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Niños de diez, doce y trece años, todos en una misma sala, intentando poner atención a la clase de matemáticas de una profesora, la misma que durante la hora anterior les hizo clases de arte y, en la hora siguiente, después del recreo, intentará enseñarles algo sobre fotosíntesis. A la hora de la salida, un par de hermanos deberán caminar siete kilómetros para llegar a su casa, rogando que no llueva y que, ojalá, el camino no esté tan embarrado como en la mañana.
Esa es la realidad de muchas de las cientos de escuelas rurales de educación básica que se encuentran desperdigadas a lo largo de nuestro país, alojando a alumnos y profesores que hacen lo posible por aprender y por enseñar en condiciones que, por momentos, pueden ser muy desfavorables, inclusive miserables.
Pero hay un lugar en la Araucanía que supo superar estos obstáculos; de obtener el peor puntaje histórico en el Simce, pasó a convertirse en un modelo de educación intercultural gracias al apoyo de la Fundación Educa Araucanía. Ésta es su historia.
Cunco Chico es una localidad ubicada en la comuna de Padre Las Casas, a las orillas del río Cautín, justo al sur de Temuco. La belleza del lugar que lo circunda es inquietante y hay quien pudiera pensar que las 75 mil personas que viven en la comuna, muchas de ellas pertenecientes al pueblo mapuche, son unas privilegiadas.
Pero el año 2007, Cunco Chico se hizo famoso por una noticia que trajo mala fama al pueblo y desanimó a muchos de sus niños: el abandono y la aislación del lugar era tal, que una de sus escuelas sacó el peor puntaje en la historia del Simce (Sistema de Medición de la Calidad de la Educación). Se trataba de la Escuela Rural de San Francisco de Cunco Chico, cuyos alumnos y profesores habían obtenido la mísera calificación de 143 puntos (considerando que menos de 215 puntos, se considera un nivel de aprendizaje insuficiente en todas las materias). Los medios se encargaron de que todo Chile lo supiera y así, “la peor escuela de Chile”, estuvo en boca de quien quiso hablar sobre ella.
Fundación Educa Araucanía |
La autoestima de los niños que asistían a la escuela, de Pre-Kinder a octavo básico, se vio fuertemente afectada, ¿quién querría seguirse educando en la peor escuela de Chile? La matrícula disminuyó y los escasos fondos con que contaba el establecimiento impedían hacerse cargo de este enorme problema: la escuela no contaba con agua potable, la basura era tirada a un pozo dentro del mismo lugar, la comunidad pasaba frío (no había calefacción) y los alumnos debían soportar el agua de las abundantes goteras que habían en el techo cada vez que llovía.
La Fundación Educa Araucanía oyó el llamado de esta escuela y decidió apadrinarla. La fundación tiene como misión el desarrollar e implementar antes del año 2020, un modelo escalable de educación a través de una solución que involucre a tres escuelas, haciéndose cargo de una educación intercultural de calidad, que entregue herramientas de integración. Ésta era la oportunidad y el desafío perfecto para hacer crecer a la Escuela Rural de San Francisco de Cunco Chico, para que algún día pudiese convertirse en un modelo de superación. ¿Pero qué pasos seguir después de encontrarse con un fracaso como éste?
Se trataba de una escuela conocida precisamente por sus bajos rendimientos. Ignacio Del Río, presidente del directorio de la fundación, nos explicó: “Lo primero fue generar las condiciones mínimas para el funcionamiento (como contar con agua potable, salas calefaccionadas, espacios aptos, etc.), pero rápidamente hubo que invertir en el corazón de la escuela, es decir, invertir para tener clases efectivas, capaces de generar aprendizajes. Esto sólo se logra con docentes altamente comprometidos y capacitados. Generar aprendizajes es de las cosas más difíciles de conseguir, y hacerlo de manera sostenida, requiere de un trabajo muy intenso. Hemos invertido en las personas, generando equipos de trabajo con docentes especialistas en sus asignaturas y didácticas específicas, lo cual no es la regla en la educación rural”.
