La nueva Ley de Fármacos que se debate en el Congreso, pretende renovar el sistema farmacéutico en nuestro país. Sin embargo, los distintos sectores políticos no logran ponerse de acuerdo sobre el punto más polémico de la iniciativa, que pretende que los fármacos sin receta se vendan fuera de las farmacias.
De aprobarse esta medida, los remedios podrán encontrarse en góndolas de supermercados y minimarkets, lo que ha provocado diferentes reacciones de todos los actores interesados, que analizamos en detalle a continuación.
En Chile, hay sectores con muchas farmacias, pero lamentablemente, en otros brillan por su ausencia.
La Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (ODECU) lanzó un estudio que evalúa las condiciones de acceso a farmacias de cuatro comunas urbanas alejadas del centro de Santiago: El Bosque, Independencia, Peñalolén y Cerro Navia. Se midió la distancia-ida y vuelta-que los vecinos más alejados de esas áreas deben recorrer para acceder a los medicamentos.
Los resultados arrojaron que los vecinos de El Bosque deben recorrer hasta 4,2 kilómetros para acceder a la farmacia más cercana. Mientras que, en Cerro Navia la distancia se extiende a 4,1 kilómetros, en El Bosque 3.250 metros y en Peñalolén, la comuna con mayores distancias, 5,4 kilómetros.
Esta nueva ley permitiría mayor acceso a remedios a personas que geográficamente se encuentran alejadas de las farmacias tradicionales, al poder adquirirlos en los comercios del sector. Si bien esto aplicaría sólo a fármacos y productos que no requieren receta, ya supondría una mejora importante en su calidad de vida.
Detractores:
Parlamentarios que rechazaron la iniciativa en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, aseguraron que el argumento de mayor acceso no es justificado ya que en los sectores donde no hay farmacias tampoco hay grandes supermercados y allí donde hay supermercados, casi todos cuentan con una farmacia dentro de sus mismas instalaciones.
En cuanto a los locales pequeños, si bien éstos suplirían el problema de cobertura, no podrán acceder a precios más convenientes que las farmacias, por su bajo volumen de compra.
Con la liberalización, entra la competencia en el mercado farmacéutico, y está comprobado por experiencias internacionales que los precios de los remedios, tras comenzar a ser vendidos en supermercados y minimarkets, bajan. Los supermercados han demostrado ser un ente negociador potente, por lo que sería un factor positivo para los usuarios. Estos mismos podrían negociar directamente con las farmacéuticas o distribuidoras de remedios para obtener precios más bajos.
Las farmacias más pequeñas no han logrado esto, ya que las distribuidoras no acceden a venderles los medicamentos a precios más bajos que las grandes cadenas, según explicó el presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Javier Macaya (UDI).
Por otro lado, una mayor cantidad de actores en competencia reduciría el riesgo de casos de colusión para aumentar precios, como los que se han hecho públicos en los años anteriores.
Así mismo, se afirma que la venta en góndolas impediría la intervención de vendedores que reciben comisiones por el total de las ventas del local y, en el caso de las grandes cadenas farmacéuticas, premios adicionales por la venta de productos de ciertos laboratorios, aunque la nueva ley eliminaría estas prácticas de todos modos.
Detractores:
El Colegio de Químico farmacéuticos y Bioquímicos ha cuestionado la verdadera capacidad de bajar los precios de una medida de este tipo. Según afirman en su sitio web, los supermercados tienen muchos de los vicios que se critican a las farmacias: cobros por espacio en góndola (conocido como canela en el negocio farmacéutico); por publicidad, que sólo las grandes farmacéuticas pueden pagar, y la exigencia de productos gratuitos y descuentos agresivos que a la larga eliminan a los proveedores pequeños, que no tienen espaldas para soportar tales prácticas.
Por otro lado, los locales de conveniencia, que habitualmente cobran precios más altos en prácticamente todos sus productos, difícilmente podrían ofrecer medicamentos a precios más convenientes que las farmacias.
Según algunos de sus miembros, la baja de precios no superaría el 5% y, dado que la mayoría de los fármacos sin receta no alcanzan valores muy altos, la baja sería casi imperceptible para el consumidor.
Por último, afirman que las farmacias, al perder parte de sus ingresos en los remedios sin receta, tenderían a aumentar el precio de los productos sobre los que retienen el monopolio, es decir, los fármacos que sólo se pueden vender con receta.
Es el principal argumento de los detractores de esta ley. Estos dicen que debe haber un químico farmacéutico que atienda a las personas y así evite que la gente se auto medique.
