¿Quieres que tu señora no alegue porque te irás de viaje justo el fin de semana de la kermesse familiar? ¿Estás a horas de pedirle a tu jefa un aumento de sueldo? ¿Tienes pensado llamar a tu mamá para que te cuide los niños y salir a comer con tu compañera de Isapre? Pues bien, lee atentamente las siguientes líneas porque si dices al menos UNA de las siguientes frases, te doy por firmado que tus planes fracasarán antes que la candidatura de Golborne y Allamand juntos. Porque estas son las 5 frases infalibles que harán enfurecer a una mujer.
Debo asumir que por años cometí un grave error que aún no corrijo: tener fotos del día de mi matrimonio en el living de la casa. Eso quiere decir que busco la furia gratuita. Basta que invite a unos amigos a comer para que al entrar pasen 5 minutos y venga la bendita frase: “Ohhh que estabai…” Se produce un silencio e inserta el adjetivo que quieras aquí, tales como “flaca”, “joven”, “bonita”, “lozana”, etc., etc. ¿La reacción natural? Ganas incontrolables de ir a echarle aguarrás al pisco sour y pegarle un chicle en el pelo al opinólogo/a de turno. Hasta que viene la calma y la autocrítica de pensar “¿Por qué no pongo una foto de mi fiesta de 15 en donde aparezco con frenillos, hombreras y acné?”
Tengo varias amigas que son dueñas de casa y por Dios que las ningunean. No falta la siguiente conversa en alguna reunión social:
-“¿Y qué hace la señora de Juanito?” - pregunta uno de los comensales
- “Nada, está en la casa con los niños” - responde otro.
Ese “nada” es para que se abran los mares, vengan todos los terremotos del mundo y seas candidato a encontrarte con Camilo Escalona encerrado por una hora en un ascensor. Ponte a tiritar y controla esfínter cuando una mujer que trabaja en su casa escucha eso.
Asumo que podría llegar a morir sin trabajar, pero jamás podría pensar que una mujer que está en su casa “no hace nada”. Está la caricatura de la mamá que va al gimnasio 13 horas seguidas, que tiene colon irritable de tanto consumo de café con las amigas y que se sabe hasta el RUT de la Tonka, sin embargo, creo que esos son casos aislados. Porque no me cabe duda que la gran mayoría de las mujeres que tienen o decidieron optar por quedarse en sus hogares, están con tanta o más pega que la vicepresidenta de una compañía multinacional. Y sin sueldo ni aguinaldo navideño.
-“¿Vas a querer cazuela, Sole?” - le pregunta un pololo a la nueva conquista
-“Me llamo Laura” - respuesta con rayos por los ojos en color amarillo fosforescente
-“Eeh... Te pregunté si vas a querer cazuela SOLA” (tratando de arreglarla)
Súmale más ira a esa mujer al ver que el nuevo romance trata de ser “creativo” para salir del condoro. Porque si te gusta tener períodos cortos de duelo entre una relación y otra, a lo menos repite unas 100 veces su nombre antes de salir con la nueva contratación. De lo contrario con la patada que te ganarás llegaras a Tacna en 20 minutos y sin escalas.
Los niños corren por la casa con un cuchillo, te llama tu jefe para pedirte un dato que obviamente no tienes, acabas de cachar que se te acabó el pan, a tu vecina se le activó la alarma y está de viaje, tienes una espinilla que tiene vida propia, el perro acaba de vomitar tu anillo de compromiso y de sorpresa llega tu suegra. Ella entra sonriente tratando de disimular el asco que le da el yogurt que los cabros dejaron abierto en la escalera y fingiendo parecerle “tierna” la agarrada de las mechas que se escucha en el segundo piso. Mientras le preparas un café y simultáneamente te tomas el cuarto de ravotril que te queda, ella te lanza sin anestesia “¿Has visto lo completa que es la Pepita?’” (Pepita = NUERA FAVORITA CASADA CON EL HERMANO DEL MARIDO DE UNA). “Trabaja y su casa parece departamento piloto. Y los esos nietos que tengo parecen los niños cantores de Viena. Impactante lo bien educados que están. En esa casa se respira paz”.
Corte. Wasap a la vecina que SÍ ESTÁ para que te convide otro cuarto de tranquilizante.
Discutiste un punto con mucha vehemencia en una reunión y levantas la voz un poco más de lo normal. Ves cómo se miran entre todos como diciendo “No enganchemos… obvio que está en esos días”. Lloras con una película abrazada al helado de menta chip que te compraste para comértelo sola, llega tu marido, mira la escena y te palmotea la espalda diciendo: “Tranqui, menos mal que son sólo pocos días”. Y ahí ocurre lo peor… vuelve a despertarse la María del Pilar Pérez que todas llevamos dentro en su máximo esplendor. ¿Acaso los hombres creen que los 25 días restantes del mes somos Robocop? ¿Que no tenemos sentimientos de ira, pena, desequilibrio y rabia que no se expliquen con un cambio hormonal?
Es agotador que todo se atribuya al período femenino porque, querámoslo o no, eso sólo hace que nuestros motivos sean subestimados y no se dé espacio para entender que el enojo, la angustia y la sensibilidad no siempre tienen su origen en los famosos “Días R”.