Desde hace un tiempo, la nueva generación de jóvenes ha empezado a recibir las críticas de personas mayores que los tildan como ciudadanos poco comprometidos. Como hombres y mujeres que prefieren vivir su libertad individual sin necesariamente comprometerse a un proyecto en conjunto con otras personas, ya sea una empresa, un matrimonio o incluso una religión. Pero parece ser que la verdad reside en otra mirada. No es que hoy nuestra generación sea menos comprometida, sino que puede ser profundamente dedicada a algún proyecto, pero lo es de forma más corta, más crítica, pero también más intensa.
Hoy son millones de jóvenes los que se involucran con proyectos sociales que pueden marcar sus vidas y cambiarles su mirada sobre el desarrollo, son millones también los que deciden comprometerse con proyectos propios o laborales que tienen un fin medible y verificable en el mediano plazo y sumado a eso, siguen habiendo muchas personas que hoy también apuestan por una relación familiar para vivir de manera conjunta. ¿Dónde está la diferencia entonces? Probablemente en el hecho que para las generaciones pasadas el compromiso bien entendido sólo se daba cuando la dedicación hacia un proyecto era de por vida –especialmente en lo laboral y político- por lo que las carreras dentro de una empresa o la vinculación con alguna mirada política era consecuentemente hasta el final. Hoy no es así. Nadie se siente obligado a votar de una misma forma por el resto de su vida, pensar siempre en consecuencia con una misma visión política o tener que responder por décadas frente a una empresa en la cual hemos trabajado fuertemente durante un periodo. Las cosas pueden cambiar y van a cambiar, y eso entra hoy en la ecuación de un nuevo compromiso.
Sin embargo, es importante entender que este nuevo paradigma no excusa de una vinculación real con proyectos o decisiones en conjunto. Lo social existe y la proyección de una idea y construcción común y colectiva es siempre un elemento esencial de la operación. Lo que se incluye es el factor tiempo. Esto tal vez se da por una mayor conciencia sobre nuestras vidas y lo que queremos lograr, pero sin duda también se enmarca en la dedicación real a un proyecto de vida. Al final, es una forma distinta de mirar el compromiso para una generación que hoy avanza de manera diferente.