Durante más de una década TVN pudo autofinanciarse, pero ahora el canal estatal está sumido en un espiral de pérdidas que arrastra desde hace ya tres años. Tanto así, que a nivel administrativo se ejecutó una orden para averiguar cuál sería el costo monetario de cerrar el canal si es que todo sale mal.
70 millones de dólares aproximadamente costaría el proceso. Pese a que eso ya está descartado al menos en el corto plazo después que el Senado aprobara ayer un proyecto de capitalización para inyectarle US$ 65 millones (aunque aún falta que lo apruebe la Cámara de Diputados, pero se cree que se tienen los votos), el panorama que enfrenta TVN es bien oscuro.
¿Por qué la señal necesita esa plata? ¿Qué tan mal está? ¿En qué la van a usar?
Pasó de vivir una década siendo líder en los matinales, teleseries diurnas e incluso las nocturnas, a consagrarse en el último lugar dentro de las cuatro señales principales (TVN, CHV, C13 y Mega). La gente está viendo menos TVN y las cifras son claras al señalarlo también. Pero, ¿qué hizo que todo se fuera a las pailas?
Razones hay varias y por lo mismo se tienen que analizar en su contexto.
1. La principal quizás sea la falta de dinero (y cómo se maneja). Tan solo en cuatro años sus ventas de publicidad cayeron a la mitad. Si en 2012 la señal estatal se llevaba el 30% de los ingresos por este concepto, ahora lo hace solo en un 16%. Y pese a que la industria televisiva se encuentra en crisis en general con una caída constante en sus ganancias entre 2012-2017, Mega triplicó sus ventas publicitarias en ese mismo período.
Pero puede ser que incluso con todo eso, en TVN las cosas no se hayan hecho de la manera más responsable. Luis Breull, experto en audiencias televisivas, sostuvo en una entrevista para La Tercera que parte del problema de la señal se debe a que los directores han incidido en una mala gestión. “En el 2015 el canal tuvo ingresos por $49.000 millones y tuvo gastos por $ 71.000 millones”, destaca.
Así, se podría decir que TVN está tratando de salir adelante en medio de aguas que ya están turbias. Pero el barco en el que zarpó también hay desafíos que superar.
2. A eso hay que agregarle que el éxito de Mega tiene mucho que ver con la caída de TVN. Desde 2014 que Mega viene “achuntándole” prácticamente a todo lo que hace. Empezó imponiendo la fiebre de las teleseries turcas y eso se traspasó a los hits que ha tenido en cuanto a sus producciones dramáticas nacionales, como Pituca sin Lucas en 2014 (calificada como la serie vespertina nacional más exitosa de la última década) o recientemente con la nocturna Perdona nuestros Pecados (que ya postula a ser la teleserie más larga de la historia de la televisión chilena).
¿Y qué tiene que ver esto con TVN?
Parte importante del área dramática actual de Mega viene precisamente de la señal estatal. La directora es María Eugenia Rencoret, quien trabajó en TVN durante 28 años y por quien el canal privado apostó hace tres, cuando decidió llevársela a su estación en Vicuña Mackenna.
Junto con ella se fueron un montón de actores clásicos del canal estatal, como Álvaro Rudolphy, Paola Volpato, Ingrid Cruz, etc. E incluso en un momento se habló del éxodo de figuras icónicas de TVN, algo que mencionó la actriz Sigrid Alegría en una entrevista para La Tercera en 2014 donde aseguró que “en TVN no se dieron cuenta del valor que habían tomado sus actores”.
Ahora, hay que tener en cuenta que en el mundo de la televisión abierta si a algo le va bien, esto es capaz de arrastrar otros programas al éxito. Es lo que pasa por ejemplo con el noticiario de Mega. Ahora Noticias se ha posicionado como el líder en sintonía y en parte se debe a una restructuración en la manera de trabajar, pero también tienen mucho que ver los buenos números que el canal ha logrado en el ámbito dramático.
