Si el sueño de toda tu vida es ser futbolista profesional, ¿qué puedes hacer si en tu país no existen canchas para jugar?
Así mismo pasa con los geriatras en Chile. Estos especialistas dedicados al estudio de la prevención, diagnóstico, tratamiento y la rehabilitación de las diferentes enfermedades que afectan a los adultos mayores, no tienen dónde ejercer. Se puede contar con los dedos los hospitales que tienen unidades geriátricas, por lo que se hace muy difícil que una vez terminada su especialización, logren desempeñarla.
Juan Carlos Molina, ex presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, creador de la Universidad de la Tercera Edad y colaborador en la creación de la sección de Geriatría del Hospital Clínico Universidad de Chile, actualmente se desempeña como geriatra en el MEDS y tiene una visión muy clara de la situación actual debido a su largo recorrido: Hoy existen alrededor de 80 médicos geriatras acreditados, sin embargo se necesitan aproximadamente 500. Como norma general, se debiese tener un especialista por cada 4.000 adultos mayores, pero en Chile la cifra es de un médico para cada 40.000.
“El perfil demográfico de nuestra población cambió, cada vez hay más personas mayores a en comparación a menores de 15 años, a tal extremo que actualmente el 16% de la población, superando los 2,8 millones de personas, son personas mayores de 55 años y eso está en tal nivel que para 2023 este número superará a los menores de 15 años”, cuenta el Dr. Molina.
Este fenómeno demográfico obliga al país, tanto al Estado como a la ciudadanía, a no dejar más de lado a las personas mayores, sino a crear instancias para su completo desarrollo e integridad, luchando por la justicia social.
De los geriatras que hay en el país, sobre el 90% de ellos están concentrados en Santiago y más del 90% trabaja en lugares privados. ¿Por qué? Molina explica que esto se debe a que prácticamente no existen unidades geriátricas en hospitales públicos en el país.
Actualmente existen la de Concepción, el Instituto Nacional de Geriatría, el Hospital San José, Hospital de Coyhaique, Hospital San Juan de Dios, Hospital de la Fach y Hospital Clínico Universidad de Chile. O sea, se pueden contar con los dedos de las manos, literalmente.
Este dato alarmante, empeora cuando se cae en cuenta que sólo tres regiones del país poseen unidades geriátricas, si bien existen profesionales de la tercera edad que están trabajando en la Región de Valparaíso y la Araucanía. En conclusión, de 16 regiones, existen 11 que no tienen geriatras.
La carencia de especialistas médicos en el sistema público ha sido una preocupación permanente desde hace años. No sólo faltan geriatras, sino también internistas, cirujanos, reumatólogos y anestesistas.
Esta falta de personal es aún más complicada porque las personas que trabajan en el sistema público están mal distribuidas, lo que se refleja principalmente en regiones del extremo tanto sur como norte, que tienen hospitales con mala infraestructura y con una capacidad que no alcanza para toda la población, y por lo mismo que tampoco tiene tantos médicos atendiendo.
De esta forma el doctor Molina recalca “nadie va a querer ser piloto si no hay aviones”.
Existe también una falta de sensibilización en las mallas curriculares respecto al tema. En muchas facultades pasan casi por alto el tema de la geriatría y tienen poco contacto con lo que es la especialidad, por lo que para muchos estudiantes no llega ni siquiera a ser una opción estudiarla.
El geriatra insiste en que en esta sociedad persiste en una discriminación muy fuerte que se denomina “viejismo”, que es exclusivamente hacia la tercera edad: “Las personas mayores son miradas como un estorbo, y ellos mismos se hacen invisibles, por lo que no se organizan y el Estado no los ve como prioridad”. Para terminar con esto, es necesario un cambio de mentalidad y así la gente crea en un envejecimiento activo. Existe una estigmatización errónea de que porque un adulto jubiló, ya no es útil.
La Gerontología es el área del conocimiento en relación al envejecimiento, por lo que la gerontología de la salud es la Geriatría. Molina cree que generar una unidad que estudie todo sobre la tercera edad es fundamental para lograr entenderla, saber tratarla e incluirla en nuestra sociedad.
La geriatría es impartida por solo cuatro facultades de las 18 acreditadas que existen, muy por debajo en comparación a cualquier otra beca.
