar personal, por lo que se percibe como muy satisfactorio. Esto genera un “círculo virtuoso”, en que la felicidad personal potencia las ganas de ayudar a los demás y viceversa, el ayudar a los demás, potencia la felicidad personal.
En suma, incorporar un sentido de compasión a nuestras vidas, provoca un aumento en la sensación general de felicidad, como lo muestra este estudio. ¡Si hasta el practicar meditación centrándose en el amor y la bondad, produce efectos perceptibles!
Mihaly Csikszentmihalyi nos explica el concepto de "estado de fluidez" en una charla TED.
TED. |
Por lo tanto, la compasión en las organizaciones produce múltiples efectos positivos: se incrementa la velocidad para resolver los problemas (pues aumentan la proactividad, la claridad mental y muchos otros aspectos); existe mayor capacidad para ponerse en el lugar del otro, por lo que se amplían las alternativas al momento de tomar decisiones; se produce un mayor compromiso con la organización a la que pertenecemos y con sus objetivos, al haber una mayor integración interpersonal; el trabajo en equipo es muy sólido y existe un apoyo mutuo entre sus miembros, y en suma, se potencian las capacidades y la eficiencia de las personas, de los equipos y de la organización en general.
¿Y cómo se implementa esta forma de relacionarse en una organización? Pues una forma básica es a través del llamado “liderazgo compasivo”.
¿En qué consiste un liderazgo compasivo? No se trata, como uno pensaría, de ponerse a llorar con el equipo a tu cargo. Más bien, se trata de entender las necesidades de los miembros del equipo y potenciarlos. También, de detectar sus debilidades y exponerlas (¡en privado!) dando a la vez una solución para que las remedien.
Estas son algunas características del liderazgo compasivo:
Lo importante, es que exista una conciencia de que todos valen como seres humanos y que son personas siendo parte de un equipo, no un “equipo” donde no importan las personas. Se trata, entonces, de conseguir lo mejor de cada cual, mientras todos crecen como seres humanos y como profesionales. Lo interesante, es que no sólo se trata de una conclusión basada en el sentido común, sino que existen estudios que avalan el hecho de que este tipo de liderazgo y de relación entre personas, inciden en forma directa y positiva en la productividad de las organizaciones.
Podría sonar ficticio, como el “Centro Derek Zoolander para Niños que no pueden leer bien y quieren aprender a hacer otras cosas bien”, pero no. ¡Existe! El Centro para la Investigación y Educación del Altruismo y la Compasión (CCARE) es real y está situado en la Universidad de Stanford, en EE.UU. El objetivo de este centro, es promover y cultivar la compasión y el altruismo, mediante la realización de investigaciones y colaboraciones científicas y a través de la enseñanza.
En investigación, el Centro ha realizado múltiples estudios en distintas disciplinas, como la neurociencia, la psicología y la economía, así como sobre los efectos concretos de distintas prácticas ligadas a lo espiritual. Específicamente, estudian:
- Las correlaciones neuronales, y las bases biológicas y antecedentes de la compasión.
- Los efectos de la compasión en el cerebro y en el comportamiento humano.
- Métodos para cultivar la compasión y para promover el altruismo en los individuos y en la sociedad.
En educación, el Centro posee un programa de entrenamiento en compasión y un programa de formación de docentes en este mismo ámbito. También realiza conferencias, talleres y seminarios sobre el tema. Y posee un sistema de educación basada en internet, a través de blogs, videos y de una wiki.