Priorizar el peso que tendría cada variable a la hora de transformar a la escuela en un modelo exitoso, era muy complejo, por lo que debieron jerarquizar sus necesidades. Ignacio nos cuenta, por ejemplo, que algo imperante era contar con un transporte que permitiera a los niños llegar a tiempo a clases, pues si más alumnos iban al colegio, el Estado los subsidiaría más por asistencia.
Cuando se contó con ese capital, se invirtió en generar un equipo de trabajo multidisciplinario, comprometiendo a alumnos, docentes y padres. En este proceso, la fundación pasó de ser un apoyo a la escuela, a convertirse en su sostenedora, haciéndose cargo por completo de su labor educativa.
Fundación Educa Araucanía |
Un punto que resultaba crucial a la hora de implementar un nuevo programa educativo, era tener presente la alta cuota de alumnos mapuche en las aulas; la educación que la escuela debía impartir tenía que ser intercultural. Se trata de algo que el gobierno contempla en su Programa de Educación Intercultural Bilingüe y que cobra una relevancia enorme en la Araucanía.
De acuerdo a Ignacio, educar en la interculturalidad es importante porque se traduce en diversidad y tolerancia: “El conocimiento y la valorización de la propia cultura y el respeto por la del otro, resultan fundamentales, pues son elementos que fortalecen nuestra identidad, nos hacen plantarnos ante la vida con confianza y nos permiten relacionarnos bajo el conocimiento mutuo y la empatía. El aprendizaje tiene como requisito fundamental la construcción desde la realidad de cada alumno, por lo que considerar este elemento en todos los conocimientos y habilidades que se desarrollan en la escuela, ha resultado basal”.
Para la fundación, una educación exitosa y de calidad, debía abordarse desde la diversidad de los alumnos de la escuela; de nada servía contar con calefacción y buenos espacios, sino había una invitación a entenderse, conocerse y respetarse unos a otros.
Éste era otro de los grandes desafíos para la Fundación Educa Araucanía, los niños que estudiaban en Cunco, viviendo toda su vida en el campo, ¿cómo se enfrentarían a la educación media en Temuco? ¿Tendrían opciones de ingresar a una universidad en Santiago si no conocían de antemano la capital?
Como cuenta Ignacio, se hacía imperante que estos niños conocieran el mundo para que pudieran cumplir sus sueños: “Hemos utilizado desde recursos visuales a salidas pedagógicas, llegando, inclusive, a una gira de estudios a Santiago. Los alumnos realizan visitas a distintos centros de estudios y reciben en la escuela presentaciones de historias de vida de personas con orígenes similares al de ellos, algunos ex alumnos de la escuela. En este camino, son acompañados por un docente que se preocupa de manera personal por el avance en la construcción del proyecto de vida de cada uno de ellos”.
Así, la educación personalizada, el seguimiento de sus intereses y el mostrarles el mundo que hay más allá de las fronteras de la escuela, se han transformado en piedras fundamentales para la construcción de un sistema educativo de calidad. Sin embargo, un programa no significa nada sin el absoluto compromiso docente, “el factor más importante es contar con equipos que tengan la creencia profunda de que los alumnos no tienen límites, y que sin importar su condición de origen, todos los niños y niñas pueden y deben aprender”, agrega Del Río. Sobre esta convicción, se construye toda labor de la fundación.
Entonces, luego de este proceso, el discurso de los medios cambió, y de ser considerada “la peor escuela de Chile”, la Escuela Rural de San Francisco de Cunco Chico se transformó en un modelo ejemplar de educación. Del Río está seguro que esto se debe a las desfavorables condiciones que supieron revertir: “hemos utilizado los recursos disponibles en el sistema y las capacidades locales, para revertir una realidad que parecía imposible de mejorar. Hemos demostrado que es posible y estamos ansiosos por ser un aporte en la revisión y mejora de las políticas que podrían mejorar las condiciones para más escuelas rurales de nuestro país”. Este ejemplo demuestra que el cambio es posible y que las reformas realizadas en Cunco, podrían replicarse en otros lugares del país.
La historia de la Escuela Rural de San Francisco de Cunco Chico nos demuestra que, cuando las derrotas son tomadas como desafíos, podemos finalmente sorprendernos y alegrarnos con los resultados: Ya en 2016, de las 8 pruebas Simce que rindió la escuela, 7 alcanzaron o superaron la media nacional.