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Imagen: Rodrigo Avilés

5 razones por las que la animación "made in Chile" se ha convertido en un producto de exportación

Al ganar el Óscar al mejor cortometraje animado, Bear Story marcó un hito inédito para nuestra industria audiovisual y evidenció una tendencia que se ha mantenido durante los últimos años: el mundo está comenzando a fijarse en el trabajo de los estudios chilenos de animación. Hoy te contamos por qué.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2017-02-17 | 12:00
Tags | animación, industria creativa, cine, televisión, cortometrajes, carburadores, animachi, germán acuña, fernanda frick, gabriel noe, bear story, monos animados

*Esta nota fue originalmente publicada en 2017.

A fines de 2014 el corto Súper M apareció en internet. En él se narraba la historia de una joven madre que destruía el Costanera Center con un lanzamisiles para despejarle el paisaje a su pequeño hijo. El video no dejó indiferente a nadie: a quienes lo criticaron por una presunta “apología al terrorismo”, se sumaron quienes lo alabaron por un nivel de calidad nunca antes visto en la industria nacional de la animación digital y los efectos especiales.

La repercusión del video en redes sociales y medios de comunicación dio a los estudios Kuko Films, Válvula Films y Jump Cats VFX una buena visibilidad, que a su vez les permitió demostrar al público general que en Chile se estaba haciendo un trabajo de gran calidad en producción cinematográfica y de animación.

Luego vino el reconocimiento internacional del cortometraje animado Bear Story, que el año 2016 pasó a la historia por ser simultáneamente el primer film chileno y la primera producción animada de Latinoamérica en ganar un Óscar. El hito fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación nacionales e internacionales, y generó toda clase de celebraciones entre la ciudadanía y hasta en la clase política.

Hoy en día, gracias a la buena calidad de las producciones Made in Chile, y al aporte de internet, la animación chilena ha logrado posicionarse internacionalmente como un producto de buena calidad tanto a nivel estético como de contenido. Producciones como Hostal Morrison (Productora Pájaro) y Puerto Papel (Zumbastico Studios), entre otras, han llegado a transmitirse en todo el mundo a través de medios como Cartoon Network, HBO, Sony, ABC y Netflix.

Conversamos con algunos de los protagonistas de la escena de animación en Chile, para saber de sus opiniones sobre la buena salud que hoy goza su gremio, y cómo es que en los últimos años nuestro país se ha posicionado en el escenario mundial como un competidor respetable a la hora de producir material animado, sea en el préstamo de servicios a empresas, o en la creación de películas y cortometrajes.

1. El fin de la barrera tecnológica

En palabras de Gabriel Noe (39), ingeniero comercial y socio fundador de Zumbastico Studio: “la facilidad que existe hoy día de tener acceso a softwares de animación y a la tecnología, te permite tener las herramientas técnicas para poder hacer, digamos, algo con las mismas herramientas que puede ocupar alguien en Estados Unidos o en Europa”.

Similar opinión tiene Germán Acuña (36), socio fundador de Carburadores, ex presidente y actual vicepresidente de la asociación gremial de animadores de Chile ANIMACHI: “(hacer animación) antiguamente era muy caro y, si bien hoy sigue siendo costoso de hacer, al menos la herramienta hoy en día es más accesible, por lo tanto hay más productores, animadores independientes que incluso desde sus propias casa pueden llegar a hacer piezas bien buenas.”

2. El rol de la academia

La reciente apertura de carreras y postgrados en universidades ha permitido que cada vez más jóvenes puedan acceder a una formación profesional en el ámbito de la animación. Lo que hasta hace no muchos años, solo podía lograrse estudiando en el extranjero, hoy puede hacerse en universidades chilenas como la Universidad Mayor o el DUOC.

Acuña, sin embargo, llama a ver esto con cautela: “Yo creo que la academia es súper importante que esté atenta a cómo está el mercado, tiene que haber una sincronía que no tenga que ver solo con la formación, sino también con lo que pasa después. Cuando sacas muchos profesionales y el medio es chico empieza a haber un deterioro, porque siempre van a haber empresas inescrupulosas que tratarán de pagar menos, y como hay mucha oferta de profesionales y poca demanda, comienzan a bajar los precios y las condiciones laborales empeoran”.

Sin embargo, Acuña reconoce que hasta el momento, las universidades han trabajado muy cerca de las productoras nacionales, y que no ha existido una real escisión entre la academia y el mundo profesional.

3. Asociatividad y apoyo estatal

La constitución de la Asociación Chilena de Animación (ANIMACHI) en 2010 contribuyó enormemente al desarrollo de la industria a nivel nacional. La asociatividad permitió a los profesionales y productoras de la animación aunar sus intereses y trabajar en conjunto por obtener más y mejores apoyos.

