Como publicista, tengo algo que confesar (además del hecho de que soy publicista). Si existiese una fuente inagotable de ideas cuyo precio fuese un alma humana, pagaría el precio muerto de la risa. Lo encontraría una ganga a nivel Patronato.
No es para menos, la creatividad es una de esas extrañas habilidades que se buscan y cotizan tanto en un ingeniero como en un futbolista. Una encuesta hecha por IBM a más de 1.500 directores ejecutivos, situó “creatividad” en el primer lugar dentro de los atributos considerados como más importantes.
Para desgracia mía, aquella fuente inagotable de ideas aún no aparece, por lo que he estado obligado a conservar mi alma y a buscar fuentes alternativas de conocimiento que me permitan entender y exprimir esta esquiva habilidad
En esa búsqueda me tropecé con un libro llamado “Creativity, Inc.”, escrito por Ed Catmull, nada más y nada menos que el presidente de cierta compañía que manipula nuestras emociones desde 1995, cuando lanzó al mundo una película de unos juguetes parlantes. Sí, esos bastardos; Pixar.
Puede que el nombre de Ed Catmull no sea tan rimbombante como el de Steve Jobs o Bill Gates, pero desde las primeras páginas del libro queda claro que es un genio. Fue uno de los pioneros en la animación computarizada, y, desde la creación de Pixar (que por cierto él fundó), ha sido piedra angular de esta compañía que nunca nos deja de sorprender. Si hay alguien que sabe de creatividad y cómo manejarla, ese es Ed Catmull.
Estas son 4 lecciones de creatividad que todos podemos aprender de Pixar:
Mucho se ha hablado de que el fracaso es como esa medicina que nos obligaban a tomar cuando chicos. Es asqueroso, pero nos hace bien. Ed Catmull lleva este concepto más allá, diciendo que “cuando se trata de labores creativas, el concepto de cero fracasos no solo es peor que inútil. Es contraproducente”. En su experiencia, el fracaso es algo saludable porque es una consecuencia natural de la innovación.
Lo que sí es un mal en ojos de Catmull, es preferir el camino más seguro antes de arriesgarse a fracasar. Eso es justamente lo que evita hacer Pixar en cada historia. Cada vez que vemos una película que comienza con esa lamparita con problemas lumbares, sabemos que se trata de una historia fresca y sorprendente. ¿Una rata que aspira a ser chef en un restaurante francés? ¿Un solitario robot en un mundo post-apocalíptico lleno de basura? Pixar es lo que es porque no teme experimentar con ideas poco convencionales ni su posible fracaso. Brad Bird, director de “Los Increíbles”, recuerda que fue justamente eso lo que le llamó la atención de la compañía. Bird acababa de salir de un fracaso comercial con “El Gigante de Hierro”, cuando fue contratado por Pixar. El primer pedido de sus nuevos jefes fue que pensara en algo loco, distinto, impredecible. El hecho de que le pidieran eso a quien acababa de llegar de un gran fracaso, dejó una gran impresión en Bird. Años después respondería con éxitos como “Los Increíbles” y “Ratatouille”.
“¿Y qué sabe Pixar de fracasos si le sale todo bien?” podría ser un contrargumento. Lo cierto es que el éxito que ha tenido Pixar no radica en la falta de fracasos, sino en cómo lidia con ellos en etapas prematuras para evitar que se conviertan en grandes tragedias. Andrew Stanton, director de Wall-E, resume esta filosofía con la frase “fracasa pronto, fracasa rápido”.
Una película de Pixar se concibió como la historia de un reino en las nubes y cómo dos príncipes se peleaban por heredarlo. De esa idea solo quedó el título: “Up”. Lo admite Ed Catmull, y no solo con “Up” sino con todo lo que Pixar ha hecho: “Cuando comenzamos a armar una historia, ¡ésta es una mierda!”.
Es fácil engañarnos con la grandiosidad de las ideas terminadas, porque ocultan lo más importante: El largo proceso que las formó. Catmull enfatiza que las grandes historias tienen una horrible e incómoda infancia, y es en esos momentos difíciles donde hay que cuidarlas y probarlas, porque solo así madurarán y se convertirán en las historias que nos maravillan. La creatividad no es una idea, es un proceso. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Catmull señala en el libro, que buena parte del éxito de Pixar se le puede atribuir a los “Braintrusts”, reuniones quirúrgicas donde personas de todas las áreas de la realización de una película (y en ocasiones también ajenas) dan su opinión sobre los avances de ésta. Es la versión de Pixar del conocido “pingponeo” de ideas.
Si bien el discutir una idea con otra persona no es nada nuevo, Catmull nota que en muchos casos se da muy tarde y con poca frecuencia, lo que contribuye al estancamiento en una historia. Al incentivar a que sus trabajadores compartan su trabajo frecuentemente y desde las primeras etapas, Pixar logró eliminar la dañina “búsqueda de la perfección” que muchos artistas sienten, y que les lleva a guardar su trabajo bajo llave más del tiempo necesario. Catmull piensa que esta forma de pensar no tiene lugar en Pixar, y que una idea solo mejorará bajo el escrutinio constante de miradas variadas.
La lección de Pixar es: Si tienes una idea ¡no te la guardes! Compártela pronto y hazla crecer con el feedback que te dan ¡Crea, revisa y aprende!
Muchos describen a Steve Jobs, quien fue dueño de Pixar por muchos años, como un hombre fuerte, arrollador en sus argumentos y porfiado en sus ideas. Catmull, quien lo conoció muy bien hasta en sus últimos días, recuerda otra imagen de Jobs.
Según Catmull, Jobs podía ser intimidante, pero no dudaba en cambiar su opinión a la luz de nueva información, incluso abandonando ideas que en algún momento pensó que eran brillantes. “Personalmente, creo que la persona que no cambia de opinión es peligrosa”, agrega. En su experiencia, la incapacidad de cambiar de parecer es parte de un problema mayor, un problema que si se deja sin atender puede destruir hasta las compañías más sólidas: El miedo al cambio.
¿Qué sería de este estudio si tuviese la mala costumbre de anclarse en éxitos pasados? Claramente dejaría de ser Pixar. Catmull señala que el miedo que uno debería tener no es al cambio, sino a hacer siempre lo mismo.
He ahí los elementos de la salsa secreta de Pixar. ¡Tómalos, remézclalos y experimenta!
¿Qué otra compañía encuentras inspiradora?