¿Qué significa esto para TVN? Que dos de los pilares fundamentales de la señal están profundamente quebrajados. Una área dramática que no da buenos resultados y que sufrió la pérdida de grandes personajes y, por otro lado, un noticiario que se va quedando atrás frente a otros como el de Mega.
3. Por último, hay que sumar una serie de apuestas fallidas/malas decisiones. En este ámbito quizás el caso más icónico sea el del matinal, que correspondería a otro pilar fundamental de la señal abierta y que en TVN ya está bien quebrajado.
Durante los últimos años hemos visto a cargo de la conducción del entonces Buenos días a todos (ahora Muy buenos días) a literalmente un desfile de personajes, como Yvin Yann, Javiera Contador, Julián Elfebein, Renata Bravo, Karen Doggenweiler, Jaime Coloma, Dominique Gallego y un largo etcétera.
Algo que ha incidido en que el programa matutino no sea capaz de repuntar. Pero este ejemplo en realidad se puede extender a prácticamente toda la parrilla programática del canal, después de todo, ninguno de sus programas ha logrado liderar la sintonía en algún momento. Ni los matinales, ni los noticiarios, ni las producciones dramáticas, ni las apuestas con formatos extranjeros.
Más de 400 personas despedidas desde 2014, tres directores ejecutivos en cuatro años y un fuerte énfasis en el plan de reducción de costos. Las cosas no andan bien en TVN y para para ponerlo en perspectiva: sufrió $6.593 millones de pérdidas en 2014, $25.992 millones en 2015 y $14.683 millones en 2016.
Para hacerle frente a esto el canal recurrió al viejo truco del leaseback… ¿what?
Así se le llama a la operación que le viene como anillo al dedo a quienes cuentan con un gran activo, pero con poca plata en caja. En pocas palabras: la empresa pone en venta un bien a través de una agencia de leasing a cambio de un contrato de arrendamiento financiero.
Así, la empresa cede su derecho de propiedad, pero no se desprende de ella. De hecho, quien la compra le va pagando de a poco a quien se la vendió como si estuviera arrendando, pero sin poder hacer uso de lo que adquirió.
Ejemplo: TVN hizo una serie de leasebacks con sus edificios, equipos periodísticos y hasta la sede de Bellavista (la más grande y típica). Eso significa que ya no son “suyos” porque los vendió, pero seguirá utilizándolos a medida que sigue recibiendo dinero por parte de quien compró el leaseback, dependiendo de las condiciones que estipularon.
Suena más a una medida desesperada que a una decisión que podría salvar al canal. Sobre todo porque después de eso, TVN aún necesita financiamiento externo para salir a flote.
TVN se enfrenta a otros desafíos que algunas señales abiertas no. Después de todo, es el único que cumple con la nomenclatura de ser público (de hecho, quienes trabajan ahí son considerados funcionarios públicos), pero a su vez es autónomo, en el sentido que es el mismo canal el encargado de financiarse.
Por lo mismo, tiene prohibido endeudarse con privados y es por eso que en casos de necesidad como los de ahora, necesita pedirle al Congreso un aumento de capitalización para que el Estado pueda inyectarle dinero.
También se enfrenta a otras cosas, como la designación de su directorio. El presidente de los directores es elegido por el Presidente de la República, con la aprobación del Senado. A él se le suma el director de confianza elegido por el Presidente, el director elegido por el Senado (que no debe ser un parlamentario), otro elegido por la Cámara de Diputados, dos seleccionados por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y otro elegido por los trabajadores de la señal.
Con la aprobación del proyecto de aumento de capital de TVN por parte del Senado, y de aprobarse también en la Cámara Baja, el dinero aceptado (US$ 65 millones) se dividiría de la siguiente manera para hacerle frente a la crisis.
Después de todo, aseguran, es un gran peso hacerse cargo de un canal cultural que podría no ser tan competitivo contra los demás en términos de rating.