El Día Mundial del Trabajo se celebró el pasado 1 de mayo, fecha que el empresario Leonardo Farkas escogió para premiar a 10 trabajadores chilenos a través del concurso que lanzó por las redes sociales,“Farkas día del Trabajador”, que tenía como fin, encontrar 10 historias ejemplares de trabajo, esfuerzo y sacrificio; propuestas y votadas por la propia comunidad de Twitter y Facebook. Finalmente, sumó dos historias más, premiando a un total de 12 trabajadores chilenos.
“Chile no puede ser sólo dolor y sufrimiento”, dijo el empresario minero al lanzar el concurso, agregando que los 50 millones serían repartidos para “subir el ánimo a los chilenos que se han visto envueltos en muchas tragedias, corrupción y desastres naturales”.
Cientos de historias de trabajo digno y de esfuerzo fueron compartidas y recomendadas en las redes sociales por los chilenos con el hashtag #FARKASDIADELTRABAJADOR; y las que obtuvieron mayor difusión y votos, fueron finalmente las ganadoras. Aquí les dejamos las inspiradoras historias de superación y sus correspondientes ganadores.
El primer ganador de los 5 millones de pesos fue Marco Antonio Espinoza, un hombre en silla de ruedas que trabaja día a día como auxiliar de aseo en el Hospital San José.
La sacrificada historia de Espinoza fue enviada por una usuaria a través de Facebook, quien, sin conocerlo, le tomó una fotografía mientras él trabajaba, ya que le llamó la atención su enorme esfuerzo. Así la historia conmovió a miles de cibernautas y Farkas decidió premiarlo.
El ganador, al enterarse del premio dijo estar muy agradecido y que " el apoyar y el promover a la gente de esfuerzo hace mucha falta en este país. Que el que se esfuerza sea premiado", asegurando que tiene claro el destino de los recursos: "algunos me dicen que hagamos un asado, pero no. Todo será para la casa propia. Esa platita ya está destinada para algo, yo ahora sigo mi vida normal. Han sido de los días más lindos de mi vida, pero la vida, sigue". Finalmente dijo que espera que su premiación sirva para que otra gente con discapacidad física pueda tener oportunidades de encontrar trabajo.
El segundo favorecido fue Osvaldo Espejo, un hombre de 78 años conocido como "El tata que afila" por su labor como afilador de tijeras y cuchillos, tarea que realiza hace años movilizándose en bicicleta por las calles de Paihuano, La Serena, donde ya se ha consagrado como una leyenda. Todo el mundo lo conoce por su sonrisa y su admirable esfuerzo.
El Tata a los 3 años comenzó a vivir en la calle junto a su madre, durmiendo al lado de la línea del tren. Un par de años más tarde, comenzó a pedir plata en las esquinas para ayudar a su mamá y tener qué comer, hasta que un día alguien le dijo “por qué no te vas a trabajar mejor”, y esa frase lo marcó para siempre.
Desde entonces que trabaja a diario para ganarse sus pesos. Por 40 años fue vendedor de diarios y desde ahí se enamoró de la bicicleta. Hoy lleva más de 15 años afilando cuchillos a domicilio y sacándoles sonrisa a los niños y a la gente que lo ve pasar. Pedalea todo el día su bicicleta que lleva un remolino de lata en el frente, aunque llueva, y se disfraza para las fechas importantes y recorre la ciudad.
El año 2013 recibió el reconocimiento de la máxima autoridad comunal, quien le otorgó la medalla de la ciudad, por su aporte a la comunidad. El tata dijo que “el sólo aporta alegría”.
Claudio Osorio, más conocido como "MrToffee" se adjudicó el tercer premio por su esforzada labor como vendedor ambulante en Quilpué, V región, vendiendo el mismo producto que apela su apodo.
Claudio lleva más de 30 años vendiendo toffee en los buses de Quilpué y Villa Alemana. Desde su nacimiento que tiene una discapacidad llamada Parálisis Cerebral espática, que atrofia sus músculos y afecta el área psicomotora de su cuerpo. A pesar de esto, desde los 12 años que decidió ganarse la vida por sus propios méritos de esta forma, y su esfuerzo y calidez lo ha hecho merecedor del cariño de todos los vecinos de la zona.
Su historia conmovió a más de 20.000 personas que solicitaron a través de Facebook que fuese uno de los ganadores.
El cuarto premio fue para Luis Antonio Adones, “el Tata” de 71 años de Copiapó,quien se hizo conocido a través de las redes sociales por ofrecer su trabajo de operador de maquinaria pesada, de manera gratuita para ayudar en las tareas tras la catástrofe en el norte, hecho que llevó a cabo durante varios días.
Es por eso que el usuario Sergio Peña comenzó una campaña a través de Facebook para postular a "El Tata" al concurso de Farkas, donde superó los 3.00 0 likes. Peña dijo que "La idea es representar a través de él a muchos trabajadores anónimos y voluntarios que han cooperado de una u otra forma en esta tragedia y lograr un reconocimiento a todo ese esfuerzo".
La solidaridad y humildad del Tata conmovieron a Farkas quien quiso premiarlo, ante lo que el ganador se mostró tremendamente agradecido, asegurando que con el dinero ayudará a su nieta que está estudiando en la universidad.
La quinta ganadora fue Nancy Plaza, asesora del hogar en Caldera que cuida a una pareja de ancianos y que fue nominada al premio por sus propios hijos.
La historia de esta mujer conmovió personalmente al empresario, quien al momento de anunciar su nombre dijo que esta es una historia de reivindicación. Nancy pasó ocho años presa por tráfico de drogas, y una vez rehabilitada y en libertad, buscó trabajo sin mucho éxito.
