Ya pasó el 18 de septiembre, es el día nacional del ajiaco y 10 de cada 10 chilenas partieron una dieta que abandonarán en las próximas ocho horas. Mi editor quería que hablara de algún tema post fiestas patrias, pero la verdad es que no soy muy amante de la cueca, ni la chicha, odio las guirnaldas, pero encontré un tema que me inspiró. Desvelada, comencé a pensar en nuestra cultura popular y que si uno tuviese un genio que pudiera conceder deseos, este debería cumplir con la siguiente lista que todo chileno debería experimentar antes de morir. Aquí vamos:
El hombre del momento, que siempre está disponible para partir a TVN aunque sea Navidad o el parto de los trillizos que no tiene y al que deben bombardear con las mismas preguntas en todos los asados, matrimonios, despedidas de soltero y bautizos a los que va, debe ser un gran compañero de terremotos. ¿Cómo será vivir uno con él? ¿Alucinará como Solabarrieta en una final de tenis? ¿Se vestirá apestado sabiendo que se le viene una Teletón televisiva? O fantaseando más que Walt Disney, ¿abrazará a su mamá aterrorizado sin poder contener el llanto? Creo que es un momento al que todo chileno debería acceder (considerando que por terremotos… cortos no nos vamos a quedar)
Ya, si sé que es muy ochentero el término y que es OBVIO que no tiene un diario, pero juguemos a imaginar que sí. María Eugenia Larraín guarda las más sabrosas historias de nuestra farandulandia y no quiero hacerme la cool y vender la pescá de que me dan lo mismo sus secretos. Soy una copuchenta asumida y me encantaría saber qué hizo con cuchillos eléctricos, las cafeteras y los tostadores que le regalaron para el frustrado matrimonio con Bambam. Sería entrete saber si Luis Miguel se echa tierra india todos los días o si tiene una carpeta en su computador que se llama “MEMES”. Kenita es parte de nuestra geografía y conocer las bambalinas del reality en el que muchas veces se convirtió su vida, me parece que también califica en esta lista.
Alguna vez hablamos con una amiga periodista acerca de lo indestructible que había sido la imagen de Michelle Bachelet hasta el 2015. Que nadie, ni los medios y tampoco la oposición, habían sido capaces de debilitar el apoyo popular del que gozaba. ¿Y quién le metió el gol? Nada menos que su propio hijo, probablemente el regalón de ella, al que invitó a trabajar en su segundo mandato y el que finalmente se mandó el condoro ético y comunicacional más grande de los últimos años. Ella lo debe querer castigar hasta los 84, pero es su mamá y a pesar de todo, se nota en su cara que sufre como cualquiera de nosotras con amor maternal lo haría. Pero igual me imagino que cuando va a su casa se debe desquitar con el matrimonio Dávalos Compagnon y decirles: “Natalia, te toca lavar los platos a ti hoy”, “Sebastián anda a botar la basura” o “Me regalaron estos cochayuyos ayer así es que hay que comérselos hoy”. ¿Cómo será el ambiente?, ¿Mas tenso que Villegas entrando a comprar a la librería Qué leo? Una experiencia que todo chileno debería vivir.
Puede ser probable que odies los escenarios, los karaokes sean sinónimo de tortura para ti, hablar en público te cueste más que un abrazo entre Camila Vallejo e Iván Moreira, pero casi podría firmar que a todos los chilenos les encantaría por al menos una noche animar el festival. Usar vestidos elegantes, dar el famoso “beso” (¿han visto tradición más ñoña y fome, pero necesaria?), entregar aves metálicas y un poco (asumámoslo) disfrutar cuando el monstruo se come a pifias a humoristas más fomes que la Revista del Campo (con cariño para mis amigos agrónomos). El Festival es nuestro Oscar, versión Meiggs y todo lo que quieran, pero nuestra oportunidad de tener algo de showbiz en este país. Así es que decir “Hola Viña, yo soy de la galería” cuando estás vestida de Valentino, debería ser un derecho de todo compatriota antes de morir.
¿Te fascina el fútbol, eres de esas personas en las que puede faltar el pan en tu casa pero no la suscripción al CDF y cuando tu equipo pierde, un niño de 9 tiene más tolerancia a la frustración que tú? Entonces este deseo te hará mucho sentido y experimentarás cierto placer sólo al pensarlo. Personalmente creo que sería una maravilla ir con la Crespa a ver el partido más álgido de la temporada, hacerle bulling al rival, celebrar con escándalo los goles y saber que hagas lo que hagas, estás más protegido que hija de Obama. Andar achorá por el estadio, más quebrada que barquillo de helado y sentir la ira del hincha contrincante, pero superado por un sentimiento aún mucho peor: EL MIEDO. Sé que este punto demuestra mi grado de madurez emocional, pero ¿díganme si no sería un deleite?