Los estudios muestran que un 20% de los niños y adolescentes de nuestro país no goza de salud mental. Esto significa que carecen de la capacidad para irse desarrollando de acuerdo a su edad y sus características personales, de aceptar frustraciones, explorar el mundo e ir aprendiendo a convivir con otras personas. Son niños y adolescentes que viven los desafíos normales de cada etapa con dificultad, no pudiendo avanzar como debieran y, por ende, sufriendo.
La psiquiatra Flora de la Barra, profesora de la Universidad de Chile y médico de la Clínica Las Condes, entre otros lugares, es una de las personas que más ha investigado este tema. Una de las cosas que más le preocupan es que menos de la mitad de los niños que necesita ayuda, ha consultado alguna vez. O sea, queda mucho por hacer para lograr que los adultos tomen conciencia de este problema y también en la prevención de los trastornos mentales.
Flora de la Barra explica que desde la salud pública hay distintos niveles desde dónde se puede actuar para la prevención. La prevención primaria sería con miras a que todos los niños vivan en un ambiente sin factores de riesgo y con factores protectores. “Tendríamos que tener colegios razonables, que se preocupen del niño como persona, de su capacidad de aprender y no tanto de embutirle conocimiento. También, colegios que manejen la violencia y promuevan el buen trato. En la familia, tratar la psicopatología de los padres, tener consejería para las crisis familiares, que los pediatras en el control del niño sano estén siempre dándoles indicaciones a los padres para prevenir y ayudarlos a crear un ambiente favorable al niño. Y en la sociedad, que los medios de comunicación en vez de pasar puras frivolidades y dar noticiarios de terror, mostraran programas que apoyaran la educación y difundieran estos mismos temas de salud mental”, explica Flora de la Barra.
El nivel secundario, corresponde a la detección temprana de los trastornos. Para eso, la psiquiatra señala que es necesario entrenar a los padres y los profesores para que sepan reconocerlos y, también, mantenerlos informados de cuáles son las instancias a las que pueden acudir. De otra manera, la detección no se materializa en un real aporte al bienestar del niño.
Por último, el nivel terciario se refiere a lo que ocurre en la clínica, es decir, con los niños y adolescentes que están en tratamiento. Ahí, la psiquiatra considera fundamental incluir a los padres y a los profesores. “Ésa es la manera de trabajar bien y eso es lo que hace la mayoría de los profesionales”, afirma.
En términos generales, Flora de la Barra piensa que todas las personas que están en contacto con los niños y sus familias deberían tener capacitación en salud mental. El pediatra, por ejemplo, debiera hacerle preguntas a la mamá más allá de la vacuna o el peso: cómo se le porta el hijo, cómo se siente ella, si tiene a quién recurrir cuando tienen un problema o qué es lo que más le cuesta. Si él piensa que esa madre necesita ayuda, puede derivarla a un psicólogo o a la institución que corresponda.
Lo mismo podría hacerse incluso antes, desde el momento de la ecografía: el médico podría preguntarles a los padres o la madre, si va sola, qué sienten respecto de ser papás, si le tienen nombre al niño o si le han preparado un lugar en la casa. También puede observar la relación entre el matrimonio y, de haber problemas, proponerles un programa de consejería.
La psiquiatra cuenta que ya se está haciendo mucho en esta línea en Chile. Como ejemplo, cuenta que desde alrededor del año '90 las enfermeras que hacen el control del niño sano están recibiendo formación para enseñarles a las mamás sobre estimulación temprana y evaluación de salud mental. “Esto se puede perfeccionar mucho más y requiere capacitación continua. No sirve hacer una capacitación y evaluar diez años después. Además, en los consultorios rotan mucho los profesionales. Un buen plan de salud mental hace capacitación continua y consultoría con los psiquiatras para al menos una vez al mes mostrarles los casos difíciles. Debiera haber más coordinación entre los distintos niveles de atención”, indica la psiquiatra.
Por otro lado, insiste en que la salud mental se puede fomentar desde muchos puntos de la sociedad y que todos podemos poner un granito de arena. Para ella, esto comienza con creer que para la sociedad es una inversión, no un gasto, traer al mundo a una nueva persona y criarla bien. “Está recién empezando la responsabilidad social empresarial, pero muchas veces lo hacen fuera de la empresa. Buscan un proyecto para la sociedad pero no con sus empleados, que sería lo óptimo; empezar por casa y proyectarnos para afuera además”, propone la psiquiatra. “Es un cambio de mentalidad en que todavía nos falta mucho".
22,5% de los niños y adolescentes en Chile mostró tener un trastorno psiquiátrico con discapacidad psicosocial. Es decir, un trastorno que dificulta su día a día.
5,1% mostró algún trastorno afectivo, la gran mayoría depresión mayor.
10,3% mostró déficit atencional con hiperactividad. En los niños de 4 a 11 años lo padecen un 20,6% y entre los adolescentes, un 8%.
Fuente: “Estudio de epidemiología psiquiátrica en niños y adolescentes en Chile. Estado actual”. Autores: Dra. Flora de la Bara M., Dr. Benjamín Vicente P., Dra. Sandra Saldivia B., Roberto Melipillán A. Año: 2012.
Muestra: 1.558 niños de Santiago, Iquique, Concepción y Cautín.