El miedo es una característica natural y evolutiva, sin él, no estarías donde estás hoy. Es una de las emociones más primitivas de las que tenemos conocimiento, traduciéndose como una reacción absolutamente esperable ante lo nuevo, ante lo desconocido o incierto. Si tienes miedo, eres un ser humano, en pocas cuentas. Sin embargo, pasamos más tiempo eludiéndolo que utilizándolo, lo que no es más que un gran e innecesario gasto energético. ¿Por qué? A pesar de su mala fama, el miedo es una emoción sana si se vive como una alerta y no como un freno. Temer en una justa medida –y en momentos que lo ameriten– nos ayuda a discriminar situaciones, tomar mejores decisiones y protegernos de los peligros que, ya sea en la era de las cavernas o en la de Internet, siguen estando ahí afuera.
El miedo fue el tema del 2013 en la revista Edge. Esta famosa publicación digital hace una vez al año una sola gran pregunta a la comunidad científica, muy abierta en su concepción e interpretación, aunando las respuestas en gruesos mamotretos que puedan servir de inspiración o directa utilidad a otros profesionales de campos similares. Ya han realizado interesantes provocaciones como “¿Qué lo cambiará todo?”, “¿Cuál ha sido la idea más peligrosa?” o “¿En qué crees, aún sabiendo que no puedes probarlo?” y esta vez no fue menos polémica: “¿De qué deberíamos estar preocupados?”. Según el equipo editorial, el desafío era instar a los científicos a que revelaran sus temores y discutieran no sólo qué problemas les quitan el sueño, sino cómo los están abordando.
Desde autores de Ciencia Ficción hasta premios Nobel, pasando por biólogos, físicos y hasta filósofos, las respuestas van desde aterradoras simplezas hasta complejos escenarios que algunos se toman incluso con humor. Según The Guardian, éste es el foro más importante del año donde las mentes más brillantes del mundo comparten un trozo de su excelencia con el resto de la humanidad.
Aquí hay algunas respuestas resumidas, pero hay muchas más y están todas en su extensión original en el sitio de Edge.
¿A qué le temen?
- Que dejemos demasiados trabajos a las máquinas. (Susan Blackmore, psicóloga)
- Que dejemos de morir. (Kate Jeffery, profesor de Neurociencia)
- Que no podremos derrotar virus aprendiendo a empujarlos más allá del umbral de error. (William McEwan, investigador de Biología Molecular)
- Verdaderos eventos apocalípticos. El creciente número de eventos con baja probabilidad que podrían llevar a una completa devastación de la sociedad humana. (Martin Rees, ex presidente de la Royal Society)
- Que Internet esté arruinando la escritura. (David Gelernter, científico computacional de la U. de Yale)
- La proliferación de la eugenesia china. (Geoffrey Miller, psicólogo evolutivo)
- Que habrá otra crisis financiera de proporciones épicas. (Seth Lloyd, profesor de mecánica cuántica ingenieril en MIT)
- Que ciertas malas palabras seguirán siendo tabú. (Benhamin Bergen, profesor de Ciencia Cognitiva en UCS)
- Que se acabe el financiamiento de grandes experimentos y éstos ya no ocurran. (Lisa Randall, física de la U. de Harvard)
- Me preocupa que, conforme el poder para resolver problemas de nuestras tecnologías aumenta, nuestra habilidad para distinguir entre problemas importantes, triviales o incluso inexistentes, se deteriora. (Evgeny Morozov, editora deForeign Policy)
- Estrellas que explotan, el eventual colapso del sol, y los problemas con la identidad humana que no nos permiten lidiar con esto. (John Tooby, Psicólogo Evolutivo)
- Que la aceleración de la tecnología nos abrumará con oportunidades para preocuparnos. (Dan Sperber, científico social y cognitivo)
- No mucho. Manejo una motocicleta sin casco. (J. Craig Venter, científico genómico)
- Que hay una infinidad de universos allá afuera, pero sólo podamos estudiar en el que vivimos. (Lawrence M. Krauss, Físico y Cosmólogo)
- Nos debería preocupar que tanta de nuestra ciencia y tecnología todavía use sólo cinco modelos de probabilidad, a pesar de que existen más modelos de probabilidad que números reales. (Bart Kosko, científico informático)
- Que perdamos contacto, literalmente, con el mundo físico. (Christine Finn, Arqueóloga)
- La escasez de agua. (Giulio Boccaletti, Físico)
- Que nos emocionemos demasiado con la idea del viaje interestelar, porque no va a suceder. (Ed Regis, Filósofo y académico)
- Que la cooperación mundial fracase y no sepamos por qué. (Daniel Haun, doctor en Antropología)
- Que los alienígenas sean un peligro para la civilización. (Seth Shostak, astrónomo del SETI)
- Que en una o dos generaciones, los niños se convertirán en adultos que no podrán distinguir entre lo real y lo imaginario. (Mihaly Csikszentmihalyi, psicólogo)
- Que empecemos a tratar la tecnología como magia. (Neil Gershenfeld, físico del MIT)
- Que las autoridades y compañías puedan leer la mente de las personas. (Stanislas Dehaene, neurocientífico)
- Que no tendremos un Plan B cuando Internet se caiga. (George Dyson, historiador científico)
- Que no podremos entenderlo todo. (Clifford Pickover, matemático)
- La estupidez. (Roger Schank, psicólogo)
- Que la ciencia esté en peligro de convertirse en el enemigo de la humanidad. (Colin Tudge, biólogo, editor de New Scientist)
La psicología habla del miedo sano y el miedo tóxico; entender su diferencia es más importante que evadir el temor en sí mismo. El miedo sano nos ayuda a planificar e incentiva la creación y búsqueda de soluciones, tal como lo están haciendo varios de los científicos que acabas de leer. ¿Temen que se acabe el agua? Ya están trabajando para encontrar nuevas formas de almacenarla, mantenerla limpia o reutilizarla, por ejemplo. El miedo tóxico es el que nos paraliza: si temo que se acabe el agua, saqueo el supermercado, compro todos los bidones que encuentre y me encierro en mi casa esperando el apocalipsis. Parece extremo y cliché, pero situaciones como ésta han sucedido demasiadas veces en nuestra historia como para ignorarlas…
Hay una dosis saludable de miedo que nos da prudencia y estabilidad, equilibra los impulsos y hasta puede funcionar como un emisario eficaz de algo que estabas pasando por alto pero que ahora puedes (y debes) notar. Revisa tus temores. ¿Qué te están diciendo? Temer es signo de que tu cuerpo y mente están alertas. De que, de algún modo, estás –estamos– vivos.
¿Compartes algunos de estos temores? ¿Te parecen justificados? ¿A qué le temes tú?