Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nos hablan de rehabilitación o de superar adicciones, es la abstinencia. La necesidad de quitar la tentación de raíz y por completo. El éxito respectivo sería la sobriedad y el “estar limpio”, y el fracaso, por ende, sería la recaída.
Y no tiene nada de raro que lo creamos así, porque lo vemos en películas, libros y porque históricamente todos los programas terapéuticos en relación al tema alcohol y drogas, demandaban la abstinencia como la única meta aceptable, e incluso que las personas llegaran sin consumo para poder ingresar a los programas.
En la Fundación Paréntesis, institución del Hogar de Cristo que acoge, apoya y brinda atención especializada a personas con consumo problemático de alcohol y drogas, hace un buen tiempo que se dieron cuenta que la abstinencia no era la mejor salida a las adicciones, ya que es una técnica coercitiva que prohíbe y castiga, cerrando las puertas a un gran número de personas con consumo problemático que sí tienen la intención de superarse.
Paréntesis promueve el nuevo lema: “Otra actitud ante las drogas”, y con sus 29 programas, que se practican en 9 regiones del país, comenzaron a implementar el método “Reducción de daños” en lugar de la abstinencia, el que ha resultado en todo un éxito. Conversamos con su director ejecutivo, Paulo Egenau, quien nos contó cómo funciona el método con el que más del 58% de los pacientes logra dejar el consumo problemático y llevar vidas completamente normales.
Uno de los primeros mitos a derribar para tratar a las personas con adicciones, es creer que todas tienen perfiles similares, que a todas les sirve un programa estándar, o que su motivación de cambio debe ser inquebrantable. La realidad, nos cuenta Paulo, es mucho más compleja.
- ¿Existe una base para trabajar y aplicar los programas de adicciones en la Fundación?
“Una de las cosas importantes de entender es que las personas que tienen problemas con las drogas y el alcohol, son una población súper heterogénea. Es una población diversa en edad, género, historias de vida, experiencias de trauma, victimización. Hay una serie de aspectos que hacen que estas personas sean muy distintas de otras, por lo tanto, los servicios y programas que están destinados a servirles tienen que dar cuenta de esa diversidad. Entonces la Fundación tiene programas ambulatorios y residenciales, para adultos, adolescentes, mujeres, hombres, para mujeres con hijos, para personas en situación de calle, en fin; una gama amplia de distintos enfoques para poder atender de manera especializada a las distintas poblaciones desde sus particularidades y de una forma completamente personalizada, ya que cada historia es diferente”.
- ¿Qué tan necesaria es la voluntad propia por parte de los pacientes para lograr el éxito en los tratamientos?
“Lo ideal es que las personas tengan un alto nivel de motivación para vincularse en cualquier tipo de programa de tratamiento, pero no necesariamente tiene que ser un muy alto nivel de motivación. Las personas llegan por distintas razones. Hay quienes llegan muy motivados, con una decisión tomada, muy claros de que quieren dejar de consumir, de que ya han tenido muchas historias de pérdida y de dolor y dificultades; y hay personas que llegan súper ambivalentes, y que llegan porque tienen problemas, porque tienen conflictos con la familia o porque han tenido problemas de distinto tipo, pero no llegan muy claros si quieren dejar de consumir o de consumir completamente. Y esas personas, si son bien abordadas, si son bien tratadas en términos humanos, pueden hacer reflexiones muy positivas y generar cambios importantes en su vida. Pero lo ideal es, mientras más motivación de cambio hay, las posibilidades de éxito aumentan significativamente, porque cuando las personas son llevadas a tratamientos amenazadas o sometidas, por lo general las experiencias son más bien negativas”.
Fundación Paréntesis trabaja con metodologías de puertas abiertas, es decir, desde la voluntad más absoluta de las personas a quienes prestan servicios. Y por esto, el éxito depende de distintas variables, como por ejemplo, las etapas de maduración de cambios, historia de daños y dificultades, en qué medida cuentan con una red de apoyo externo, etc.
- ¿Qué es lo que más incide en el éxito de los tratamientos?
“Lo que la evidencia mundial muestra, es que el vínculo terapéutico es por sobre todas las cosas lo más importante. ¿Qué cosas afectan el éxito? En primer lugar, el 40% del éxito depende de variables extra terapéuticas, como el apoyo familiar, de pareja, el nivel de daños y dificultades y el de maduración frente a cambios; en fin, una serie de variables que son externas y que tienen que ver con las historias de vida y las redes de las personas. Y en el proceso terapéutico propiamente tal, se dice que un 30% del éxito corresponde al vínculo terapéutico, a la relación terapéutica. Un buen vínculo cercano, afectivo, de apoyo incondicional, etc. Y el resto ya se divide en porcentajes más pequeños que tienen que ver con la técnica y algunas otras variables. Entonces, en términos terapéuticos, lo más importante es establecer un buen vínculo”.
- Dicen que a las mujeres les cuesta más salir de las adicciones. ¿Es esto verdad?
“Totalmente. La diferencia de género es un factor clave, porque para las mujeres es mucho más difícil que para los hombres, porque cargan con muchísimas más dificultades. Por lo general las mujeres tienden a ser abandonadas por sus familias y sus cercanos, y por lo tanto, cuentan con menos apoyo que lo que cuentan los hombres. Los hombres somos acompañados por las mujeres en nuestras vidas, ellas se la juegan, se sacrifican, postergan muchas cosas y están con nosotros en momentos de dificultad. Los hombres no reaccionamos de la misma forma y la tendencia es más bien hacia el abandono. En las mujeres recaen una cantidad mucho más importante de prejuicios, tienden a ser más depredadas y además tienen que hacerse cargo de sus hijos. Los hombres adictos tienden a abandonar y dejar a sus familias, las mujeres no. En fin, hay una serie de variables que van desde el tema de género y variables sicosociales que hacen que esto del cambio sea tan extraordinariamente personalizado”.
