Más de una vez me he quedado en pana, perdido una billetera o estado en una situación incómoda y más de una vez gente que jamás en mi vida había visto, me ayudó a salir del aprieto. No sé si SanGuchito me tendrá "buena" o si me tocó estar justo en el lugar acertado en el momento exacto, pero en una sociedad como la chilena, donde se ven personas con el ceño fruncido o hablando de lo dura que es la vida y de las cosas malas que les han pasado, me ha tocado ver y vivir muchos gestos de generosidad.
Comprensiblemente, a menudo la percepción general es que ocurren más cosas malas que buenas a nuestro alrededor e incluso en el mundo. Es mucho más fácil ver y recordar hechos negativos que los positivos. Por mucho que una persona pueda creer en la bondad humana o en nuestra capacidad de ser "civilizados", solo basta que te asalten una vez, que te echen el auto encima o que alguien se aproveche de tu buena voluntad para ver disminuida –o perder completamente– la llamada "fe en la humanidad".
Si te ocurre o ha ocurrido esto, te aliviarás de saber que es algo natural: nuestro cerebro instintivamente tiende a preocuparse más de las cosas negativas. Evolutivamente hablando, es lo que le permitió a nuestros primitivos antepasados sobrevivir en un medio hostil y con pocas comodidades.
Asimismo, los eventos negativos no sólo son más fáciles de recordar, sino que tienen un "peso" mayor a los positivos: se estima que se necesitan como mínimo entre tres y cinco eventos, emociones o situaciones positivas para contrapesar una negativa.
En vista de lo anterior, el recordar o tener presente las cosas buenas que nos han pasado o hemos visto, tiende a ser más bien un ejercicio consciente en vez de una operación automática, pero el efecto que puede tener sobre nosotros es poderoso, capaz de emocionarnos hasta los huesos e inspirarnos. Las buenas acciones, actos de generosidad y gestos de bondad abundan tanto en Chile como el resto del mundo y aquí van algunos para mejorarte el día.
Daniel Black, un joven inglés de 26 años, lleva 4 años en una silla de ruedas luego de que un accidente lo dejó parapléjico en Gales del Sur, en el año 2009. Mientras se recuperaba en el hospital, sufrió un derrame cerebral que además le paralizó el brazo derecho. Después del accidente comenzó a recaudar fondos para acceder a un tratamiento de células madre que podría devolverle la habilidad de caminar y logró juntar más de 30 mil dólares con este fin.
Sin embargo, cuando todo parecía indicar que Daniel iba a usar el dinero para operarse, decidió donarlo a alguien que lo necesitaba más que él: Brecon Vaughan, un niño de seis años con un atípico caso de parálisis cerebral. "Yo sé qué se siente poder caminar, Brecon no. Él lo necesita mucho más que yo en este momento", dijo Black.
Si bien los 30 mil dólares, sumados a los 19 mil que había juntado la familia de Brecon, distaban de los 90 mil que costaría la operación en Estados Unidos, la viralización de la noticia trajo consigo suficientes donaciones para pagar la operación. En estos momentos Brecon está en Estados Unidos, preparándose para la intervención que le debiera cambiar la vida.
Hace poco publicamos una noticia sobre Glen James, un norteamericano en situación de calle, que devolvió una mochila con 42 mil dólares y fue recompensado generosamente por una campaña realizada por un completo extraño.
En los comentarios, de esa noticia, nos llegó una aún más emocionante, sobre un anciano búlgaro llamado Dobri Dobrev que, pese a dedicarse a mendigar, ha donado cada centavo que ha ganado (más de 40 mil euros) para destinarlos a orfanatos y otros servicios sociales y para la restauración de monasterios de su país, mientras él se mantiene con su pensión mensual del Estado de 80 euros.
Ante catástrofes naturales también puede surgir lo mejor de la calidad humana: aún cuando en el terremoto del 2010 en nuestro país hubo saqueos, robos e historias trágicas, también hubo muchos casos de ayuda, cooperación y generosidad. Uno de ellos fue el caso de Denisse Quezada, periodista, quien horas después del terremoto decidió partir a pie a buscar a su hijo desde Santiago a Curanipe, localidad 400 kilómetros al sur, afectada por el tsunami que azotó las islas y costas australes del país. ¿Cómo llegó? A costa de coraje y la ayuda de personas que no conocía.
Más impresionantes son las múltiples historias de pescadores que se lanzaron a rescatar víctimas del maremoto, volviendo una y otra vez al lugar a buscar más personas. Algunos, como Osvaldo Gonzalez lograron sobrevivir, pero otros, como su propio primo Alejandro Gomez Gonzalez, murieron en el intento.
Después del peor terremoto en su historia en el año 2011, Japón, una sociedad donde la gente escomúnmente vista como fría, impersonal y solitaria, mostró el corazón a través de tuíts conmovedores :
"Anoche había un montón de gente en la estación Aobadai que no podía llegar a su casa. Pero había gente en autos particulares gritando '¡Si alguien va para [X] lugar, súbase!' Yo me subí en uno de ellos y cuando le agradecí al conductor, me respondió: '¡No te preocupes! Estamos todos en el mismo bote. Tenemos que permanecer unidos'".
La lista completa de tuits puede ser leída en este link (en inglés).
Si algo positivo surgió del atentado de la maratón de Boston a comienzos de este año, fueron los gestos de solidaridad y bondad de la gente en respuesta al trágico desenlace que le costó la vida a tres personas y dejó a cientos de otras heridas, -de los que ya les contamos en una nota anterior- como el caso de quienes ofrecían sus celulares a quien los necesitara, sin preocuparse de recuperarlos y los corredores que siguieron corriendo hasta el hospital para donar sangre.
Muchas veces los pequeños actos de generosidad o bondad pasan desapercibidos. No siempre hay alguien con un celular o una cuenta de twitter para masificarlo, pero cuando ocurre, nos puede sacar una que otra lágrima, hacernos sonreír por dentro y al mismo tiempo restaurar un poco nuestra a menudo debilitada fe en la humanidad.
El siguiente es un video recopilatorio de un sinnúmero de actos de solidaridad y bondad que quedaron registrados en video.
En mi opinión, el real desafío no es el ser más generoso o valorar más las cosas buenas, sino hacerlo en desmedro de todas las cosas negativas que nos puedan pasar. Como dijo Mahatma Ghandi, "No debemos perder la fe en la humanidad, que es como el océano: no se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias".
Personalmente, conozco un caso cercano de dos hermanos que pasaron años sin hablarse luego de una riña por dinero. Eventualmente, al mayor le detectaron un problema renal severo, con la posibilidad de necesitar un trasplante de riñón. El menor rompió los años de silencio ofreciéndole uno de los suyos.