*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.
¿Has pensado en cuántos objetos tienes en tu casa y que realmente no son necesarios? Si tuvieras que regalar 20, 30 o 50 cosas de ahí, seguramente no te costaría mucho. Incluso es posible que encuentres productos con la etiqueta de la tienda guardados y olvidados, porque los compraste “por si algún día los necesitas” o porque “esa oferta era realmente irresistible”.
Bueno, en los últimos años se ha desarrollado una tendencia llamada minimalismo financiero que invita a las personas a vivir con menos objetos, para aprovechar al máximo las cosas que cada uno considera realmente importantes. Tratar de disminuir el consumo y así de paso, también contribuir con el medioambiente que, probablemente no aguante muchos años más con el ritmo actual de producción y consumo.
En El Definido conversamos con Francisco Aravena, coordinador del Centro de Economía Aplicada y académico de la carrera de Ingeniería Comercial de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián, para conocer más sobre esta tendencia. Nos explica que el minimalismo financiero consiste en “buscar la felicidad principalmente en aquellas cosas que cada individuo considera necesarias para la vida, olvidando esta tendencia inherente del ser humano de insatisfacción constante”.
En primer lugar, el minimalismo permite ahorrar a largo plazo. ¿El primer beneficio de eso? Que podemos acercarnos a metas que podrían parecer lejanas: realizar un viaje, comprar un auto, juntar el pie de un departamento o dinero para un posgrado.
Pero más allá de pensar solo en lo que ahorramos, también hay otros beneficios, cuando este se convierte en un estilo de vida. Practicar el minimalismo se relaciona con varios aspectos de la vida, explica Ana, la autora del blog Cómo Ser Minimalista:
● Productividad: el minimalismo elimina distracciones y tareas innecesarias, por lo tanto, permite a las personas ser más productivas.
● Orden: un minimalista tiene todo lo que necesita, por lo tanto nada sobra en su espacio y es más fácil mantener el orden tanto físico como mental.
● Felicidad: tener menos cosas, significa más libertad para tomar decisiones.
● Sostenibilidad: un minimalista además de preguntarse si verdaderamente necesita algo o no, también se pregunta cómo influye lo que consume en el desarrollo a largo plazo de las personas y el planeta.
Tratar de vivir únicamente con lo necesario es clave para convertirse en un minimalista financiero. Igual es bueno aclarar, que cuando hablamos de minimalismo financiero, no significa necesariamente que tenemos que vivir una vida radical y desprendernos de todo. La idea es reconocer que las personas tenemos necesidades, pero que es innecesario acumular cosas que no añaden valor y que no son útiles en nuestras vidas.
Aunque, como en todo, hay personas que se lo han tomado muy en serio y han llegado a extremos en los que si algo no tiene un propósito, lo eliminan de sus vidas. En Japón esta tendencia tiene muchos adherentes, uno de ellos es Fumio Sasaki, un editor japonés que vive literalmente con lo mínimo. En su clóset tiene tres camisas, cuatro pares de pantalones y cuatro pares de calcetines.
“El gastar menos tiempo limpiando o comprando significa que tengo más tiempo para pasar con amigos, salir o viajar en mis días libres. Me he vuelto mucho más activo”, dice Sasaki.
Como el de él, hay varios ejemplos de personas que se han sumado a esta tendencia y se han hecho famosos. Dos periodistas argentinas se propusieron comprar solo cosas que necesitaran, durante un año.
Todo comenzó porque se sentían abrumadas por “la vorágine consumista desatada durante dos fechas claves: Navidad y el comienzo de clases. Entonces tomamos la decisión e hicimos el gran anuncio. Íbamos a pasar un año sin comprar”, aseguran. En 2016 comenzó el proyecto y su experiencia la iban contando en un blog, que finalmente se convirtió en un libro (Deseo Consumido) que publicaron en 2017. ¿Qué descubrieron en el camino?
