Puedes pasar meses, incluso años planeando el momento en que finalmente te vayas de la casa de tus papás a vivir solo –o acompañado de veinteañeros que comparten tu decadente nivel de responsabilidad–, pero por muchos muebles que hayas comprado por adelantado, por muchas trilogías de blu-ray que hayas logrado vender para ahorrar, no hay nada que te prepare para el horror de recibir aquel fajo de cuentas ante tu puerta cada mes.
Para ustedes, he confeccionado una lista de tips que les ayudarán a evitar esa cara de ciruela ácida al sacar las cuentas:
No muchos nos llevamos bien con ellas, pero si aprendemos a quererlas, son las que te salvan de quedarte en dígitos negativos antes de haber terminado de pagarlo todo.
Lo primero es anotar cada uno de tus gastos fijos mensuales y utilizar esas odiosas fórmulas de sumatoria para restar el total de tu ingreso en el mismo período. En mi caso, utilizo una tabla anual, pero siempre se puede acortar la cantidad de tiempo en función de qué tan detallista quieras ser.
Idealmente, el resultado de esto debería ser que obtengamos un monto más o menos fijo que tendremos que apartar apenas canta Gardel para no quedar con saldos pendientes.
Usa siempre el monto más alto que has gastado en cada servicio, nunca promedios, esto no es pesimismo, es sobrevivencia. El autocontrol es un concepto alienígena cuando te acabas de independizar, y todos sabemos que de ese jugoso sueldo no quedará nada en dos semanas.
Dejando aparte más plata de la necesaria, una vez que hayamos pagado todas las cuentas, viene ese maravilloso momento similar al “Me encontré un billete en el bolsillo” más veces de las que no. Úsenlo sabiamente, no se lo gasten todos en 15 tipos de cereales diferentes de nuevo.
Cuando digo “aparte” me refiero a físicamente aparte. Personalmente hago la diferencia usando tarjeta para los gastos, efectivo para las cuentas. Esta fórmula puede resultar engorrosa si no compartes mis ideas prehistóricas y lo pagas todo por internet, de ser así, trata de realizar el pago lo antes posible para quedar lo antes posible con tu dinero “real” en mano y no gastar el resto por error.
Si tomaste una clase de danza árabe con espadas que dura 6 meses, añádelo de inmediato a tus cálculos, lo mismo si tu presupuesto de comida se redujo a la mitad porque empezaste a ir a la feria en vez de ir al supermercado. Este historial te servirá para saber qué y cuanto será lo que tendrás que recortar u obtendrás de excedente.
¿Te pican los deditos por una consola nueva? ¿Se te ocurrió tatuarte un tigre blanco derrapando en una moto en llamas? ¿Quieres adoptar un sabueso exótico de criadero fino? Calcula cuánto tiempo tienes antes de adquirir tu excentricidad de turno y planea acorde cuánto deberías ahorrar al mes. Alguien por ahí dijo una vez “Gasta lo que sobra después de ahorrar, no ahorres lo que sobra después de gastar”.
Este es un trabajo en desarrollo que ha resultado relativamente eficiente para la economía del hogar considerando que hace un año y medio no tenía ni sentido de la economía, ni mi propio hogar, pero cuéntennos acerca de sus propias fórmulas en los comentarios, nunca se sabe cuándo podríamos dar con la obra maestra del ahorro en servicios.