Recuerdo cuando pequeña haberme preguntado ¿Por qué no existen mujeres famosas? ¿Acaso no existen? Aristóteles, Einstein, Napoléon, Descartes, Leonardo, Picasso, Cervantes y otros tantos cientos de personajes masculinos que colman la enseñanza en las diversas materias parecieran haberlas opacado.
No es cierto que las mujeres desarrollaran actividades sólo posteriormente a las revoluciones feministas. Si bien luego de los años '60 hay un crecimiento sostenido en la incorporación femenina en diversas áreas, se debe reconocer que siempre han existido mujeres transgresoras que escaparon de lo necesariamente doméstico y que pese a las limitaciones a las cuales estuvieron sometidas, fueron capaces de desarrollarse activamente en áreas diversas.
Resulta impresentable y extemporáneo que, en pleno siglo XXI, las mujeres en la enseñanza formal sean apenas mencionadas como objeto de estudio. Si casi de manera inconsciente, transmitimos desde la escuela a nuestras niñas y niños que el aporte femenino tiene una menor importancia, estamos contribuyendo a fomentar la desigualdad, la discriminación y los estereotipos de género. ¿Por qué nuestros estudiantes desconocen los procesos sociales en los que las mujeres han aportado al desarrollo de nuestra sociedad? Nos ayudaría a comprender de mejor manera en que sitio estamos parados.
¿Sabías que en nuestro país las primeras escritoras fueron religiosas que en algunos casos ingresaban al claustro para poder aprender a leer y escribir? Letras brillantes como las de Sor Josefa de los Dolores o Úrsula Suárez no han sido siquiera mencionadas.
¿O qué sabemos de aquellas mujeres que lucharon por la educación femenina? Como Doña Antonia Tarragó e Isabel Le Brun, quienes fundaron las primeras escuelas de mujeres y que posteriormente fueron pioneras en la lucha por el ingreso de sus alumnas a la educación superior.
¿Qué sabemos de Elena Cafarena y su incansable lucha por la igualdad y la conquista de los derechos civiles femeninos?
¿Sabías que mientras Gabriela Mistral era premiada en 1945 con el tan galardonado y reconocido premio Nobel, era marginada en nuestro país de poder votar en las presidenciales?
Es legítimo plantear interrogantes con respecto a la visualización de la mujer en materia educacional si queremos realmente construir una sociedad más equitativa e inclusiva en las temáticas de género, puesto que la mujer hoy accede a la educación, sin embargo esta educación pareciera no reconocer sus aportes. Quizá sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado al emplazamiento de un “curriculum oculto” en cuanto a lo femenino.
Según se desprende del artículo “Educación no sexista” de la revista INIE, el sexismo se ve reflejado en los planes de estudio escolares, ya que por excelencia transmiten papeles y roles asociados a hombres o a mujeres, lo que se manifiesta básicamente en:
- Las determinaciones de las políticas acerca de lo que se enseña y no se enseña.
- El lenguaje que contiene un uso regular y normativo del masculino para designar personas de ambos sexos, apelando al carácter universal del discurso; sin embargo, oculta que es el sujeto masculino el protagonista central del discurso social.
La historiadora chilena Luna Follegati, señala al respecto en una declaración periodística que esto se aprecia: “en las materias, cuando se ocupa material educativo sin presencia femenina. O en textos de historia y de lenguaje o ciencia, donde los principales héroes y próceres son hombres”.
Por ejemplo, en el estudio de la Historia y las Ciencias Sociales en nuestro país existe una clara omisión de los temas referentes a lo femenino y al género. Mediante un análisis llevado a cabo en el año 2004 por la Revista “Docencia”, se llegó a la conclusión de que existen en Chile prácticas de omisión del género. Según se analiza, en los textos de estudio entregados por el Mineduc a los estudiantes de Enseñanza Media en nuestro país, se les sindica que la mujer posee un rol secundario, asemejando su figura a la de un sujeto asistencial. Como por ejemplo, al rol de ser madres o parejas de hombres importantes.
Para el estudio mencionado anteriormente se tomó como un ejemplo de discriminación que el único personaje femenino identificado para el estudio de las materias sociales, sea la reconocida amante de Pedro de Valdivia, Inés de Suárez.
Profundizar más intensamente en el curriculum oculto tiene que ver con un análisis de aspectos complejos que se encuentran dentro de la cotidianidad escolar y con reconocer que la escuela es un sitio implícitamente ideologizado. Desde una perspectiva crítica se trata de cuestionarnos ¿Es correcta la selección de la cultura, valores e intereses que se dictamina para nuestra sociedad?
La historia nos hace reflexionar sobre los asuntos socio culturales del pasado y posee un enorme poder formativo para los valores de la ciudadanía y de la identidad colectiva de un pueblo. Pero para el caso chileno y pese a los esfuerzos por huir del machismo, la perspectiva designada para el abordaje de las materias sociales es preocupantemente la de la masculinidad.
Comprender y valorar la incorporación femenina a todas las áreas de la actividad social, es trascendental para la construcción de un mejor país.
Los estudiantes deben aprender a convivir desde el aula, valorando los aportes de una sociedad en la que deben convivir equitativamente ambos sexos. Es necesario realizar una revisión sobre las prácticas y costumbres propias del sistema educativo e integrar las temáticas de género, realizando nuevos análisis y reevaluaciones.
Los libros de texto, entregan a nuestros estudiantes un formato de sociedad y de realidad, por lo que deben contribuir a eliminar las etiquetas asociadas al sexismo, en primer lugar visibilizando el problema y en segundo lugar incorporando el rol protagonista de lo femenino. Es por ello que la formulación de las políticas públicas en materia educativa y de los planes y programas de estudio deben ser pertinentes y perceptibles en equidad.
Debemos adecuar los planes y programas a las nuevas necesidades de la sociedad actual y el docente, debe aplicar en el aula estos lineamientos. De esta manera, podremos apartar los estereotipos de género, fomentando la igualdad de las capacidades y oportunidades y promoviendo la superación de los estereotipos.
La escuela y el hogar deben educar sin sexismo. La escuela junto con la familia constituyen el núcleo más importante en la formación integral de las personas. Familia y escuela se conjugan como agentes de socialización importantísimos, determinando las pautas para las relaciones sociales de nuestra comunidad.