La Avenida Libertador General Bernardo O'Higgins, más conocida como simplemente "La Alameda", es para Santiago lo que es la Avenida de los Campos Elíseos para París o la Quinta Avenida para Nueva York. Es el punto de referencia tanto para los capitalinos de tomo y lomo, como para el recién llegado aún con los bolsos en mano, y recorrerla es experimentar la ciudad en su esencia más pura, aquella que gatilla todo el espectro de emociones humanas en tiempo récord: alegría, sorpresa y amor, pero también ira, pena y hasta miedo, si la hora no nos acompaña.
Esta misma Alameda, tal como la conocemos, y su continuación hacia el oriente, Avenida Providencia, tendrían sus días contados gracias al concurso público Nueva Alameda-Providencia, el mayor proyecto urbano de los últimos 50 años, abierto por el Directorio de Transporte Público Metropolitano, y que desde abril a mayo convocó a firmas de diseño, arquitectura e ingeniería de Chile y el mundo para sacar a relucir esa belleza interior que todos sabemos que esta vía tiene escondida.
Recientemente se anunció el ganador cuyo proyecto cambiará el look para siempre de la arteria por excelencia de la vida capitalina, desde Lo Prado a Providencia.
El proyecto ganador se llama Paseo Cívico Metropolitano y fue presentado por un grupo de trabajo compuesto por la firma chilena Lyon-Bosch + Martic Arquitectos, la española IDOM Ingeniería (quienes ya trabajaron en la línea ferroviaria Santiago-Rancagua) y la firma inglesa de urbanismo Groundlab Landscape Urbanism, además de contar con la asesoría del experto inglés en planificación de transportes, Sergio Chiquetto.
El ganador toma su nombre de una de sus principales propuestas: transformar la Alameda, desde Lo Prado a Providencia, en una plaza cívica lineal "como lo concibió O'Higgins en el Siglo XIX", explican en su presentación original, así vinculando los requerimientos de tan importante eje vehicular, con la importancia cívica y patrimonial del lugar.
La nueva Alameda poco se parecería a la actual. En primer lugar, existiría un corredor central exclusivo para el transporte público, con el fin de hacerlo tan expedito como el Metro, explican. Las paradas se ubicarían en medio de este corredor, con un techo traslúcido que proveería de sombra. A los costado del corredor se ubicarían las vía para automóviles, que dejarían espacio a una ciclovía y un paseo peatonal ubicados todos a la misma altura. Todo esto será acompañado por la plantación de 6 mil nuevos árboles.
"Privilegia a los peatones, a los ciclistas y al transporte público, además de hacer peatonal el Canal San Carlos, arborizar la Alameda a lo largo y ancho de su trayecto", dijo el Intendente de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, al argumentar la elección del proyecto.
Un punto central sería la Plaza Baquedano (o Plaza Italia si prefieren vivir en el pasado), que se transformaría en una gran plaza cívica donde convergería en masa la población de la Capital, y no solo cuando gana Chile.
"Queremos recuperar la plaza Baquedano como punto de encuentro", dijo Arturo Lyon, de la firma chilena Lyon-Bosch. "Estamos planteando una explanada cívica que logre conectar peatonalmente los tres distintos parques que hay en ese lugar: Balmaceda, Forestal y Bustamante. Además que todo el tráfico del eje esté ubicado en el sector sur de la plaza". La tradicional circunferencia de la plaza desaparecería, pero se haría visible gracias a juegos de agua que formarían virtualmente su perímetro al activarse.
Otro lugares que se renovarían serían las estaciones intermodales de Tobalaba, Estación Central y Pajaritos, siendo ésta última donde comenzarían los trabajos, de forma tentativa, durante el primer semestre de 2017.
Pero antes de siquiera poner la primera piedra, la idea, dicen las autoridades, es que los propios ciudadanos que viven y utilizan estos espacios sean quienes tengan el poder de decisión.
"Como parte del proyecto hemos contratado a Casa de la Paz, para que establezca un espacio de participación de los distintos usuarios (cerca de 2 millones diarios) que circulan por la Alameda. Eso es un desafío tremendo. Creemos que este proyecto sin participación, quedaría cojo. Nadie puede reclamar para sí la última palabra, porque esa la tiene Santiago como un todo".
Adicionalmente se trabajará con otros actores con algún papel en el rediseño, como ministerios, Metro y Ferrocarril del Estado, municipios y el gobierno regional, para lograr una ejecución integral de las obras.
Esta etapa de participación ciudadana, donde se votaran los distintos diseños posibles, se llevará a cabo en 2016, así estén preparados para darle el adiós final a la Alameda tal como la conocemos hoy.