Que la tasa de uso de las cosas que tenemos es en realidad muy baja. “Compramos mucho más de lo que consumimos: usamos apenas el 20% de la ropa que tenemos. Algo similar ocurre con la comida: el 35% de lo que se produce va a parar a la basura. Al investigar, encontramos experiencias internacionales que demostraron que el 80% de los objetos que tenemos en nuestros hogares casi no se usa. O, mejor dicho, que podríamos prescindir de ellos”, aseguran las periodistas.
Soledad Vallejos y Evangelina Himitian dicen que se sienten más libres “Más afortunadas. Más dueñas. Más imperfectas. Más felices. Hemos disfrutado de este año como una de las mejores temporadas de nuestras vidas”. ¡Ojo! A terminar ese periodo no corrieron al mall ni mucho menos.
Como el de ellas existen varios otros casos de personas que han publicado su experiencia de cambio, como: The Minimalists, Miss Minimalist y Becoming Minimalist, entre otros.
Antes de comenzar, debes tener claro que esta tendencia parte de la base de que no acumular cosas innecesarias hace que la vida sea más simple y con menos preocupaciones.
Un ejemplo muy básico: si tienes menos ropa, tienes que lavar menos, planchar menos, ordenar menos y además, ahorras espacio.
Aravena explica que este es un trabajo individual que cada persona debe hacer y que “requiere un poco de una desconexión con la estructura social, porque el primer paso es ser capaz de desprenderse de las cosas que uno percibe que no son necesarias y que muchas veces, socialmente pudieran ser necesarias”, dice.
Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus de The Minimalists, aseguran que cada persona adopta el minimalismo de forma diferente, pero que “cada camino lleva al mismo lugar: una vida con más tiempo, más dinero y más libertad para vivir una vida más significativa”, dicen.
Quizás lo más fácil sea comenzar por el clóset: ¿cuántas de las cosas que ahí tienes no usaste el último año? Entonces, antes de ir a una tienda y de pasar por caja, pregúntate sinceramente si esos productos que tienes en la mano son necesarios o indispensables para tu día a día.
Lo mismo con artículos para la casa, el baño o incluso la despensa (aunque estén en súper-mega-oferta).
Acá encontrarás algunas ideas para comenzar a ser un minimalista.
1. Pregúntate e imagina cómo sería tu vida si tuvieras menos posesiones materiales. ¿Habría realmente un cambio sustancial? ¿Cuánto te afectaría? ¿Tendría más desventajas que ventajas?
2. Comienza con cosas que son claramente inútiles, esas que ni tú sabes por qué las tienes ni para qué te sirven.
3. Deshazte de todo lo que no has usado en un año (y si te cuesta mucho se lo pasas a un familiar para que lo use, así te lo puede prestar en caso de que llegases a necesitarlo).
4. Puedes hacer un inventario de tus pertenencias y determinar cuáles son las que menos usas, cuáles definitivamente no usas y cuáles son aquellas que solo guardas por un valor sentimental. Una vez que hayas identificado esos objetos que no usas, tienes varias alternativas: sin son muchos, puedes hacer una venta de garage, intercambiarlos por otros objetos con tus amigos o familiares o donarlos a instituciones de beneficencia (puedes llevarlos a la tienda de Coaniquem, por ejemplo). Los objetos de mayor valor los puedes vender por internet y así ganar dinero.
5. Si tienes algunas cosas que no estás seguro de regalar, vender o donar, déjalas en una caja. Si en tres meses no las echas de menos, no lo harás nunca más.
Puedes combinar estos consejos, con los que te dimos hace un tiempo para evitar las compras compulsivas, por ejemplo:
● ¡No lo toques! El valor percibido del producto aumenta cuando lo tocamos y creamos una conexión emocional que hará más difícil evitar la compra.
● Anota tus compras: así estarás racionalizando el proceso, ayudándote a gastar de manera menos impulsiva.
● Aplica la regla de los 10 minutos: esto genera un espacio de separación temporal que le da más poder al sistema de auto-control de nuestro cerebro, transformando la gratificación instantánea de comprar en una promesa futura.