Como todos sabemos, el próximo 17 de noviembre se realizará en Chile la votación para elegir al presidente de la república, en conjunto con elecciones de diputados y senadores, y consejeros regionales. Como ciudadanos, y gracias al voto voluntario, tenemos la posibilidad de elegir si ir a votar o no hacerlo. Muchos aún están en la duda de si votar o no, y por quién hacerlo. Para ellos, decidí desglosar todas las alternativas (que se me ocurrieron) respecto a qué hacer durante las próximas elecciones y los alcances que creo que tiene cada decisión.
Es el grupo que aprovecha la posibilidad de “ejercer su derecho cívico”.
1.- Votar por el que más me gusta y que tiene posibilidades de ser electo.
Es el escenario ideal: hay un candidato que me gusta y utilizo el voto para intentar que él gane. Supongo que no es necesario detallar mucho las implicancias de esta alternativa. Claramente es la más cómoda electoralmente, pero no siempre es una opción disponible.
2.- Votar por el que menos me disgusta y que tiene posibilidades de ser electo.
Es una versión menos feliz que la anterior. Siendo pragmático, utilizo el voto para intentar hacer ganar al candidato “menos peor” para que nos gobierne, aceptando que no es perfecto y prefiriéndolo por sobre los otros.
3.- Votar por el que más me gusta, aunque no tenga posibilidades de ser electo.
Utiliza el voto como una voz para comunicar qué es lo que tu consideras mejor para el país. Espera que del análisis periodístico y político se rescaten las razones de por qué votó por ese candidato, intentando modificar el comportamiento de los candidatos que van a segunda vuelta (si hay), el que sale electo y, a largo plazo, las propuestas en futuras elecciones.
4.- Votar por el que menos me disgusta, aunque no tiene posibilidades de ser electo.
Versión menos potente de la anterior debido a que no tiene un candidato que lo represente. Utiliza el voto para dar una señal respecto a la dirección en la que espera que se empiecen a producir cambios de modo que a futuro se amplíen las posibilidades para cierto tipo de candidatos y ciertas propuestas.
5.- Votar nulo.
Utiliza el voto para marcar descontento, pero no deja en claro que es lo que se quiere en cambio ¿Propuestas distintas? ¿Candidatos distintos? ¿Un sistema distinto? La ventaja de esta alternativa es que deja en claro que no es flojera lo que te mueve, no es “no estar ni ahí”, porque me levanto y voy a votar. El problema es que no se entienda para qué lo hago.
Con la aprobación de la ley de voto voluntario, el no votar es una alternativa, y por lo mismo, no votar es señal de algo, porque lo elijo así. Ahora, el grupo de los no votantes no es homogéneo, dentro de él yo detecto al menos tres grupos ¿En qué proporción? Imposible saberlo, porque el no votar inevitablemente los mete a todos en un mismo saco, pero de todas formas creo justo identificarlos por separado:
6.- No votar y hacer algo al respecto.
No creen en el sistema de votación pero quieren cambiar las cosas (y lo hacen, pero no a través del voto). Como votar no les sirve, trabajan por encontrar otros medios para movilizar el país y realizar los cambios sociales que se necesitan.
7.- No votar y que no me importe.
Esta alternativa la toman quienes entienden que su vida funciona bien y que salga electo uno u otro candidato no generará ningún cambio para ellos mismos ni para el resto del país. A veces creen que seguir adelante con su vida es suficiente aporte para la sociedad.
8.- No votar y esperar a Superman.
No votan porque no les gusta como están las cosas, pero no hacen nada para cambiarlas, esperando que alguien más las solucione. Algunos en este grupo tienen la noción de que un candidato puede ser menos peor que otro, pero no están dispuestos a elegir, porque elegir significa comprometerse, y valoran más su libertad individual que ser vinculado con cualquier candidato u ideología.
* Objetar.
Mención aparte merecen quienes buscan nuevos usos para el voto, como la campaña “Marca tu voto”, que invita a marcar con “AC” en la esquina del voto para demostrar tu interés por que se realice una Asamblea Constituyente para cambiar la constitución, aprovechando la figura del “Voto objetado” que no le hace perder validez a tu voto.
Por supuesto, mi intención no es decirles qué hacer con su voto, sino que pretende reflexionar acerca de cómo, lo que hagamos y lo que no hagamos el 17 de noviembre, sí tiene implicancias para el país. Los invito a echarle una mirada a las alternativas y elegir la que más te haga sentido, pero no solo pensando en nuestra conveniencia individual, sino pensando en ayudar a la sociedad en su totalidad. Aprovechemos esta oportunidad que nos da el sistema, aunque no nos guste, para aportar con nuestro grano de arena, haciendo o no haciendo, lo que consideramos será lo mejor para Chile.
¿Y tú? ¿qué opción vas a tomar para la próxima votación? ¡Los comentarios están abiertos! Y si me faltó alguna alternativa en la lista, los invito a compartirla.