En Chile existen alrededor de 18 mil casos de menores de edad inimputables, según estadísticas del Poder Judicial. Estamos hablando de aquellos niños, niñas y adolescentes menores de 14 años (rango exigido para ser juzgados bajo la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente) que han cometido algún tipo de delito, pero que no se consideran responsables penalmente.

Menores que viven en condiciones de riesgo constante, que abandonan el colegio, que tienen importantes carencias afectivas, que se inician en las drogas y en la delincuencia; y que lamentablemente caen en conductas ilícitas que ameritan el ingreso a comisarías por sus conductas trasgresoras desde temprana edad.

Una realidad "extremadamente preocupante que habla de la deuda país que tenemos. Todo lo que invirtamos en prevención es mucho más rentable que hacerlo en reacción, cuando ya el niño está dañado y tiene una conducta delictiva", señaló el subsecretario de Prevención del Delito, Antonio Frey.

¿Cómo evitar que terminen presos y con prontuarios delictivos extensos? ¿Cómo proteger su infancia, prevenir las malas conductas y evitar los riesgos que los rodean?

La Fundación San Carlos de Maipo y  Paz Ciudadana realizaron una ardua investigación llamada en la que analizaron en profundidad más de 500 estudios y programas de intervención aplicados en Chile para menores inimputables, con el fin de detectar los más exitosos y replicables en el país.

Ambas fundaciones compartieron con El Definido sus conclusiones, donde destacan seis programas exitosos en prevención de delincuencia y propuestas de políticas públicas para una adecuada intervención de estos menores.

¿La clave en la mayoría de ellos? Trabajar de cerca con la familia.

1. Terapia Multisistemática (MST): interviniendo en el mismo hogar

La MST fue inventada en la década del 70 por el doctor estadounidense Scott Henggeler, quien, frustrado de los pocos avances que tenía con sus pacientes en los centros juveniles en los que trabajaba, decidió un día ir a ver a sus pacientes a sus casas.

Lo que encontró Henggeler fue la clave para entender por qué lo que él estaba haciendo no iba a generar cambios nunca. Entonces, desarrolló un programa de intervención intensiva en el propio hogar de los menores infractores para trabajar con ellos y sus padres o adultos que estén a su lado por un período de entre 3 meses y 12 meses, dos veces a la semana. Ni más ni menos.

El objetivo del MST se centra en la disminución de factores de riesgo de reincidencia delictual y favorecer conductas pro-sociales en el joven y también lograr el desarrollo de capacidades protectoras y competencias parentales en la familia. Se aplica en varios países del mundo y Chile fue el primer país latinoamericano en incorporarlo a través del "Plan de Seguridad 24 horas" que se aplica en más de 36 comunas del país. ¿Cómo se trabaja?

La terapia se basa en el empoderamiento de los padres para que vuelvan a “tomar las riendas” de la crianza; con disponibilidad de acompañamiento 24 horas al día, los 7 días de la semana de un equipo de profesionales altamente calificados en intervención clínica y psicosocial que les entrega herramientas para educar a los hijos y mantener una buena comunicación con ellos.

2. Triple P: programa de parentalidad positiva

Este programa, recomendado por la OMS, comparte varias cosas con el anterior, pero está enfocado en los padres, madres y cuidadores para ayudarlos en las distintas etapas de crianza de sus hijos desde la primera infancia.

Lleva más de 30 años funcionando en más de 20 países, con temas que van desde las pataletas hasta la desobediencia, dramas para ir a acostarse a peleas para hacer las tareas, bullying en el patio del colegio a la rebelión adolescente.

A través de seminarios, talleres grupales o sesiones particulares; un equipo de profesionales brinda consejos y herramientas de crianza a la medida de cada familia, para que los padres puedan aplicarlas en sus casas. El objetivo principal es ayudarlos a:

- Crear un entorno familiar estable y armonioso

- Enseñarles a los niños las habilidades necesarias para llevarse bien con los otros

- Enfrentar los problemas conductuales en forma positiva, consistente y decisiva

- Estimular la conducta que a los padres les gusta

- Desarrollar expectativas realistas de los hijos y padres

Además, Triple P cuenta con otros programas alternativos como Triple P Paso a Paso (para padres de niños con discapacidades), Triple P Estilo de Vida (para padres de niños con sobrepeso), Triple P Familias en Transición (para padres que están pasando por un divorcio o una separación) y Triple P para Pueblos Originarios (para las familias indígenas).

3. Terapia Funcional Familiar (FFT): trabajo directo con la familia

Este programa estadounidense busca tratar los conflictos familiares y problemas de comportamiento de la juventud, a través del fomento de la comunicación y negociación entre los miembros de la familia y en la motivación para que todos quieran cambiar.

La intervención consta en asesoramiento familiar de 12 sesiones en el propio hogar o en el lugar que decida la familia que tenga hijos menores de 18 años en riesgo o que están pasando por dificultades con trastorno de conducta, alcohol o abuso de sustancias.