"Chile carece de leyes, campañas para evitar las intoxicaciones y la automedicación. Existe una falta de preocupación por la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos; tanto así que registramos medicamentos similares, mal denominados genéricos, de diferentes orígenes provenientes de fábricas sin certificación de calidad y carentes de Buenas Prácticas de Manufactura (GMP)", asegura el Colegio de Químicos Farmacéuticos en su página web.
A esto agregan que las prácticas habituales de supermercados, tales como el uso de POP (Publicidad en el punto de venta) y promotoras, que exageran o falsean las propiedades curativas de ciertos remedios, pueden empeorar la situación.
Como ejemplo, citan el caso de Argentina, donde el gobierno debió eliminar una norma similar, producto del alto nivel de intoxicaciones, o el caso de Estados Unidos, donde esta norma habría triplicado el número de intoxicaciones.
Al respecto, existe coincidencia en el mundo médico en cuanto a que incluso medicamentos aparentemente inofensivos como el paracetamol o los antiácidos pueden provocar graves problemas de salud si su uso es desmedido.
El concepto de automedicación es altamente promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que establece que es positivo que la población tome sus propias decisiones sobre los medicamentos. El concepto que no es aprobado por la OMS, en cambio, es la auto prescripción, que se refiere al uso irracional de medicamentos cuya venta autorizada es con receta médica y que algunas veces son vendidos de forma libre en las farmacias del país o conseguidos en el mercado negro.
Actualmente cuando uno va a adquirir remedios sin receta médica en una farmacia, los vendedores -que no son químico farmacéuticos- rara vez entregan una indicación adicional o limitan el volumen de compra de sus clientes. En este sentido, las farmacias no estarían cumpliendo una función preventiva, como afirma el gremio.
Como solución al problema de la automedicación, la OMS recomienda dos cosas: Educación y buen etiquetado. La OMS apela a empoderar a las personas. Incentivar la automedicación, que no es lo mismo que la auto prescripción.
"En Estados Unidos se produce gran cantidad de información que se pone en las góndolas, que está disponible en internet y otros lugares, donde se le enseña al usuario qué y cómo debe tomar el medicamento para no exceder la medicación, además de las prevenciones para las embarazadas, los diabéticos, etc", afirma Jorge Vélis, Director de la Cámara de Medicamentos de Venta Directa, CAMEVED, en la página web de ODECU.
Los países que venden medicamentos fuera de las farmacias también tienen un sistema de etiquetado más eficiente y con mayor información para el usuario. Desde hace más de 60 años se ha estado implementando este sistema en Europa. Italia y España fueron los últimos en entrar debido a presiones de las farmacéuticas.
"Estos medicamentos están autorizados para que se vendan sin la participación de un médico, ya que tienen pocos efectos secundarios, son económicos, entre otras cosas. El problema está cuando se va a la farmacia y el paciente compra un fármaco que se debería vender sólo con la receta de un médico, pero se compra sin la participación de éste y que puede tener muchos problemas en el paciente”, explica Vélis.
A pesar de la polémica respecto al artículo en particular sobre venta en góndolas, existen una serie de puntos de la nueva ley en que existe un consenso mayoritario entre todos los actores:
No habrá incentivos económicos por ofrecer una marca específica. Los químicos farmacéuticos y auxiliares ya no podrán ganar comisiones por tener mayores ventas de un producto en específico. Lo que se busca con esto es que aquellos que nos atienden en las farmacias nos ofrezcan el mejor remedio tanto por su calidad, como su precio.
Se instaurará el concepto de Bioequivalencia, que es un atributo de un medicamento respecto a un referente, en donde ambos poseen diferente orígenes de fabricación, pero contienen un principio activo igual en cantidad y calidad. El objetivo de la bioequivalencia es comprobar que dos medicamentos que contengan el mismo fármaco en la misma dosis, son equivalentes en términos de calidad y eficacia. Lo único que varía en muchos casos es el precio. En la etiqueta del producto deberá aparecer la bioequivalencia para certificar la calidad del genérico.
Las autoridades sanitarias entonces, deberán garantizar y certificar que los productos que se comercialicen sean bioequivalentes a los originales y que estos pueden ser solicitados si hay beneficios económicos.
Además, obliga a los doctores a poner el genérico en sus recetas, sin haber obligación de señalar una marca específica. En caso de que no hayan productos con bioequivalencia, se deberá respetar la receta médica.