La gracia de la ciencia ficción no es hablar del futuro, sino aprovecharse de supuestos avances tecnológicos y cambios en el orden mundial ficticios para crear una metáfora potente de algún problema al que la humanidad se enfrenta en el presente.
Neill Blomkamp, director y guionista Elysium, lo entiende perfectamente y construye en esta película una excelente representación de la problemática y las injusticias que genera una sociedad en la que los más ricos se mantienen alejados de los más pobres y aprovecha las posibilidades que le entrega el situarse en el futuro para llevar esta representación al extremo. El problema es que tener el contexto perfecto no es garantía de que podremos contar una historia redonda y es ahí donde la película, aunque finalmente logra llegar a la meta, titubea con bastante frecuencia.
La historia nos sitúa en el año 2154, en donde, debido a la sobrepoblación del planeta, los ricos han decidido mudarse a vivir a una estación espacial llamada Elysium. Ahí pueden seguir manteniendo su estilo de vida, viviendo en mansiones con grandes piscinas y contando con un mágico sistema de medicina que cura cualquier enfermedad. La Tierra, mientras tanto, está convertida en un barrio pobre de país tercermundista: pobreza, pandillas, trabajos explotadores y un sistema de salud paupérrimo es el ambiente en el que viven los ciudadanos, donde el único acceso a tecnología es a través de la policía y los funcionarios públicos, quienes fueron reemplazados por robots.
La trama es simple: Max DeCosta (Matt Damon) es un terrícola criado en un orfanato que de niño soñaba con viajar a Elysium. Hoy, ex-convicto que trabaja construyendo robots, sufre un accidente radioactivo que le da una esperanza de vida de solo 5 días. Su única esperanza de vivir es viajar de forma ilegal a la estación espacial y acceder a uno de los sistemas de salud instantáneo que poseen los ricos y, por supuesto, llegar hasta allí no será nada fácil.
La verdad es que Blomkamp hace muchas cosas bien en esta película, porque sabe perfectamente lo que necesita una buena historia de ciencia ficción para ser potente y entretenida. El problema es que muchas veces me pareció que la película transitaba estos caminos de manera forzada, como si el director no la dejara seguir su curso natural, preocupado más de satisfacer ciertas expectativas que de dejar a la historia fluir. Aunque la película a grandes rasgos está bien y está cargada de buenas intenciones, el encontrarse con tantos personajes que parecieran existir solo por conveniencias de guión (más que por tener un sentido importante), con secuencias de acción espectaculares, pero argumentalmente innecesarias y con clichés tan poco sutiles para hacer avanzar la trama, me hicieron imposible conectarme con su historia.
La verdad es que Elysium es una buena película. Pero buena nomás. Tiene elementos muy destacables que le permitirían ser excelente, pero se cae en otras cosas que la devuelven al montón. De todas formas, después de ver esta película y Distrito 9 (la anterior del mismo director) queda claro que Blomkamp tiene muchas cosas para decir y una narrativa y una visión de la ciencia ficción muy interesante. Probablemente, si en sus próximas películas logra corregir aquellos ripios, nos encontraremos con obras sobresalientes. Mientras esperamos, tenemos a Elysium, entretenida para pasar un buen rato, pero sin hacernos alucinar.