Actualmente, presta servicios a más de 300 organizaciones comunitarias, estatales, nacionales e internacionales (incluido Chile), proporcionando terapia a alrededor de 20 mil familias al año.

4. Comunidades que se Cuidan (CQC): todos juntos por la prevención

Este programa de prevención desarrollado por la Universidad de Washington, que en Chile es aplicado por la Fundación San Carlos de Maipo y Paz Ciudadana; busca optimizar el trabajo sobre problemáticas que afectan principalmente a niños y jóvenes.

A diferencia de los anteriores, se basa en las opiniones de los propios niños y jóvenes de sus realidades (según cada contexto), para luego poner esa información en manos de las autoridades y líderes sociales, estudiantiles y vecinales a quienes les entregan las herramientas y factores protectores para que la intervención y acompañamiento de los menores esté en sus manos.

Las herramientas entregadas buscan reducir 6 factores de riesgo: abuso de sustancias, delincuencia, embarazo adolescente, deserción escolar, violencia y depresión. Esto, a través de las siguientes estrategias:

- Participación activa e interacción significativa con otros líderes prosociales

- Enseñanza de habilidades para el éxito

- Proporcionar elogio y reconocimiento por esfuerzo, mejora y logro

- Reconocer el esfuerzo promoviendo un vínculo positivo, conexión emocional y compromiso

- Estándares claros y saludables para el comportamiento del grupo al cual están vinculados los jóvenes.

Se aplica en más de 10 países y la evidencia internacional da cuenta de que los jóvenes son un 32% menos propensos a consumir alcohol, reducen en 25% el comportamiento delictual y en 14% su participación en hechos de violencia.

5. Familias Unidas (FU): padres unidos como agentes de cambio

Este programa de la Universidad de Miami que se aplica en Chile es una iniciativa que nace como respuesta para hacer frente al incremento de conductas problemáticas de jóvenes hispanos que viven en esa ciudad estadounidense.

La diferencia es que se implementa desde los colegios, y está dirigido a los apoderados de jóvenes entre 12 y 15 años y sus familias. Se desarrolla en 8 sesiones de grupos de padres (a cargo de un equipo de psicólogos y facilitadores), donde les ayudan a convertirse en agentes de cambio; y en 4 visitas de profesionales a las familias donde los padres practican las habilidades aprendidas.

Las habilidades se centran en la participación de los padres en los mundos de la escuela y los compañeros de curso de los hijos, la comunicación y apoyo familiar, el manejo de comportamiento, la crianza positiva, el monitoreo parental de la juventud, las drogas, consumo problemático y conductas de riesgo sexual adolescente.

Esta intervención ha reducido el uso de drogas en un 28%, consumo de alcohol en un 50%, cigarrillo en un 88% y comportamientos sexuales riesgosos en un 60%.

6. Paz Educa: apoyo positivo a los escolares para combatir la violencia

Este programa de la Fundación Paz Ciudadana está basado en un modelo de intervención conocido como "Apoyo positivo al estudiante" desarrollado por la Universidad de Oregon. Su objetivo es entregar una propuesta para planificar, organizar, monitorear y evaluar la convivencia al interior de una comunidad educativa; basándose en el lema "aquella institución que gestiona su convivencia escolar influirá positivamente en ella, impactando a la vez en una disminución de sus niveles de violencia".

El buen trato y la buena convivencia se promueve horizontalmente entre todos los miembros del colegio: directivos, profesores, alumnos, personal administrativo, padres y apoderados. ¿Cómo? A través de varios ejes:

1. Sensibilización, información e intervenciones universales en convivencia escolar

2. Actualización del Manual de Convivencia Escolar: integrando los comportamientos que no se esperan, sanciones y medidas reparatorias para las transgresiones; y también los pasos a seguir si se es testigo de violencia escolar.

3. Plan de enseñanza de valores: anualmente el colegio debe tratar los valores escogidos entre toda la comunidad escolar que se quieren trabajar con sus alumnos a nivel masivo y en cada sala de clases, enseñando además los comportamientos esperados de forma concreta, positiva y sencilla.

4. Sistemas de reconocimiento: ofrecer instancias donde se hagan reconocimientos (no materiales) de los valores comunitarios, para la conformación de una cultura escolar centrada en lo positivo, y que fortalece constantemente los aprendizajes logrados en materia de convivencia.

En Chile, el programa se aplica en 12 colegios públicos de La Florida y en otros colegios de Puente Alto, Recoleta, Huechuraba y Lo Barnechea; superando los 20 mil estudiantes beneficiados.

¿Resultados? En los colegios de Puente Alto se logró una disminución de 10,4% en los golpes entre alumnos y una disminución de un 8,1% de los niños que declararon ser víctimas del robo de sus cosas personales. En los otros colegios se presentó una disminución de un 22,7% de quienes declararon romper o rayar material del colegio, un 13,8% de quienes llevaban armas al establecimiento y un 11,2% menos de alumnos víctimas de golpes y abusos.

¿Conoces otro programa de intervención exitoso para evitar las conductas de riesgo de menores de edad?