Loreto y Carmen conversan en la plaza, mientras sus hijos juegan. Se les acerca Inés de 5 años, hija de Loreto, y les dice "¿Vieron lo seca que soy? Salto demasiado bien del columpio". Y luego vuelve corriendo para seguir jugando con Juan (hijo de Carmen de la misma edad). Tras esto, Loreto le comenta a Carmen que su hija tiene una muy buena autoestima, se siente la mejor para todo y dice que es la más linda, “que es seca”… Al rato vuelve Inés llorando, totalmente frustrada y enojada porque Juan le ganó la carrera que hicieron y ella quería ser la primera. Loreto le cuenta a Carmen que no tolera no ser la mejor, que le carga perder y que cuando las cosas no le resultan, se frustra.
¿Será que Inés realmente tiene una buena autoestima? ¿Basta con que diga que es buena para todo para poder decir que es una persona que se quiere a sí misma?
La autoestima es uno de los conceptos que más ha permeado desde la psicología hacia la vida cotidiana; todos lo usan y se habla mucho de ella en libros, foros y revistas. Esto tiene un efecto positivo en la medida en que estamos más atentos a cuidar la autoestima de nuestros niños, sin embargo, en el uso tan cotidiano se ha ido deformando el concepto y muchas veces se entiende mal, abusando de éste.
Junto con lo anterior, nuestra cultura exitista nos lleva a pensar que una autoestima positiva es aquella que supone que la persona se siente competente y destacada en todo, que se ve sí misma como “perfecta”. Esto se ve reflejado cuando por hacer un refuerzo positivo, se exageran las competencias del niño.
Autoestima se refiere a la valoración que la persona hace de sí misma, es decir, cómo se siente respecto a su propia forma de ser. Esta valoración se realiza en base a dos elementos: por una parte el autoconcepto, y por otra, la percepción de autoeficacia. El autoconcepto es la imagen que la persona se forma de sí, en base a como los otros la ven y a cómo la tratan. Por otro lado, la autoeficacia es la percepción de que las propias acciones tienen los resultados y consecuencias esperados, es decir, si la persona se siente capaz de obtener y lograr las cosas que se propone.
Todas las personas tenemos fortalezas y debilidades, por lo tanto, una sana autoestima es la que logra incorporar e integrar aquellas cosas para las que somos buenos y competentes, junto con el reconocimiento y la aceptación de que no somos perfectos y que tenemos limitaciones y dificultades. No se puede ser bueno ni el mejor en todo.
Uno problema de los niños de hoy en día es que los adultos, por querer “fortalecer su autoestima”, hemos caído en transmitirles una visión idealizada y poco realista de sí mismos en la que sólo destacamos e “inflamos” sus logros y fortalezas y no los ayudamos a reconocer y aceptar las propias limitaciones y dificultades. Sin querer y sin darnos cuenta, vamos construyendo un autoconcepto parcializado, que incluye solo un aspecto de su ser, dejando fuera todo aquello que es más difícil y complicado.
Lo anterior hace que el niño sienta que su valor personal está dado sólo por sus habilidades, talentos, logros y fortalezas, y que no es algo intrínseco a su ser; que vale mucho simplemente por ser la persona que es. De esa forma, equivocarse, no ganar o no ser destacado en algo, es sinónimo de perder su propio valor personal. Así mismo, el tener un autoconcepto con estándares de perfección, a la larga lo frustrará y puede llegar a producir el efecto contrario, de ser un niño inseguro porque no coincide lo que espera de él con lo que realmente es.
- Cuando felicitamos excesivamente y no proporcionalmente al logro. Por ejemplo, cuando el niño obtiene una buena nota que no le costó tanto y se felicita demasiado, se le cuenta a toda la familia y se le hace ver al niño que es buenísimo en eso.
- Cuando explícitamente lo describimos de forma idealizada. Por ejemplo, cuando se le dice constantemente, eres el mejor para cantar, para dibujar, el más rápido del curso.
- Cuando comparamos al niño con otros mostrando que él lo hace mejor. Por ejemplo, cuando se le dice al niño, eres mucho mejor que tu amigo para las matemáticas.
- Cuando tapamos sus errores o no lo dejamos ver aquellos ámbitos en los que no se destaca. Por ejemplo, si el niño no queda en la selección de atletismo, se le dice que es porque el profesor no sabe nada y no sabe reconocer un buen atleta.
- Cuando elogiamos al niño de forma poco realista frente a otros niños, mostrándolo como perfecto. Por ejemplo, estando en un concurso de baile en un cumpleaños, se comenta frente a los otros compañeros que el niño es un excelente bailarín, cuando no está haciendo nada especial.
- Mostrar que se le quiere simplemente por ser quien es, independiente de que se porte bien o mal, que sea el mejor en algo o que tenga tal o cual mérito.
- Felicitar por los premios y logros, pero siempre de forma proporcionada, no en exceso. Ser capaz de discriminar lo que son grandes de pequeños logros.
- Poner el énfasis en el proceso y el esfuerzo y no solo en el resultado. Así, si alguna vez no obtiene un buen resultado, pero hizo su mejor esfuerzo, podrá igualmente sentirse bien consigo mismo.
- Hacerle ver sus talentos y ponerles un nombre para que tenga claras sus áreas de fortaleza, pero no caer en decirle que es bueno en cosas donde claramente no lo es.
- Animar al niño a desarrollarse en diversos ámbitos, de manera de tener múltiples capacidades y competencias. Ayudarlo poco a poco a elegir aquellos ámbitos en los que tiene mayores fortalezas.
- Ayudar al niño a reconocer sus errores y limitaciones. Hacerlo comprender que no importa no ser bueno en todo, pero que importa siempre dar lo mejor de sí, haciendo su mayor esfuerzo.
- Hacerle ver las propias limitaciones que tenemos como padres, para que vean que éstas son parte normal de la vida y que nadie es perfecto… ni sus padres.
A fin de cuentas, un niño con un autoestima sana, es un niño seguro de sí mismo y que confía en él y en lo que es capaz de hacer, porque así como conoce sus virtudes y fortalezas, es consciente de sus debilidades y aquellas cosas que le cuestan más… y solo de esa manera, podrá trabajar para superarse y buscar apoyo en la medida que la necesite para poder desenvolverse y relacionarse de la mejor manera posible. Un niño con buena autoestima, es un niño que confía en sí mismo, porque sabe quién es y hacia dónde puede llegar.