"Averigua lo que sabes hacer, y hazlo mejor que nadie" - Jason Goldberg, fundador de Fab, una de las empresas precursoras en las tiendas online de diseño dijo esta frase que, aunque parece cliché y poco novedosa, es para mí una de las claves de cómo se debe vivir la vida.

Cuando me pongo a pensar en qué es lo que me gustaría que fueran mis hijos cuando grandes, se me vienen muchas fantasías egoístas (y que beneficien mi vejez) a la cabeza. Futbolistas de la Juventus, ingenieros de la Nasa, doctores con especialidad en Geriatría para que estén a mi cuidado. Pero cuando ya lo hago en serio, más que imaginar una profesión u oficio hay ante todo una virtud que se me aparece más que Carlos Pinto en los capítulos de MEA CULPA y esa es la pasión.

La pasión viene del latín passio y significa sufrir, padecer. Al imaginar una persona apasionada creo que algo de eso hay, porque todo aquel que vibra por algo también lo hace con cierta sensación de inseguridad, de salto al vacío e incluso un poco de angustia. Pero principalmente la pasión la relaciono con las convicciones profundas, con el entusiasmo inagotable, con la fe en que las cosas pueden cambiar y con que verdaderamente nosotros podemos ser los impulsores de esos cambios.

Hace poco tiempo se instaló con mucha fuerza en los medios de comunicación social el término "indignado" y de hecho se le hizo una excelente entrevista en la Revista Paula a Benito Baranda titulando con ese adjetivo. Pero, personalmente, esa palabra no me calza con lo que él transmite. Cuando he escuchado al Presidente Ejecutivo de América Solidaria, más que enojo, me ha contagiado de fuerza, ánimo y me ha devuelto la esperanza al darme cuenta que el mundo está poblado de muchas más personas buenas que malas. Muchos seres humanos que en el anonimato están trabajando incansablemente y con alegría, por hacer del mundo un lugar más justo, solidario, feliz, creativo, entretenido y amable.

Me gusta la gente que se la juega por lo que cree, por su fe, por la política, por el arte, por un hobbie, por un estilo de vida, por el medio ambiente, incluso la que se descompone un domingo si su equipo de futbol perdió. Porque ¿han visto algo menos atractivo que los que transitan por la vida viviéndola "al vapor"?, ¿O esas personas que parecieran necesitar una bebida energética al desayuno? Todos conocemos a alguien que le da lo mismo lo que pasa con su vecino, que jamás discute una idea, que hace la pega con la ley del mínimo esfuerzo y que tiene pegada la frase "es que este país está fregado" como justificación para todos su males. Y caminan por ahí, contagiando su pesimismo y pasividad con más efectividad que el ébola y el rotavirus juntos.

Por lo mismo, y en rebeldía a ellos, me fascinan las marchas (sin destrozos obviamente), que la gente haga campañas para cambiar algo y esas personas que no sólo denuncian un problema, sino que además se hacen parte de la solución.

Aplaudo a los católicos que pueden tener reparos con su Iglesia, pero que más que criticarla por Facebook tocan la puerta de su parroquia y se ofrecen para trabajar en ella. Celebro a los papás que le enseñan a sus hijos a defender sus ideas, incluso cuando esas ideas a los 5 años intentan desafiarnos. Admiro a los jefes que generan ambientes laborales de confianza en donde todo se puede conversar porque, aunque él mismo se exponga a la crítica, entiende que se puede decir hasta lo más tremendo con respeto. Y que eso tendrá un valor inigualable entre sus trabajadores.

El Chino Ríos "no estaba ni ahí" con muchos temas. No me caía bien. Pero nadie podría cuestionar que se jugaba la vida en ese pedazo de arcilla. Y lo hacía con las mismas ganas cuando jugaba en torneos de Quillota con 15 personas de público, que cuando estaba en la final del Australian Open. Y así, dejando el alma en cada partido por muy insignificante que pareciera, llegó a ser el número 1 del mundo.

Y no es que quiera que mis hijos sean apasionados para que estén en un ranking (aunque igual buena si es así). Si no para que todos los desvelos, las 1000 firmas de libretas, los pañales mudados, las correcciones con amor y los perdones pedidos, hayan tenido como consecuencia aportar con personas a las que nada les dé los mismo y todo lo vivan como si la vida se jugara en levantar la mano para defender una convicción o a un amigo. Y no creo que necesariamente haya que tener la personalidad de un líder, ni ser el rey de la fiesta para lograr esa tan ansiada pasión. El apasionado puede ser tímido, pero esa timidez no se contrapone con la valentía de trabajar para generar los cambios y despegar aunque el viento esté en contra. Bielsa no era el ciclón del Caribe, pero ¿podríamos negar que era un apasionado de tomo y lomo? Fue ese hombre, el que no miraba a los periodistas a los ojos, el que nunca fue a un evento social y que jamás quiso ser rostro de una multitienda, el que le cambió la mentalidad a todo un país. A punta de pura pasión y trabajo, encendido por esa profunda convicción de que si quiero lograr un cambio en el entorno que me rodea tengo yo que buscar las herramientas para provocarlo y no esperar que el compañero de al lado se ponga las zapatillas y corra la carrera por mí.

¿Te consideras apasionado por algo?