¿Donamos más nuestro tiempo o cosas materiales? ¿No se puede salir de la pobreza por la falta de acceso a la educación o por la discriminación? ¿Nos preocupan los pobres o nos sentimos mal por ellos? Estas y una serie de preguntas más figuran en el cuestionario que realizó Mide UC en las principales ciudades de nuestro país.
De acuerdo al estudio, Antofagasta sería la ciudad más solidaria de todas ¿Por qué? La respuesta también la dieron los mismos ciudadanos.
Existen distintas formas de ayudar. El Índice de Solidaridad elaborado por Mide UC 2012 se construyó en base a la donación de dinero, la de objetos materiales y la de tiempo personal. Las medidas de las tres dimensiones y del índice mismo varían entre 0 y 10. El valor cero representa la ausencia total de conductas de ayuda y 10 representa el máximo nivel de ayuda posible, lo que hay que considerar en los ejemplos que vienen.
Las ciudades que participaron en la encuesta fueron: Santiago, Antofagasta, Viña del Mar y Valparaíso, Concepción, Talcahuano y Temuco, al ser las cinco ciudades o conurbaciones más pobladas de Chile.
En términos monetarios, en un mes común y corriente el 81,8% de los chilenos donan entre $100 y $5.000.
La donación de dinero se traduce mayoritariamente en donar parte del vuelto (62,3%) y dar dinero a la Teletón (62,8%). En una tabla de 0 a 10, el índice de donación de dinero por ciudad es el siguiente: Antofagasta (6,4), Viña-Valparaíso (5,9), Gran Santiago (5,6), Concepción-Talcahuano (5,8) y Temuco (5,0).
Respecto a la donación de objetos materiales, el 30,8% de los encuestados aseguró donar casi siempre o siempre ropa, zapatos y frazadas y un 30,1% mercadería y alimentos. En esta categoría y con la misma medida de 0 a 10, el orden de las ciudades es el siguiente: Antofagasta (2,6), Gran Santiago (2,3), Viña-Valparaíso (2,2), Concepción-Talcahuano (1,9) y Temuco (1,8).
Por último está la donación de tiempo personal, donde las dos actividades más masivas son dar apoyo emocional (34,3%) y participar de actividades benéficas (34,2%). Con los mismos valores de 0 a 10, las ciudades de ordenan así: Viña-Valparaíso (2,6), Antofagasta (2,4), Gran Santiago (2,3), Concepción-Talcahuano (2,1) y Temuco (1,6).
Estas tres dimensiones se promedian y dan forma al índice de solidaridad global, donde Antofagasta encabeza la lista con un 3,8. Sin lugar a dudas pueden haber una serie de factores que influyan en estos índices como el PIB per capita de las ciudades, si hay más jóvenes que adultos mayores, si existen organizaciones más o menos movidas que se dediquen a organizar actividades y por eso damos paso a la siguiente pregunta: ¿Por qué lo hacen?
El índice de solidaridad varía sustancialmente en función de los siguientes factores psicosociales: Empatía con la pobreza, valores solidarios, percepción de impacto de la ayuda ofrecida, identidad nacional, identidad religiosa, sentido de la responsabilidad por la pobreza, confianza en las instituciones públicas y ayuda orientada a la autonomía.
Dentro de los factores psicosociales, hay uno donde Antofagasta se dispara notoriamente frente al resto de las ciudades y es el que tiene que ver con la percepción: Cada contribución que uno haga hace la diferencia para superar la pobreza. El 94,3% de los antofagastinos está de acuerdo con esa afirmación, seguido por Concepción-Talcahuano (76,7%), Temuco (75,9%), Gran Santiago (65,6%)y Viña-Valparaíso (64,6%).
"Las condiciones de vida en el norte son súper difíciles, por lo que mi hipótesis sobre este factor es que existe una subcultura de que todo tipo de apoyo es muy importante. Generalmente son lugares aislados, donde hay que viajar 400 kilómetros para encontrarte con la ciudad más próxima, por lo que la subsistencia depende mucho de que un otro haga el aporte solidario. Si te quedas en la carretera, dependes de otro, eso gráfica la respuesta", dice Flavio Cortés, gerente de Mide Sociedad.
Tal como el actuar hace la diferencia para los antofagastinos, su percepción de la ayuda también lo hace en el índice de Solidaridad. Y así como la ayuda puede sonar como el primer paso, la sabiduría popular nos da cátedra de nuevo: El primer paso para resolver un problema, es reconocer que existe.