Siempre he pensado que ser médico en el siglo XXI equivale a convertirse en una paradoja con patas. Es que los supuestos paladines de la salud hoy en día, presentamos tantas patologías como las que nos atrevemos a diagnosticar. En una encuesta del 2004, se reveló que un 30,5% de mis colegas fumaban. Además, Medscape el 2014 identificó que un 34% de ellos estaban con sobrepeso y 8% con obesidad. Incluso, el año pasado un estudio mostró que un tercio de los galenos presentaba depresión y niveles elevados de estrés. ¡Vaya contrasentido!
Por eso y como parte del brindis de este nuevo año, en honor a mi familia, amigos, colegas y todos esos ciudadanos que han sucumbido a la obesidad, la hipertensión, la diabetes, la depresión y otras enfermedades crónicas, decidí publicar mis metas personales para el 2019. Se trata de la conquista de algunos de los grandes vicios de esta década.
De forma bien sencilla, resumí en 3A (Alcohol, Automóvil, Azúcar) y 3T (Tabaco, Tablets, Trabajo), seis obstáculos que me propongo a vencer de marzo a agosto, dejando el resto del verano para hacerme la idea, y los cuatro últimos meses para celebrar mi fuerza de voluntad y los logros alcanzados. Valga decir que el modo en que lo presento es más que nada ilustrativo, siendo el orden y el ritmo en que se realicen estos cambios distintos para cada persona. Aclarado aquello, ¡sólo me queda decir salud! (literalmente). Ahora vamos a ello.
No es novedad el que uno mencione primero este ítem, pero a riesgo de sonar redundante, es importante recalcar que no existe un límite inferior de consumo seguro y el daño es acumulativo en el tiempo, incluso si se trata de un solo cigarrillo al mes.
El panorama es complejo. Un tercio de los chilenos fuma, según la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017 y, aunque han ido mejorando los números con la Ley del Tabaco, para los consumidores sigue siendo un gran problema el abandonar este auténtico veneno que produce enfermedades cardiovasculares, bronquitis, cáncer y muchos otros daños que también afectan a los que están a nuestro alrededor (fumadores pasivos).
Como no es un paso fácil, sugiero realizar un plan personal siguiendo consejos básicos como establecer una fecha límite para dejar de fumar (día D), y mientras tanto eliminar cajetillas, ceniceros que estén disponibles, avisar en hogar y trabajo lo que se desea lograr, reemplazar el fumar por actividades distractoras como caminar, beber agua o jugar en el celular, entre otros. También existen los chicles de nicotina y otros medicamentos para superar el síndrome de abstinencia. Hay además programas de consejería en nuestros Cesfam y se puede solicitar información y apoyo psicológico a través del teléfono Salud Responde (600 360 7777).
En abril en la zona central (aunque no en todo Chile), aún gozamos de buen clima, periodo ideal para aprovechar las ciclovías con nuestras bicicletas, scooters, patines y skates. Las cosas se están haciendo bien. De hecho, Santiago es la ciudad con mayor cantidad de viajes en bicicleta en Latinoamérica. Sin embargo, casi un 90% de los chilenos son sedentarios, según la misma ENS 2016-2017.
Es fundamental que integremos la actividad física mediante el transporte, puesto que tenemos mucho menos tiempo para realizar ejercicio adicional durante el año laboral. De más está decir que el usar estos medios de transporte nos aporta muchos beneficios, como mejorar la condición cardiorespiratoria, disminuir las emisiones contaminantes, reducir el estrés, además de ahorrar dinero. Para los peatones que no estén acostumbrados al transporte público, hoy existen aplicaciones como GoogleMaps y Moovit, que muestran el flujo de las micros y el metro, y sus recorridos y conexiones según el destino al que deseemos llegar.
Ya estamos en pleno periodo laboral, probablemente con una cuota estrés y varios after office mensuales, pero no es razón para excederse con las copas. En nuestro país el consumo de alcohol produce más pérdida de años de vida saludable (AVISA) que la obesidad y la hipertensión combinadas. En una semana corriente, los hombres consumimos 62 gramos de alcohol puro y, en el caso de las mujeres, 44 en promedio, lo cual se considera consumo perjudicial según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como la mayor parte del consumo ocurre en un margen relativamente estrecho (38 horas en la semana), es muy importante conocer el cómo evitar sobrepasar nuestros límites de forma abrupta. Algunas recomendaciones básicas son llevar un registro de nuestro consumo semanal, evitar ocasiones que nos incentiven a tomar, preferir siempre bebidas no alcohólicas, además de solicitar ayuda profesional si la ingesta de alcohol no se puede controlar de forma satisfactoria. Ah, y por supuesto, ¡siempre entregar las llaves después de beber!
