La verdad es esta: Ni siquiera veo las noticias. Hace ya rato entendí que me carga comer y ver puras desgracias a las 21:00. Te puede incluso llegar a echar a perder ese momento. Entonces simplemente no veo noticias. Tampoco las leo mucho. Más de lo mismo que causa más de lo mismo. Pero hace unos días pasó el caso Larraín. De verdad que nunca comento mucho, ni siquiera en mi propio facebook y hoy estuve a punto de hacerlo. Pero prefiero reflexionar con ustedes en vez de postear algo que no genera debate.
Y voy a partir así. Anda dando vuelta una página de internet #FelicitaAMartin que te invita a "felicitar" a Martín Larraín por salir libre. Me metí, y claro, puros mensajes de odio. Está claro que nadie lo va a realmente felicitar, pero ¿que sacamos con esto? Supongo que la mayoría de los comentarios son de gente que tiene rabia contra que este tipo de cosas pasen. Pero detengámonos un momento. ¿Cuál es el objetivo de los mensajes de twitter o esa página? ¿Que busca? Generar una especie de descarga emocional en Marín. ¿Y que se saca con esto? Lo peor de nosotros mismos.
Lo que debemos entender es que el problema de fondo no es Martin. Él en estos momentos es una cara visible y representativa, hijo de un político y por eso le dan tanta pantalla. Pero como Martín hay miles. Miles de casos que son iguales o peores y que ni siquiera se han sabido.
El problema es el sistema que permite que algo así pase. No hablo de un "poder fáctico" o una "mano negra". Cuando me refiero al “sistema”, no hablo solamente de los jueces o las leyes, de los peritos o los abogados con reloj de oro. Nosotros somos parte de ese sistema; desde la irresponsabilidad personal de manejar habiendo bebido, activar el "Waze" para que los policías no nos pillen manejando a exceso de velocidad, la tolerancia con que aceptamos la deshonestidad cuando somos nosotros o cercanos los que la ejercemos, hasta el diseño de nuestras vías y de los procedimientos policiales y judiciales, toma de muestras, evidencias, testigos y demases, que ya son un tema de responsabilidad política.
Si el sistema permite que cosas así pasen, tengan claro que Martín no va a ser ni el primero ni el último. En vez de centrar toda esa energía en el odio, usémosla para pensar en la solución para que esto no se repita. Si gastamos las mismas energías en investigar bien el problema, informarmos bien, hablar sobre soluciones, en darnos el tiempo para pensar que cresta está pasando y por qué y en concientizar, probablemente se podrán evitar casos como este. Por lo menos plantar la semilla de la crítica, del pensar que es lo que está pasando, de escuchar lo que los demás tienen que decir y de buscar lo que realmente importa; la solución. Tomando en cuenta nuestra responsabilidad en el asunto, dando el ejemplo o siendo más conscientes es la clave para dar un paso más allá, para dejar de culpar y empezar a aportar. Partir por nosotros.
Escribiendo un mensaje de rabia sin sentido, en una página que creo que no aporta en nada, no resuelve el problema. Solo genera más resentimiento. Tal vez nos deja tranquilos, nos sentimos "justicieros", nos hemos subido a nuestro altar moral a dictar sentencia pública contra un tercero, y luego hemos cerrado twitter y adiós problema. ¿Está mejor el mundo gracias a nosotros? ¿Resolvimos algo?
Somos todos lo que tenemos que cambiar el switch. Los invito a que, cuando saquen el tema sus amigos, sus familiares o quien sea y empiecen a disparar contra Martin (que puede ser cualquier persona) denle el vuelco a la conversa, tomen las riendas de la discusión y propónganles pensar en la solución de fondo. “Ya, ya, si sabemos que lo odias, que mucha gente también pero dame una solución. ¿Qué hacemos para que esto no vuelva a pasar?"
Así que amigos y amigas, cuando salga el tema pronto, más ahora en tiempos de fiestas, los invito a aportar, desde la discusión, centrada en la solución.