Esto, sumado al aumento de fondos concursables del CNCA, el CNTV, CORFO y ProChile, ha permitido que el Estado aporte en el fomento a la creación de nuevos contenidos.

Asimismo, se ha logrado aumentar y aprovechar mejor las instancias de exhibición internacional. Según la animadora, directora, ilustradora y artista de cómics chilena Fernanda Frick (26), “en los últimos años, por gestiones de ANIMACHI, se ha logrado levantar más apoyo para la asistencia a mercados internacionales. Las exposiciones y festivales en los que se hacen negocios de venta de series animadas afuera hoy tienen más cupos y más gente puede ir. Y mientras más gente vaya, más visibilidad hay de la industria chilena.”

4. Un mercado conveniente

La tecnología de hoy en día permite que los animadores puedan prestar servicios a la distancia, de modo que pueden vender su trabajo a productoras de Estados Unidos y Europa. Al estudio extranjero le sale más barato contratar a animadores chilenos, y los chilenos ganan en estos trabajos más dinero que lo que suelen ganar trabajando para el mercado nacional. Ambas partes ganan.

Al haber alcanzado la animación chilena un buen nivel general en cuanto a la calidad técnica de sus producciones, los estudios nacionales están hoy en condiciones de competir con productoras de todo el mundo.

5. Trabajo bien hecho y contenidos innovadores

Las principales fortalezas de la animación en Chile en los últimos años se han dado gracias a la buena calidad de sus producciones y a la innovación de sus contenidos. Al ser la chilena una industria muy nueva, influenciada por muchas escuelas y con talentos muy jóvenes, sus producciones resultan ser siempre impredecibles y novedosas.

“La exportación de Chile en animación, está pasando principalmente por la generación de contenidos”, explica Fernanda Frick. “Y eso encuentro que es más bacán, porque hasta hace un par de años, si considerábamos cuál sería el futuro de Chile y en qué tipo de país productor nos íbamos a convertir, corríamos el riesgo de quizás convertirnos en India o China, que son solo mano de obra barata para producciones extranjeras.”

Hoy, en lugar de eso, Frick (que se encuentra promocionando su nuevo corto animado Here's The Plan) celebra que el contenido de las producciones chilenas ha sorprendido gratamente en el extranjero: “hemos logrado hacer un contenido original, creativo… Me han contado que afuera encuentran bastante pelacables (ríe), o no pelacables, pero sí sorprendentemente originales las producciones que salen de acá. En el fondo estamos fuera del sistema y de las fórmulas estandarizadas, y hay que aprovechar eso.”

Here's the Plan, dirigido por Fernanda Frick

Gabriel Noe complementa esta visión destacando la inquietud de los jóvenes productores por hacer trabajos de buena calidad, aun con las condiciones económicas en contra: “bueno, sin duda lo que hizo Punk Robot con el oso (Bear Story) es algo tremendo, pero también tiene que ver con la convicción que ellos tuvieron de estar dos o tres años haciendo el corto. Eso es mucho dinero. Si uno valorizara lo que ellos dejaron de ganar por estar haciendo este corto, resulta que es un corto muy, muy caro”.

Desafíos para el futuro

La animación en Chile está pasando, sin duda, por el mejor momento de su historia. Sin embargo, su situación dista de ser ideal: todavía queda mucho por hacer para que esta industria siga creciendo hasta el nivel deseable. La principal carencia, como siempre, es económica: se necesita más inversión para que esta industria crezca, y esta es todavía demasiado baja.

A nivel institucional es importante que las políticas públicas sigan fomentando las industrias creativas, con más recursos y medidas que fortalezcan la internacionalización de la animación Made in Chile. Para competir de igual a igual con países como Estados Unidos y Japón es necesario otorgar beneficios tributarios que incentiven a los estudios extranjeros a contratar productoras locales.

Germán Acuña lo explica: “muchos países tienen beneficios tributarios para atraer inversiones extranjeras: Canadá, España o Irlanda son países que tienen diferentes porcentajes de incentivos tributarios que, en el fondo, si yo invierto 100, ellos me devuelven 10, 20 o 30. Hay toda una competencia internacional por qué país presenta mejores condiciones para producir, y en ese sentido en Chile estamos todavía muy lejos”.

Por eso es vital que el público conozca y vea más animación. El fortalecimiento de un mercado local depende en gran medida del consumo individual que nosotros le demos. En ese sentido, niños y adultos estamos llamados a ver más monos animados, a asistir a festivales de cine y a conocer las producciones nacionales que están saliendo hoy en televisión, en Youtube y en Netflix. De este modo ayudaremos a visibilizar un campo que hoy está en pleno auge en nuestro país, y que todavía tiene mucho potencial para seguir creciendo.

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