Basta con ver a nuestro alrededor. En plena vía pública, se perciben jorobados transeúntes que contemplan ensimismados sus pantallas portátiles, indiferentes al contacto humano y a las condiciones del tráfico. El año 2017, un 83% de los chilenos tenía smartphones con acceso a internet, número que sigue aumentando diariamente. Obviamente hay que ser justos. Existen muchas ventajas en dicha tecnología. Por ejemplo, mis nociones culinarias serían hartos más pobres de no ser por las recetas de la Connie Achurra. Además, me permite estar en contacto con los equipos de salud en los que trabajo. No obstante, sé que podría pasar hasta tres horas diarias navegando por redes sociales y YouTube, además del ocasional Plants vs Zombies.
Por eso, en mis breves instantes de ocio intento cerrar los ojos, respirar hondo, meditar, hacer flexiones y elongar, actividades que consumen menos tiempo y ayudan más a reducir el estrés. Por otro lado, como la luz azul de las pantallas también produce insomnio, sugiero dejar cualquiera de esos dispositivos electrónicos cargándose fuera de la habitación. Como alarma, pueden usar un reloj-despertador común que se puede encontrar desde $6.000 en internet. En la noche un buen libro, que no tenga nada que ver con el trabajo... y a descansar.
Ya estamos en pleno invierno y el apetito por cosas dulces se dispara: ese chocolate caliente, esas sopaipillas pasadas y esas gomitas azucaradas en el velador… Pero justamente es ahora cuando tenemos un lapso de tiempo provechoso para enfrentar al gran imputado en los casos de obesidad, síndrome metabólico, hígado graso, diabetes, insuficiencia renal, infartos al miocardio y tantos otros: el azúcar.
Cada vez está más claro que la epidemia de obesidad que hoy tiene a Chile —con un 74,2% de la población adulta con exceso de peso y un 34% de los menores de seis años- está directamente relacionada con el consumo de azúcares refinados. En un metanálisis del 2016, patrocinado por Ritther Health (financiado por Kellogs y Kraft Foods, entre otros), pese a no encontrar evidencia de mecanismos fisiológicos de adicción, sí se reconoce que existe un consumo reiterado en modelos animales y humanos asociado a su alta disponibilidad. O sea, entre más barritas de chocolate escondamos en el escritorio de la pega, más ganas de comer azúcar tendremos.
Esto claramente tiene su eje central en la comida procesada, ya que en el 74% de esta existen azúcares refinados camuflados bajo más de 60 nombres distintos (sacarosa, dextrosa, maltodextrina, jarabe de maíz, etc). Esto incluye productos tan inocentes como el pan de molde y los aderezos de ensaladas y pastas. Por eso, cuando se trata de consumo de carbohidratos, mejor quedarse con legumbres, cereales integrales (ej. quinoa), y verduras y frutas al natural (no jugo de fruta, que no posee fibra). La comida envasada o dulces, idealmente dejarlos para eventos especiales.
Habiendo tomado las medidas previas, es mucho más probable que seamos más productivos y felices en nuestro empleo. Entonces podremos organizarnos para facilitarnos la vida, ya que el trabajo excesivo suele ser una causa de pérdida de tiempo y frustración innecesarios. Aquello es un tema relevante considerando que el trabajador chileno promedio se ausenta 16,8 días al año a la pega, versus 11 días en el resto de los países pertenecientes a la OCDE (o sea, un 53% más), siendo la principal causa de licencias médicas, las enfermedades mentales.
Si nuestro lugar de desempeño nos permite una vida familiar equilibrada, si poseemos buenas relaciones con nuestros colegas y superiores, si nos despertamos con energía y dormimos con la satisfacción de una labor significativa y bien cumplida, podemos considerarlo compatible con nuestro bienestar físico, psicológico y social. De lo contrario, hay que reconsiderar si es mejor buscar otra oportunidad que permita realizarnos como individuos sanos y felices, verdaderamente exitosos.
Cumpliendo estas metas, podremos pasar la segunda mitad del año relajados, sintiéndonos más atractivos, comiendo rico a veces, pero sin culpa, entreteniéndonos al aire libre, luciéndonos en nuestros oficios y libres de las nocivas adicciones. A fin de cuentas, tener la calidad de vida que merecemos como seres humanos.