“Mamá, quiero un gato” lleva semanas repitiendo Pedro, de 6 años. Pero los padres no tienen claro si regalarle una mascota o no, ya que por una parte esto implica mucha responsabilidad y, por otra, no tienen demasiado espacio en la casa como para tener un felino.
Pero lo vieron tan entusiasmado que no descartaron la posibilidad y quisieron no tomar la decisión a la ligera, sino que evaluar los beneficios y los costos que tener una mascota supondría, y así, con la información clara, tomar la decisión como familia.
En cuanto a los beneficios, se dieron cuenta que la convivencia con una mascota puede aportar elementos positivos en relación al desarrollo psicológico y a la personalidad de un niño.
1. Desarrollan la responsabilidad al asumir tareas, como limpiar su casa, alimentarlos y enseña el valor de adquirir un compromiso.
2. Aprenden a respetar, no molestando a la mascota mientras come o duerme.
3. Desarrollan la empatía, al ayudarlos a comprender las necesidades de los demás.
4. Aprenden a confiar más en sí mismos, ya que se dan cuenta que sus padres le han confiado el cuidado de otro ser vivo y se siente capaz de hacerlo muy bien.
5. Aprenden a tener un trato delicado.
6. Los estimula a ser más sociables, relacionándose más con los pares al hacerlos salir de sí mismos.
7. Ayuda a comprender mejor los procesos de vida, como lo fundamental de la alimentación y la muerte.
8. Aprenden a expresar sus emociones y afectos y se dan cuenta de que además de las palabras existen otras formas de transmitir cariño.
9. Los obliga a organizarse y a ser disciplinados para poder cumplir con sus deberes y cuidar del animal.
10. Genera un espacio de acercamiento con los papás. El interés en su mascota y los cuidados que él le vaya a proporcionar se vuelven un tema de conversación y de encuentro con los padres. A su vez ellos pueden aprovechar esta instancia como una excelente oportunidad para intencionar aprendizajes.
Por otra parte, los papás de Pedro vieron que algunos estudios comprueban que convivir con un animal de compañía, preferentemente perros y gatos, refuerza el sistema inmunológico de los niños.
No se puede negar que el tener una mascota conlleva algunos costos y esfuerzos y es importante ponerlos en la balanza junto con los beneficios. Es importante saber y aceptar que una mascota, en especial las que no están en un recinto cerrado, pueden ensuciar ciertas partes de la casa o incluso romper objetos o plantas. También es necesario anticipar y estar en condiciones de correr con los gastos que implica tenerla, tales como veterinario, alimentos y vacunas. Además de asumir que ellos como padres también deberán cooperar con el cuidado.
Por otro lado, deberán tomar las precauciones necesarias para evitar posibles accidentes, dependiendo cuál sea escogida. Por ejemplo, de mantener las uñas cortas de un gato, no quitarle los ojos de encima si el perro es grande, para que no se tire sobre un menor, estar atentos a si el animal presenta síntomas de alguna enfermedad para no transmitírsela al niño, etc. Para eso, es muy importante informarse en detalle de los cuidados que implica tener a la mascota.
Conscientes de toda esta información, decidieron, primero tener una conversación seria con Pedro sobre lo que implica tener una mascota y cuidarla, y si de todas formas quisiera tenerlo, asumiendo lo que conlleva, evaluar cuál sería el animal idóneo para el niño y la familia, considerando el espacio de la casa.
Se sentaron con Pedro y le explicaron lo siguiente:
- La mascota no es un juguete, sino una responsabilidad, ya que requiere de una serie de cuidados y tiene necesidades especiales. No es posible “deshacerse” de la mascota cuando se está cansado o aburrido de ella. Es fundamental que el niño tenga conciencia de que tener y cuidar a la mascota supondrá esfuerzos.
- Es un ser vivo que depende de sus cuidados y de el amor que le entregue, por eso tendrá que ser él quien lo cuida y le ayude a satisfacer sus necesidades.
Después de la conversación, Pedro mantuvo su deseo de tener una mascota, pero comprendió que por el espacio donde viven, era mejor tener un hámster que un gato, y dejaron establecidas las responsabilidades que tendría él con su mascota.
Establecieron que él sería quien le daría comida en las mañanas, al llegar del colegio y antes de dormir. Que debería preocuparse una vez al día de revisar si había ensuciado su casa y limpiarla. Sus papás quedaron en acompañarlo y apoyarlo en este proceso, especialmente cuando él no esté en la casa y le dieron la información que necesitaba saber sobre el nuevo integrante y los cuidados que requiere.
Con la decisión tomada, fueron en familia a “adoptar” (no comprar) un hámster que el mismo Pedro escogió. Le compraron una casita y todos los implementos para su alimentación y lo bautizó como “Jerry”.
A pesar de que en un comienzo se le olvidaba alimentarlo y muchas veces le daba “lata” limpiar su casa, sus padres le recordaban el compromiso adquirido, y poco a poco, Jerry comenzó a ser un integrante más de la familia, y para Pedro, cuidarlo y darle cariño, se transformó en parte de su vida diaria y pudieron observar los múltiples beneficios en el desarrollo de su hijo.
Para aquellos padres que sienten una especial sensibilidad por los animales o para los que durante su propia infancia tuvieron una convivencia estrecha con animales, la decisión de tener una mascota puede no resultar tan complicada. Pero hay otros padres para quienes los animales no son particularmente atractivos. En este último caso se requiere de una “dosis” extra de generosidad para abrirse a esta nueva experiencia. También supone ser capaz de comprender que un niño que pide una mascota es un niño que nos está abriendo una puerta para desarrollarse y crecer en el ámbito valórico y emocional que se puede ver como una gran oportunidad.
¿Tienes una mascota en tu casa? ¿Cómo participa la familia de su cuidado?