Sí, ya sé. La canción habla de marcianos y no de robots, pero tómeselo con humor y cante conmigo. Esta clásica tonada es una visión relajada y divertida ante algo que desconocemos e incluso tememos, y esa es la idea. Todavía no hay garantía de que exista vida extraterrestre, pero de lo que sí estamos seguros, es que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse, y si bien algunos juran que es el acabose –tenemos varios ejemplos en la cultura pop sobre luchas hombre/máquina–, yo vengo a decirle que no tiene por qué ser así. Que siempre depende de nosotros mismos.
La alerta fue puesta por SmartPlanet, sitio que divulgó una reciente investigación del Programa sobre los Impactos de la Tecnología Futura de la U. de Oxford. Dicho estudio asegura que, de aquí al 2033, el 45% de la fuerza laboral será cubierta por algún sistema mecanizado o computarizado, relegando la necesidad del humano ahí. El equipo revisó 702 trabajos actuales en EE.UU., analizándolos desde la perspectiva del avance tecnológico y su impacto en los mismos, y se definió que el “desplazamiento” sucederá en dos etapas. La primera implicará el reemplazo de personas en campos como el transporte o la construcción, y en la segunda etapa ya desplazaría a algunos especialistas en ámbitos científicos o de ingeniería.
Todo lo anterior suena perfectamente posible y, si me permite, no es ni tan grave. En serio. Está muy bien que algunas cosas se automaticen, ¿o usted piensa que era mejor rebobinar con un lápiz bic en lugar de la casetera? Lo relevante es que el estudio advierte que “la tecnología causa desempleo”, una generalidad muy irresponsable considerando que hay muchas formas de evaluar este panorama, dejando un espacio restringido a los apocalípticos. Ya ha sucedido muchas veces en nuestra historia que el implemento novedoso del momento (llámese la rueda, y de ahí en adelante) causa que algunos se pongan a correr en círculos, que surjan los más negros vaticinios, se tema el fin de los tiempos y al final… no pasa nada. Adaptarse y continuar es la consigna, porque como dice Freddie, the show must go on.
Piénselo así: cuando inventaron la calculadora mecánica, muchos contadores o símiles estuvieron a un paso de lanzarse al Mapocho. Claro, una maquinita se encargaría de las cuentas que, hasta ese minuto, era responsabilidad del puño y letra (o del ábaco) de un puñado de ñoños buenos para los números. ¿Y qué pasó? ¿Se acabaron los matemáticos?
¡Al contrario, surgieron más! Fue un excelente empuje para realizar cálculos más interesantes y complejos, lo que permitió un mayor desarrollo en áreas antes inaccesibles. Por lo mismo, generó un montón de nuevos empleos: esa “maquinita” debía ser manejada por un especialista ya que sólo era una herramienta. Los robots también lo son, pues hay una mente humana detrás. Sin ir más lejos, otro estudio de la industria robótica predice que en 8 años podrían crearse entre 2 y 3,5 millones de nuevos trabajos derivados de la necesidad por seguir creando y desarrollando esta misma inteligencia artificial. ¿Irónico, no?
Y también piénselo así: no olvidemos que hay ciertas características que ni los más locos científicos creen que la Inteligencia Artificial pueda lograr, tales como la empatía, el impulso, el criterio por contexto (tomando la multiplicidad de factores emocionales), qué se yo. Lo intangible, lo que no sabemos por qué lo hacemos pero lo hacemos, las corazonadas… Tantos detalles que de alguna forma definen la complejidad del ser humano y que son tan importantes en algunos trabajos de áreas como el arte o la psicología. Irrepetible incluso entre dos humanos promedio, irreemplazable por unos cuantos circuitos.
El debate recién comienza y sin duda hay argumentos para todas las trincheras, pero creo que el mejor escenario posible es equilibrar las fuerzas. Mientras la modernidad nos facilita el día a día, al mismo tiempo la hiperconexión nos urge a recuperar el contacto de piel, así como la saturación de grandes malls nos empuja a valorar la vida de barrio. Es cuestión de balance. De hecho, este mismo estudio que parece ser tan negativo, nos ayuda a ver el vaso medio lleno: mientras más información tengamos de la influencia de la tecnología en nuestras vidas, con mayor razón nos preocuparemos de minimizar la parte poco amigable del impacto en todos nuestros asuntos, incluido el laboral. Lo demás es miedo infundado, así que no caiga en él. Empodérese. Recuerde que la tecnología debe estar siempre a su servicio. Deje que los robots lleguen, que se tomen las caderas y bailen cha-cha-cha. Igual el trencito, tarde o temprano, lo liderará usted.