Tengo la idea de que votar hace unos años era más fácil. Vivíamos en un país tan polarizado que bastaba con mirarse la camiseta para saber por quien votar, porque el oponente era el enemigo. Hoy, luego de haber tenido gobiernos de la Concertación y la Alianza, la cancha no solo se empareja, además se amplía a nuevas alternativas y votar se vuelve más difícil. Porque hay descontento en la ciudadanía y, como respuesta, nos encontramos con más candidatos que nunca, lo que hace más compleja aún la decisión: muchos problemas por resolver y muchas alternativas diferentes para solucionar cada uno. Es normal, entonces, que el ciudadano desinformado se abrume, porque entre tanta opción pareciera que la elección se vuelve inmanejable. Y las cosas también se complican para el ciudadano informado, que es capaz de ver cómo todas las opciones tienen defectos, entonces decidir cómo priorizar se vuelve mucho más complejo.
Consciente de la angustia que puede provocar la incertidumbre frente a la decisión de por quién votar, me atrevo, patudamente, a dar algunos consejos a los votantes angustiados, para hacer de su proceso de votación una experiencia un poco menos estresante.
No te pido que te conviertas en un experto analista político. Tampoco que te leas cada promesa de campaña, porque muchas veces están diseñadas magistralmente para ocultar algunos aspectos inconvenientes. Personalmente creo que lo mejor es entender a qué alternativa representa cada candidato, ya que es lo más decidor respecto a qué decisiones tomará sobre aquellos aspectos que no están contemplados en sus promesas de campaña y te ayudará a hacerte una idea de los lineamientos generales de su futuro gobierno.
La campaña muestra lo que más le conviene a los candidatos. Revisa el comportamiento del candidato fuera de su área de confort: ¿Qué preguntas no responde? ¿Cuáles lo incomodan? ¿Cuándo prefiere cambiar de tema y reenfocar la pregunta? Los debates están en Youtube, te recomiendo que, si los ves, los veas completos y no solo extractos.
No existe la persona perfecta, menos aún el político perfecto. Todos los candidatos tienen defectos, pero aunque nos cueste reconocerlo, todos tienen virtudes. Fijemos la vista entonces en sus competencias en los temas verdaderamente importantes para un presidente. ¿Sabe tocar la zampoña o andar en moto? ¡Qué importa! ¿Cómo manejaría un país con mucho descontento y dispuesto a movilizarse? Probablemente no lo haga tocando la zampoña en moto.
Por último, aunque parezca obvio, recuerda que no solo estás votando para ti, sino para todo Chile. Obviamente el voto debe representar tu opinión, pero recuerda que puede ser tu opinión de lo que es mejor para ti o de lo que es mejor para todo un país. Hay temas que a los que hemos tenido más oportunidades en la vida ni siquiera nos tocan, pero que para la gente con menos recursos o pertenecientes a alguna minoría, son trascendentales en su vida. No votemos solo para nosotros, votemos para todos, aunque sea porque el vivir un país más justo y en el que la gente vive feliz también nos beneficiará a nosotros.
Finalmente, te invito a animarte e ir a votar. Lo sé, no es fácil. Y lo más difícil no es pararse e ir, sino tener la madurez suficiente para aceptar que ningún candidato es perfecto y que, por muy mala que nos parezca la oferta, lo mejor para el país es elegir su mandatario, aunque se trate del “menos peor”. Es una decisión que requiere valor, porque significa comprometerse con la realidad, una realidad que es imperfecta y que siempre lo será. Ahora, si tienes una propuesta alternativa por la que trabajas activamente para hacer de Chile un país mejor, y votar es incompatible con eso, entonces entiendo que no votes. Pero si lo que esperas es que las cosas se solucionen solas, que algún día llegue un político virtuoso que instituya un sistema perfecto que te represente por completo, entonces corres el riesgo de pasar toda la vida esperando.