En el caso de la Universidad de Chile y la Universidad Mayor, es considerada una subespecialidad con una duración de dos años. Esto quiere decir que para tomarla debes estudiar la especialidad de médico internista (tres años). Si a esto se le suman los siete años de pregrado, la formación de un geriatra en estas universidades, es de al menos doce años de estudio y formación. Definitivamente… vocación.
Muchos puede que tengan las ganas de estudiar esta especialidad, pero luego de estar 10 años capacitándose, varios terminan sólo siendo internistas sin hacer la subespecialidad de geriatría.
La Universidad de Santiago y la Pontificia Universidad Católica de Chile imparten la geriatría como una especialidad directa con una duración de cuatro años, por lo que no tienen que pasar por la beca de internista antes, lo que el doctor Molina ve como algo positivo y comenta que las otras dos universidades en poco tiempo serán así, porque es necesaria una visión completa del adulto mayor en cuatro años y no derivarla de una subespecialidad.
Gabriela Flores es una estudiante de medicina de la Universidad de Chile, que ya va quinto año. Confiesa que es una de las pocas de su generación que tiene en mente tomar la subespecialidad de geriatría, pero dice que su mayor limitante es que primero hay que estudiar para ser internista, que es una especialidad muy “pesada”, complicada y además larga, y que de no ser así y entrar directamente, es más difícil obtener la beca porque son menos cupos.
La estudiante cree que pocos buscan esta especialidad porque se necesita mucha paciencia y se aleja de la “adrenalina” que busca la mayoría. Sin embargo, lo atribuye principalmente a la gran cantidad de años que hay que estudiar y el tipo de paciente que se debe atender. Muchas veces las personas no aguantan tener que sufrir la pérdida de los pacientes como algo natural, donde no se puede hacer nada más por ellos.
Una de las principales soluciones a este problema, según dice Juan Carlos Molina, es la creación de un Instituto Nacional de Envejecimiento, que sea transdisciplinario, que dé directrices para crear políticas públicas en torno a la tercera edad. "Hay que dar a entender a los especialistas médicos que las personas mayores no deben ser tratadas igual que todos, ya que poseen una biología, competencias sensoriales, visuales, etc., que son diferentes", comenta el doctor.
Países como Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, México, Australia, etc. poseen institutos exitosos que los han ayudado mucho a resolver problemas desde la sociedad a la tercera edad.
Debido a que los adultos mayores no son iguales, hay que dar una mejor capacitación a los médicos de atención primaria (consultorios), ya que no derivan a la tercera edad a geriatras. Esto, aún cuando el 75% de los adultos que son atendidos, podrían recibir una visión más general de su problema con un geriatra, si es que se le diera formación sobre la tercera edad a los estudiantes de medicina.
En cuanto a salud pública, es importante desarrollar estrategias coordinadas desde el punto de vista sociosanitario, porque los adultos mayores tienen problemas sociales y/o médicos, pero no se trabajan en conjunto. Por otro lado, es importante tener prontitud en las atenciones, mejores fármacos, mejores terapeutas, o si no, el doctor Molina recalca: “perderemos a esa población”.
Otra parte clave para solucionar este problema, es que se les dé un espacio real a los geriatras, habilitando unidades de geriatrías en hospitales públicos.
Por último, trabajar en conjunto (geriatras, adultos mayores y políticos) para el diseño de normativas y políticas públicas, para dar dignidad a la tercera edad y dejar de marginarlos de la sociedad.
El Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) mostró los puntos a los cuales debe enfocarse para trabajar: distinguir las diferencias entre las personas mayores y lo más jóvenes, abanico de servicios y cuidados, interacción con los fármacos, personal de salud capacitado, más especialistas, enseñanza en pre grado de carreras de la salud.
Desde sus inicios (2003), han luchado por proteger y garantizar los derechos de las personas mayores, fomentar la participación social de quienes pertenecen a este grupo etario, fortalecer el sistema de protección social, avanzar hacia un cambio cultural para reconocer a las personas mayores como sujetos de derechos.
En ese mismo sentido, en septiembre del año pasado, se enviaron dos proyectos de ley al Congreso, que parecen haberse congelado por completo. El primero solicita establecer en todo el país Direcciones Regionales del Senama, dotándolas de recursos y atribuciones necesarias para impulsar y coordinar las políticas institucionales y asimismo de representación judicial en casos de maltrato. El otro, es la creación del Ministerio del Adulto Mayor, para impulsar el fortalecimiento legislativo, presupuestario e institucional de los derechos de la tercera edad.