*Esta nota fue publicada originalmente en enero de 2018. Hoy la destacamos celebrando el Día Mundial sin Tabaco.
Hubo un tiempo en que nuestros padres podían fumar en los aviones; nuestros profesores en la sala de clases; nuestros colegas en la oficina; nuestras abuelas en los pasillos del hospital en que nacimos; y nosotros mismos en el mall. La discoteque era una densa nube y nuestros pelos, ropa y piezas, olían a tabaco ajeno después de ir a una fiesta.
Eran los noventas y principios de los dos mil (y bueno, antes peor), cuando fumar era tan común como respirar y existía tan poca legislación, que a los 14 años podíamos ir al kiosco de afuera del colegio y comprar puchitos, sin que nadie nos mirara feo.
¿Cómo llegamos a la legislación que tenemos actualmente? ¿Cuáles han sido los hitos que nos han llevado a ser un país que regula sus niveles de tabaquismo? Porque en El Definido nos interesa la salud de todos y abogamos por un Chile con menos tabaquismo, ¡aquí te lo contamos!
Corría el año 2006, los “pinguinos” revolucionaban las calles y Hips Don't Lie de Shakira se oía (hasta el cansancio) en la radio. Pero también los chilenos tomábamos por fin conciencia de la importancia de normar nuestras conductas de tabaquismo, porque de eso dependía que nuestros hijos normalizaran o no el fumar.
La Ley de Tabaco fue promulgada en mayo de 2006 y contemplaba limitantes tanto para los consumidores como para los comerciantes y fabricantes de cigarros. Si bien todos nos acordamos de ella por el famoso “Don Miguel” o porque se nos prohibió fumar en el mall, era mucho más que eso. Recordemos a grandes rasgos qué fue lo que cambió hace ya casi 13 años:
Don Miguel. |
Y así pasaron siete años en que aprendimos nuevos hábitos, convirtiéndonos en un país mucho más responsable con la salud de sus ciudadanos. Y llegó el 2013, la película Nose convertía en el primer film chileno en ser nominado a los Oscar, y Michelle Bachelet salía elegida por un segundo período para ser presidenta del país.
Pero también renovábamos nuestro compromiso contra el tabaquismo, haciendo un poquito más dura la Ley de Tabaco, al aplicarle ciertas modificaciones:
Aquí se puede fumar. |
Y hemos seguido avanzando, porque aún hay mucho por mejorar en nuestras conductas de tabaquismo. Por eso, la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados,aprobó el año pasado indicaciones para prohibir la venta de cajetillas de menos de 20 cigarros. O sea, que de cajetillas de un mínimo de 10 cigarros, pasaríamos ahora a 20. ¿Por qué esto se considera un avance?
El subsecretario de Salud Pública del Minsal, Jaime Burrows, señaló: “el argumento es que las cajetillas de menor cantidad son más fáciles de vender. El tener un menor precio hace que la gente pueda acceder, pero la evidencia ha demostrado que esas personas terminan fumando más, porque, al ser un producto adictivo, compran más frecuentemente”.
Pero no es la única indicación suscrita. La comisión además aprobó establecer una cajetilla genérica; un empaque único, el mismo para todas las marcas y sin distinciones. El nuevo envase deberá contener también advertencias contra daños y enfermedades causadas por el tabaquismo. Estas deberán ocupar el 85% de una de sus caras y el 100% de la otra.
Para esto, proponen crear envases lisos, sin relieves, y donde la marca, la variante del producto y el nombre de la compañía, vayan impresos para todos de manera uniforme: con determinado tamaño y tipografía, color de fondo y ubicación en el empaque. Por su parte, la British American Tobacco asegura que esta última medida no tiene ningún impacto (aquí el comunicado sobre un estudio que respalda la postura de la organización en Australia).
Así y todo, Lidia Amarales, directora de la organización Respira Libre y ex subsecretaria de Salud Pública, dijo: “la cajetilla es una estrategia de marketing que usa la industria para poder llegar a los jóvenes. Hay evidencia de que la cajetilla plana disminuye el consumo de tabaco”.
Hay que considerar que el proyecto aún se encuentra en el segundo trámite legislativo, luego de ingresar como moción el año 2013 al congreso.
Todo depende del punto de vista que se mire. Como les contamos hace un tiempo, un estudio elaborado por la Universidad de Washington, arrojó que nuestro país se ubica dentro de los 18 que más rápido lograron reducir su índice de tabaquismo en la población, junto a otros como Nepal, Ucrania y Japón. Todo esto, especialmente dentro de los años 2005 y 2015. Dentro de esta década, la prevalencia se redujo en un 1% en el caso de los hombres y 0,6% en el caso de las mujeres en Chile. Es decir, de cien hombres que fumaban, uno dejo de hacerlo (y en el caso de las mujeres, menos).
¿Y en índices brutos? Según la Encuesta Nacional de Salud, el tabaquismo en el Chile de 2010 era de un 39,8%, mientras que en 2017 fue de un 33,3%. Una disminución si bien patente, aún no considerable.
Pero también hay algunos datos negativos, por ejemplo, la Encuesta Mundial de Tabaquismo realizada por la OMS y publicada en octubre de 2017, concluyó que pese a los enormes avances normativos, los jóvenes entre 13 y 15 años siguen accediendo sin restricciones a la compra de tabaco. Estopresenta un desafío para los siguientes años.
Los cigarros han tenido, consecuentemente a las reformas a la ley, dos grandes subidas de precio; una en 2006 y otra en 2014. Con respecto a los impuestos, al tabaco se le impone uno específico que corresponde a un 59,7%, a lo que hay que sumar el iva y otro pequeño impuesto a los cigarrillos. Así, Chile se ha convertido en uno de los 33 países del mundo que imponen impuestos que representan más del 75% del precio de un paquete (al por menor), según lo recomendado por la OMS para desalentar el consumo.
Lo bueno es que hemos avanzado. Y ya tenemos una tradición legislativa en cuanto a normar nuestras conductas de tabaquismo; una que se inició en 2006 –cuando aún era “normal” vender cigarros a un niño- y ha avanzado hasta hoy, cuando nos parecería una locura ver a personas fumando en malls o bares cerrados, y ya estamos pensando que vender cigarros de a diez, facilita la adicción.