Yo entiendo la rabia, no crean que no. Cuando se estrenó Star Wars: Episodio I, La amenaza fantasma yo fui de los que se levantó temprano para hacer la fila para la pre-venta de la pre-fila del pre-estreno del tráiler. Yo fui de los que corrió cuando abrieron las puertas del cine, y de los que sintió felicidad verdadera cuando tuve la entrada en la mano. No le di besos a la entrada ni me tiré de rodillas mostrándosela a los cielos como otros nerds que vi, no, yo tengo mi dignidad, de dónde que yo soy nerd, nerds son los otros.
La cosa es que ahí estuve, feliz, entregando mi alma en bandeja solo para que George Lucas la tomara y la hiciera sashimi usando el sable laser doble del Darth Maul para luego dársela de comer a Jar Jar Binks, mientras el cabro chico Vader lloraba midiclorians construyendo a Tripio en la esclavitud (metáfora). Lo que estoy tratando de decir es que como a todos los fans de Star Wars del planeta (la galaxia), George Lucas me rompió el corazón en mil pedazos, generando esa reacción en cadena que dura hasta el día de hoy.
Odiamos a George Lucas.
No solo nos hizo alucinar esperando décadas por lo que terminó siendo La amenaza fantasma, sino después siguió embarrándola con El ataque de los Clones y (la menos mala) La venganza de los Sith. La onda expansiva de odio fue tan grande que empezamos a odiar las Ediciones Especiales como nunca antes. Se nos olvidó incluso la felicidad que sentimos al ver esas películas re-estrenadas en el cine por la rabia de querer volver a las originales. ¿Y quién se empecinaba en negarnos las versiones no-intervenidas? El mismísimo Anticristo, George Lucas. ¿Es que solo piensas en el dinero? Con razón te llamas Lucas, jajajjaja.
Hace poco se estrenó el segundo teaser de Star Wars The Force Awakens y yo fui de los que lloró cuando apareció Han Solo con Chewbacca al lado. De sopetón se me borraron los años de odiar las precuelas y de sentir vergüenza por ser fan de Star Wars. Cuando Han Solo le dice a Chewbacca que “estamos en casa”, yo casi sentí que me estaba hablando a mí. Sí, estamos en casa, donde siempre hemos querido estar, amando Star Wars de nuevo. Lo mejor que le pudo pasar a Star Wars es que George Lucas decidiera hacerle honor a su apellido vendiéndosela a Disney, por una cantidad de millones de dólares tan astronómica que el cheque lo tuvo que escribir Dostoyevski. Ahora por fin podemos olvidarnos de George Lucas y que se vaya lejos a su isla privada, a jugar al tornado millonario en su mansión de oro con mayordomos robots, etc. Chao, George Lucas. Con razón no lo invitan a ninguna convención de Star Wars.
Pero saben qué, voy a dar un giro en 180º porque tenemos que ser justos. George Lucas no se merece toda esta mala onda, y deberíamos empezar a respetarlo un poco más. Es lo que haría un maestro Jedi. Solo un Sith piensa en absolutos, y el asunto George Lucas no es tan blanco y negro como parece.
Lo primero es lo primero: Las pre-cuelas son lo peor. Parecen hechos por alguien que no entiende todo lo que hace grande a Star Wars. El compadre claramente se fue al chancho y al no tener a nadie que le dijera que no se mandó mil condoros que nos van a doler para siempre. Pero no se nos puede olvidar que este compadre fue el que tuvo Star Wars en la cabeza antes de que existiera Star Wars.
“El problema es que nadie le dijo que no”, lo escribí ahí porque es una queja que siempre le escucho a los nerds desencantados con las precuelas. Y es verdad, el compadre hizo lo que quiso, con todos los millones de dólares del mundo. Se engolosinó con los efectos especiales y contó una historia que a él le llamaba mucho la atención. Como ya no era un joven soñador pegado con los seriales espaciales a lo Flash Gordon, ahora eran otras las cosas que quería contar. Ahora era un señor padre de familia, abuelo incluso, dueño de una empresa multinacional muy parecida a un imperio galáctico. Obviamente lo suyo esta vez iban a ser los tratados de comercio, las reuniones eternas, y sesiones del congreso. Como ya estaba lejos de su infancia se mandó un personaje cabro chico que no le importa a nadie, y como ya es un señor (gordito y sedentario por lo demás), optó por llenar sus películas de escenas con personajes caminando o sentados frente a pantallas verdes, en vez de pararse de la silla para ir a locaciones reales a armar secuencias emocionantes con acción vertiginosa. ¿Son buenas estas películas? Nica. ¿Está en su derecho de hacerlas? Obvio que sí.
Porque algo que no recuerdan los nerds, es que antes de Star Wars, a George Lucas todo el mundo le dijo que no. Si han leído un mínimo sobre el making-of de la trilogía original, entonces saben que absolutamente NADIE en el mundo le tenía fe a este proyecto. Los estudios no estaban ni ahí con la ciencia-ficción ni con las películas más juveniles. Para ellos estos productos eran de nicho, y muy baratos. Es cierto que había sagas, como la de El Planeta de los Simios por ejemplo, pero en ese momento no eran grito y plata sino al contrario. Cada vez que hacían una nueva Planeta de los Simios los compadres les metían menos presupuesto, y para ellos era un cacho. Vendían uno que otro juguetito, pero chao. Y ahí llega George Lucas, convencido de que tenía que sacarse Star Wars de la cabeza y mostrárselo al mundo.
Y aunque finalmente le dijeron que sí y le aprobaron un presupuesto (mucho menor que el que necesitaba), ni siquiera ahí le tuvieron fe a Star Wars. Hay leyendas que cuentan que el equipo técnico odiaba el proyecto, que lo encontraban charcha y que estaban seguros de que fracasaría. Y cómo culparlos si no tenían la visión ni la imaginación de George Lucas para llenar todo lo que faltaba. Imagínense estar en ese set y que llegue un físicoculturista con un traje negro con casco de bacinica, que no tiene esa voz bacán, ni esa música, ni esos sonidos futuristas.
Vean este video y cachen las escenas sin sonidos, ni la voz pulenta, ni la música:
O vean esta otra ridiculez:
Aunque hoy día nos cueste admitirlo, nada sería lo mismo sin George Lucas. El que el compadre haya sido capaz de imaginar Star Wars en un mundo donde no existía tal cosa como Star Wars debería darle respeto nerd suficiente de por vida, con los condoros o sin ellos. Es cierto que nos arruinó la infancia con las precuelas, pero gracias a él teníamos algo que arruinar en primer lugar. Ah, ¿y supieron que donó TODOS los millones de dólares que le pagó Disney por Star Wars?
Sin George Lucas, no habría Han Solo, ni Chewbacca, ni tendrían un “hogar” al que volver al final de ese teaser que nos hizo llorar. Yo creo que ya lo hemos odiado lo suficiente, así que empecemos a aplaudirlo tanto o más que a J. J. Abrams. Invítenlo a las convenciones de Star Wars y recuerden quién es el papá mono que lo empezó todo. Que no se muera sintiendo el odio nerd, porque no se lo merece. Yo te apaño, George Lucas. Que la Fuerza esté contigo.