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Imagen: César Mejías
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La crianza en tribu es la clave para los padres que quieren estar en todas (pero no están en ninguna)

Muchos padres crían en soledad a sus hijos, probándose a sí mismos y al resto que “se la pueden solos”. Pero la crianza en tribu es una herramienta necesaria de apoyo. María Paz Badilla, de Fundación Ideas para la Infancia, nos da las claves.

Por Maria Paz Badilla Budinich | 2018-07-10 | 12:00
Tags | crianza, tribu, apoyo, familia, comunidad.
Para criar en tribu, es esencial abrir las puertas a esos “otros” que serán nuestros aliados en el proceso de acompañar el desarrollo de nuestros hijos. Aquél que sabe con quién cuenta y es capaz de pedir apoyo en esta tarea, logra compartir ese peso, alivianando la carga.
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La cooperación entre seres humanos siempre ha sido una estrategia para la sobrevivencia. Así, los diferentes desafíos que nos pone la vida logran ser superados con mayor facilidad cuando estamos bien acompañados.

El nacimiento de un niño es un hito en la vida de cualquier familia y trae consigo alegrías, pero también múltiples desafíos y eventualmente crisis. Un niño viene a enseñarnos acerca de nosotros mismos, de nuestra historia y también nos invita a desarrollar una versión mejorada de cada uno, esa que tendrá que ser lo suficientemente sensible como para atender sus necesidades y entregar en esta relación de reciprocidad, la calidez necesaria para acolchonar su desarrollo.

Muchos padres y madres del mundo moderno, intentan cumplir con las obligaciones de la crianza cargándose todo el peso de lo que implica esta gran responsabilidad. Pero ¿es esto es necesario?, ¿acaso no es mejor criar acompañado?

Ojo con los superpadres/madres!!!

Se ha impuesto de alguna forma un modelo individualista, en donde el más fuerte es el más competente, quien es más capaz de aguantar la presión, el estrés y estar en múltiples escenarios al mismo tiempo respondiendo “bien”. Somos una especie de pulpos humanos que damos poco abasto con tanta demanda a nuestro alrededor.

Severino Antonio, educador y escritor brasilero dice: “Una de las grandes soledades del mundo contemporáneo es la pérdida de la comunidad”. Esta comunidad con la que hace siglos atrás sobrevivimos a los más grandes obstáculos, en el mundo actual ha perdido fuerza presencial, lo que ha implicado que algunos crean que pueden criar a “puertas cerradas”, lo que sin duda tiene sus costos.

Pero si hay algo que la historia de la humanidad nos ha enseñado -y nos vuelve a mostrar cada vez que nace un niño- es que la crianza como espacio de desarrollo familiar no puede vivirse en soledad. La crianza es un espacio que vuelve a vitalizar el vivir en tribu, apoyados y acompañados; ese es el escenario que facilitará positivamente muestra experiencia parental.

“Para educar a un niño hace falta la tribu entera”

Hay un antiguo proverbio africano que dice: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”.

Criar podría ser sinónimo de compartir experiencias, vivencias, emociones, dudas, ambivalencia, cuidado, responsabilidad, cariño, cansancio… Compartir el cuidado para dejar de sentir que la crianza es un peso que lo cargamos individualmente, convocando en este desafío a toda una sociedad, partiendo por nuestras redes más cercanas.

Para criar en tribu, es esencial abrir las puertas a esos “otros” que serán nuestros aliados en el proceso de acompañar el desarrollo de nuestros hijos. Aquél que sabe con quién cuenta y es capaz de pedir apoyo en esta tarea, logra compartir ese peso, alivianando la carga.

Si hacemos un dibujo de nuestras redes, ¿dónde estaría la tía Juana?

¿Quiénes son esos “otros” que configuran nuestra tribu? Para algunos son miembros de la familia, para otros amigos, vecinos, otros padres y madres… No importa tanto quiénes sean, sino el impacto que su presencia tiene en nuestra red de apoyo para la crianza.

Si hacemos un dibujo y ponemos a nuestra familia al centro, podemos empezar a visualizar y vincular a todas aquellas personas que son fundamentales en el ejercicio de nuestra parentalidad. Estas personas pueden tener lugares y posiciones diferentes, estar cerca o lejos, cumplir con roles distintos según el tipo de contención que nos dan, pero todos serían parte de esa comunidad que se moviliza cuando necesitamos apoyo.

Es crucial al hacer nuestro mapa, entender que cada persona es única y por ende nos podrá entregar un apoyo diferente, que para ser efectivo debe relacionarse con lo que necesitamos como familia.

¿Qué tipos de apoyo necesitamos?

Podríamos diferenciar cuatro tipos esenciales de apoyo a la hora de criar, pudiendo combinarse y vincularse entre sí, y nos hablan no solo de las personas que nos prestan su sostén y contención, sino por sobretodo de sus recursos y cómo los ponen al servicio de nuestra crianza, según lo que necesitemos en cada momento.