Como decíamos al principio, la noción de que la vía de salida de una adicción es cortar completamente con ella, en un todo o nada en que se juega el futuro de la persona, es el enfoque que socialmente se acepta como el correcto. Por eso llama tanto la atención que esta fundación aplique un sistema que permite al adicto seguir consumiendo.
- ¿De qué se trata y cómo funciona este método que es contrario a la abstinencia?
“No es contrario, es una alternativa. Históricamente, todos los programas terapéuticos en relación al tema alcohol y drogas, demandaban la abstinencia como la única meta aceptable, y eso dejaba a una cantidad importante de personas fuera de los tratamientos, porque no lograban cumplir con esos altos umbrales de exigencia o porque sentían que no iban a ser capaces de cumplir. Entonces, la reducción de daños lo que hace básicamente es diversificar las metas y los objetivos terapéuticos para las personas que tienen problemas con las drogas. Hoy sabemos, por ejemplo, que personas que tienen problemas con el alcohol, han dejado de tenerlo sin la necesidad de dejar el consumo de alcohol completamente. Entonces, lo que hace es motivar a una cantidad importante de personas que sólo quieren dejar de tener problemas con el alcohol. Lo mismo pasa con el tema de las otras drogas. Es una mirada más realista, más humanista y salubrista, que no enjuicia y que no impone medidas terapéuticas que amedrentan a mucha gente, que hace que la gente no vaya a buscar ayuda”.
- Imagino que depende también del nivel y grado de adicciones ¿o no?
“No exactamente. Mientras más grave es el daño y el nivel de adicción, más difícil es poder asumir la abstinencia como la única meta aceptable, por lo tanto tienden a tenerle temor a los tratamientos, sienten que ellos ya están desahuciados, que son personas desechables, que no tienen posibilidad de cambiar y que están condenados. Y eso es muy lamentable que siga ocurriendo en el mundo, porque no es real. Estas son personas que a pesar de su consumo, pueden conseguir grandes transformaciones en sus vidas. Con la reducción de daños el cambio se vive como un proceso, y se da mucho que después de un período surge la abstinencia como una meta, porque lo ven más realizable. Pero la reducción de daños no impone, no sanciona ni castiga, sino que abre las puertas, atiende a las personas donde ellas se encuentran, y las metas y objetivos del tratamiento se fijan en conjunto entre las personas que tienen dificultades y las instituciones o terapeutas que lo atienden”.
- ¿Cuál es la mayor ventaja de este método versus la abstinencia?
“Mira, nosotros empezamos a trabajar con modelos tradicionales de programas como la abstinencia, y con el tiempo nos fuimos dando cuenta que había un porcentaje importante de personas para quienes no estábamos siendo una alternativa real. Notamos que las personas se iban de nuestros programas con las mismas dificultades con las que llegaron y además se iban con una sensación de fracaso, de no haber tenido la fuerza suficiente para haber cambiado sus vidas, y eso golpeaba de una manera mucho más fundamental las condiciones emocionales con las que la gente estaba, e incluso hacía que el consumo se hiciera mucho más fuerte. Entonces, producto de reflexión, investigación, experiencia, revisión de la evidencia permanente, hemos ido haciendo estos cambios gradualmente en nuestras miradas y en nuestras estrategias y hemos llegado ya a publicar un libro, hacer seminarios, y a marcar nuestras propias prácticas con esta mirada de reducción de daños, que nos ha resultado bastante más efectivo”.
- ¿Es muy alto el nivel de recaídas en los programas?
“El tema de la recaída es un tema que también ha sido por lo general bastante mal tratado en términos de discurso. La recaída es normal en cualquier proceso de cambio en los seres humanos. Los seres humanos cambiamos recayendo. Las personas bajan de peso volviendo a subir de peso, las personas dejan vidas sedentarias volviendo a tenerla muchas veces, cambian sus hábitos de tabaquismo, de consumo de alcohol, de consumo de drogas, recayendo. El concepto de la recaída, que es un re mal término, porque de alguna forma es peyorativo, debe ser entendido de una manera completamente distinta por las instituciones y por las personas. Es normal tener una vuelta, un estado de reacción. Los seres humanos en todo ámbito de la vida recaemos, ya que la mayoría de los cambios de hábito, de relación, de forma de vida requieren estos ires y venires. Esto de volver atrás, de volver al estado previo y decir no, no quiero más esto, y salir con mayor confianza".
“Las personas que se separan después de relaciones muy largas, se separan y vuelven varias veces antes de que sea definitivo. Con las drogas pasa lo mismo. Las ambivalencias que están marcadas cuando uno tiene que tomar decisiones importantes en la vida, son signo de un ego saludable. Necesitamos esas experiencias de ir y venir para finalmente construir una posición distinta y fundamental en la vida respecto a una conducta. No es un signo de fracaso, la evidencia ha echado por tierra estas miradas dogmáticas, castigadoras, de que el recaer sea sinónimo de que el tratamiento fue malo o la persona fue incapaz, porque no es así, sino todo lo contrario”.
Este evento de Fundación Paréntesis se realiza con el apoyo de TVN y tiene como objetivo reunir financiamiento para dar apoyo a los programas sociales de la Fundación, que están orientados a mejorar la calidad de vida de niños, jóvenes y adultos con problemas asociados al uso de alcohol y otras drogas.
La adhesión a la cena es de $25.000 y se puede reservar en el teléfono 2581 3352, o a comunicaciones@fundacionparentesis.cl, donde también puedes hacerte socio.