Sin darse por vencida, recuperó y se hizo cargo de su familia, y se puso a trabajar vendiendo pastel de choclo, empanadas, humitas, y como asesora del hogar.
Nancy recibió la noticia de sorpresa y emocionada dijo que “esta platita la usaré para arreglar la fachada de mi casa, para terminar un baño, para comprarme unos lentes que necesito, para arreglar mi máquina de coser. Es una lluvia de dinero caída del cielo, un sueño”.
La sexta persona afortunada fue, la"abuelita emprendedora" de Patronato, Yolanda Zapata, quien a sus 89 años es conocida por vender calzones rotos, pastel de choclo y otros dulces caseros.
Yolanda mantiene a su familia con sus 93 mil pesos de pensión y levantándose todos los días de madrugada para preparar los almuerzos que luego vende en Patronato para hacerse un ingreso extra, ya que según ella "la vida hay que lucharla. Cuando me casé mi marido era un obrero y lo ayudé, hoy vivo enamorada de mis hijos y mis nietos".
La abuelita dijo que con el dinero arreglará su casa y ayudará a sus nietos.
El séptimo premio se lo llevó Roxana Parra, una mujer de 32 años quien vive en Los Andes junto a sus diez niños.
Roxana, una vez postulada al concurso, llamó la atención del empresario por su admirable entrega en el trabajo que realiza y la ardua tarea asumida por sacar día a día a su familia adelante, donde junto a su esposo Jorge Muñoz Carrasco, no tan solo se preocupa de sus tres hijos propios, sino que también de los dos de la anterior relación de su marido, y de cinco sobrinos de los que se hizo cargo una vez que falleció una hermana, sumando en total “diez hijos” cuyas edades van de los 2 a 17 años.
La “súper mamá” luego de conocer que había sido favorecida con el premio de 5 millones de pesos no pudo ocultar su emoción; “porque yo había pedido mucho poder ganarme el premio, recé mucho. Estoy muy feliz, ahora podré arreglar mi vehículo para seguir trabajando y agrandar la casa para que los niños estén más cómodos.”
José Faúndez, famoso cargador de la feria en Lo Valledor fue el octavo premiado. “Manotas”, como lo llaman sus conocidos, trabaja hace más de 20 años cargando cajas de frutas y verduras en la feria.
La historia de Faúndez es dura y de superación. Hace 12 años era adicto a la pasta base y un día se lanzó a la línea de tren, perdiendo sus dos manos.
“Me despierto a las 3 o 4 de la mañana, y de ahí no paro de llevar cajones hasta que se acaba el día. A veces puedes estar hasta la noche. A los cabros que están metidos en la pasta les recomiendo pedir ayuda y rehabilitarse, la vida se encarga de darte nuevas oportunidades, no todo está perdido”, cuenta Faúndez.
Respecto al premio, Faúndez dijo que " primero tengo pensado donar un millón de pesos a las personas del norte. ¿El resto? Ponerlo en un banco para ver si me sale una casita, ayudar a mi mamá y a mi hermano".
El bombero Guillermo Pavez Vargas, capitán de la segunda compañía de la localidad de Collipulli en La Araucanía, se transformó en el noveno favorecido con los $5 millones, por su historia de superación. Guillermo perdió a su esposa en enero pasado, también bombero, en un accidente camino a combatir un incendio forestal.
Pavez quedó viudo a cargo de sus tres hijos. Lleva 29 años de bombero y además trabaja en una empresa familiar. Al recibir el premio expresó su gratitud a todos quienes lo postularon y apoyaron, señalando que era una de las mejores y gratas noticias recibidas en el Día del Trabajador y el día de su cumpleaños también, indicó.
El décimo ganador fue Cristián Contreras, un profesor de Hualqui que trabaja sin recibir sueldo hace cinco meses. Esto, luego de que la sostenedora de la escuela Santo Domingo Hualqui falleciera y el establecimiento quedara a la deriva.
Contreras continúa haciendo clases a siete alumnos, ya que es el único profesor de la alejada escuela rural de la región del Biobío. El docente explicó que pese a las dificultades asiste a su trabajo por los niños, "porque ellos necesitan de mí. Ellos son niños rurales que caminan bastante para acá. Ellos llegan todos los lunes y yo no he fallado desde el día que falleció mi jefa hasta ahora".
De forma inesperada, Farkas también premió a un undécimo trabajador en el día del trabajador. Se trata del obrero de la construcción de Coronel, René "Chamaco" Vega.
Con 67 años de edad, René perdió sus piernas cuando era pequeño, pero eso tampoco fue un impedimento para seguir como enfierrador y formar una familia, conformada por cuatro hijos y dos nietos.
Según contó a Chilevisión, el ganador dijo que “uno no tiene que echarse a morir, hay que luchar”, y agregó que utilizará parte del dinero para llevar a su mamá a un médico particular.
El último premio fue recibido por Alicia Morales, una profesora jubilada de 71 años de Copiapó.
Diariamente Alicia es lo hace desde hace varios años. Y también saben su historia que acongoja: en el año 2000 cumplió 35 años de trabajo como profesora y jubiló. En el 2004 se dio cuenta de que con la pensión que recibía era imposible vivir y se vio obligada a pedir ayuda.
Alicia dijo que utilizaría el dinero para arrendar una casa para estar más cómoda, ya que vive en una casa de material ligero en una toma ubicada en Copiapó; y aprovechó la instancia para reabrir el tema de la deuda histórica con los profesores.