1. Apoyo práctico: estos son los “otros” siempre listos. Listos para ayudarnos a organizar nuestras rutinas, listos para cooperar en tareas domésticas, listos para ayudarnos a cuidar de nuestros hijos. Ellos nos facilitan la vida y son capaces de movilizarnos con sus acciones, entregar la información que necesitamos, orientarnos a metas realistas y ayudarnos a tomar decisiones.

2. Apoyo emocional: aquí nos encontramos con esos “otros” que nos prestan oreja y sus hombros para llorar, nos hacen reír cuando es necesario y con quienes abrimos nuestra intimidad parental. A ellos les contamos sin vergüenza lo que compartimos con pocos, siendo un vínculo que se entrelaza en la confianza y la reciprocidad.

3. Apoyo espiritual: son los “otros” que nos entienden, que comparten nuestra misión de querer ser “buenos padres” y nos entregan por sobretodo la esperanza de que las cosas irán bien. Es la red de apoyo que nos ayuda a volver a darle sentido a los desvelos, las preocupaciones y el cansancio, mostrándonos siempre la otra cara de la moneda, esa que tiene como finalidad la construcción de nuestro proyecto de vida más trascendental: ver crecer felices a nuestro hijos.

4. Apoyo material: estos “otros” llegan cuando se les necesita entregando un apoyo concreto para la solución de problemas específicos. Nos prestan el auto cuando no lo tenemos, nos dan apoyo económico cuando estamos en problemas, nos heredan muebles o ropa para los niños, etc. Es un tipo de apoyo que busca ayudarnos con algo que puede faltarnos físicamente, sea monetario o no.

Construir comunidad es un bien necesario por estos días, entender además que los niños necesitan sentirse incluidos y pertenecientes a una gran tribu que los cuida y los protege, es también importante para acompañar su desarrollo.

¿Cómo creamos esta comunidad de cuidado?

Es fundamental que los padres estén informados y sepan con quién pueden contar cuando necesiten apoyo. Para esto, es recomendable potenciar espacios de conversación constructiva entre los padres y su familia extensa –por ejemplo, amigos y apoderados del colegio- donde puedan sincerarse las necesidades o presiones y se pueda buscar conjuntamente soluciones para cada desafío.

Así lo propone el enfoque de la parentalidad positiva, buscando que las sociedades en su conjunto comprendan su rol como agentes de cuidado para los niños y como soporte, en diferentes niveles, para las familias. ¡Cuando se trata de la infancia todos somos importantes!

La inversión en la infancia es justa y necesaria, sin embargo, es crucial comprender que invertir en los niños es también invertir tiempo y dedicación hacia sus familias, otorgarles oportunidades para que puedan practicar y mejorar sus habilidades, para conectarse con otras familias y contar con espacios donde pueda abordarse el tema de la crianza sin censuras.

Una tribu es un grupo humano que desde la confianza construye el espacio, presencial o digital, para acompañarse. Donde podemos decir lo que nos gusta y también lo que nos incomoda de tener niños, donde podemos hacer el duelo de la parentalidad que implica despedir aquello que se pierde cuando somos padres, donde se nos reconozca no solo desde el paradigma de los “buenos padres”, que resulta ser exigente y competitivo, sino que integrando también nuestro lado más oscuro y vulnerable para sentirnos dignos de recibir ayuda.

La crianza es un aprendizaje diario, y para que este se nutra efectiva y afectivamente, se necesita de estos “otros” que sean facilitadores de nuestras experiencias parentales.

¿Crías a tus hijos en tribu?

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Comentarios
Genoveva Bascuñan | 2018-07-10 | 14:58
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Esto es muy cierto. Con mi primera hija me costaba mucho pedir ayuda, y los consejos me molestaban, porque había comprado la idea que los padres tienen q hacer todo por su cuenta. Esto me generó mucho estres y cansancio innecesario. Ahora con mi segunda hija estoy mucho más cómoda con mi red de apoyo, y la diferencia es notable.
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Que bueno leer tu opinión Genoveva... Ser madre es de seguro un aprendizaje constante,nadie viene programado para hacerlo y desde ahí la red de apoyo es importante. Encontrar aliados en el proceso que nos ayuden a disfrutarlo!

Abrazos
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den l | 2018-07-10 | 15:46
2
Voy a contarles la otra cara de la moneda: hay padres que no toman las mejores para sus hijos y como se aislan y no forman redes, no tienen a nadie que les diga lo mal que lo están haciendo. Esos niños crecen solos, sus padres son su infierno, y no tienen a nadie a quien acudir. Tampoco la familia "se mete" porque todo pasa en 4 paredes, y nadie se entera. Por eso aplaudo este artículo. La crianza debe ser en tribu.
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Cada vez hay más evidencia que nosm mi lo importante que es que un país invierta en programas de apoyo a la crianza tal como lo señalas para prevenir y promover el cuidado integral de niños y niñas y evitar que las familias se aislen, desprotejan a sus hijos.
El cuidado de niños y niñas tiene que ser sistémico y ser visto como una responsabilidad colectiva.
Es fundamental educar una cultura para la niñez.
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