El caso del ex presidente Lula en Brasil y toda la trama que lo ha llevado a la cárcel, involucrando a grandes empresas y reconocidos políticos, tiene al mundo entero al borde de la silla y comiéndose las uñas, siendo testigos de una “telenovela” brasilera de esas dramáticas que daban antes a las dos de la tarde. ¿Cómo fue que las cosas llegaron a este punto? ¿Cómo se ve el panorama de aquí en adelante? ¡En El Definido te lo contamos!
En marzo de 2014 empezó la investigación del caso por corrupción y lavado de dinero Lava Jato (lavado de autos) o también conocido como “caso Petrobras”, el más grande que ha ocurrido en Brasil y en el que han estado implicados cuatro ex presidentes y cientos de políticos y empresarios brasileños y latinoamericanos.
Como última revelación, el diario brasileño O Globo informó hoy que un cambista entregó a los investigadores de la operación nuevos documentos que demostrarían sobornos por parte de Odebrecht (una de las empresas implicadas en Lava Jato) al Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el del actual presidente Michel Temer. Estos papeles aportarían nueva evidencia, según O Globo, a la investigación abierta de Temer y dos ministros, de la Casa Civil (Jefe de Gabinete de la Presidencia) y de Minas y Energía.
La investigación condujo a Petrobras, la empresa más grande de Brasil y la mayor estatal de América Latina, en torno a la cual se investigan irregularidades, desvíos de fondos públicos, pago de sobornos, contratos irregulares y lavado de dinero entre 2005 y 2014, por un avalúo total de más de 2.000 millones de dólares (equivalentes a más de un billón de pesos chilenos). Todos los detalles del caso puedes leerlos en esta nota anterior de El Definido.
Pero ¿qué hizo Lula para estar en medio de este enredo? La causa judicial por la que ahora está cumpliendo una condena de 12 años y 1 mes en la cárcel, es haber recibido sobornos (un lujoso departamento tríplex en la costa de São Paulo) por parte de la constructora OAS (una de las empresas vinculadas al caso). Esto a cambio de facilitar contratos en Petrobras. Él niega que el departamento se lo haya regalado OAS e incluso que sea su dueño.
Esta es la segunda condena dictada por el juez Sergio Moro, quien está a cargo del caso, en contra de Lula. La primera la dictó en julio de 2017 por este mismo caso y en enero de este año un tribunal de segunda instancia la elevó a 12 años y un mes de prisión, determinando su encarcelamiento cuando agotara los recursos.
Este es solo uno de los siete procesos judiciales que Lula tiene abiertos en su contra por distintos delitos como cohecho, tráfico de influencias y obstrucción a la justicia; lo cual complejiza bastante su actual situación y las probabilidades de salir impune.
El caso ha inspirado incluso la producción de la serie El Mecanismo de Netflix, que fue denunciada públicamente por Lula, criticada por Dilma y recomendada por el ex fiscal chileno Carlos Gajardo. ¡Te recomendamos verla!
No es difícil darse cuenta que las últimas semanas han sido las más tensas que se han vivido en Brasil desde que comenzó la investigación. Disparos contra las caravanas de Lula durante un recorrido por Paraná, un hombre golpeado mientras le gritaba ofensas, periodistas agredidos y carreteras bloqueadas en once estados, son algunas de las escenas que se vivieron en el país.
El juez Sergio Moro ordenó el jueves pasado la encarcelación de Lula, después de que el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil rechazara por seis votos contra cinco el recurso habeas corpus que él había presentado para evitar ir a prisión. La Corte confirmó así la interpretación según la cual las personas condenadas en segunda instancia ya deben empezar a cumplir su sentencia. Quedó así el camino libre para que la policía federal detuviera y encarcelara por primera vez a un ex presidente brasileño por corrupción.
Da Silva se resistió a entregarse durante las primeras horas y se encerró en el lugar donde había comenzado su carrera sindical y política, el edificio del sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo, en el estado de São Paulo. Ahí se quedó hasta el sábado, donde celebró una misa en honor a su esposa fallecida el año pasado y donde luego habló a los cientos de seguidores que lo apoyaban y que se habían reunido afuera del edificio, para anunciar que se entregaría a la justicia, negando nuevamente que el departamento fuera suyo y atribuyendo su pena a la opinión pública.
Así, este mismo sábado y después de dos días de resistencia, el mandatario fue ingresado al Complejo Médico de Pinhais en Curitiba, Paraná, donde está cumpliendo su condena en una celda especial que se le concedió por su calidad de ex presidente.
Las preguntas que todo el mundo tiene ahora son: ¿Qué pasará con las elecciones presidenciales de octubre? ¿Podrá ser candidato a la presidencia por tercera vez o tendrá que cumplir los 12 años de condena? Porque hasta ahora es Lula quien lidera las encuestas de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre de este año, con un 37% de apoyo.
En Chile, por ejemplo, no puede haber candidatos presidenciales que hayan sido condenados a prisión por un período de tiempo de cinco años o más. En Brasil, en cambio, una persona sí puede candidatearse incluso si va a la cárcel o tiene arresto domiciliario. La última palabra en este país la tiene el Tribunal Superior Electoral (TSE), el que decide -en el eventual caso de que Lula se inscriba como candidato- si es que puede hacerlo. En el caso de inhabilitarlo, lo que rige es la llamada “Ley de Ficha Limpia”, la que impide a quienes hayan sido condenados en segunda instancia, el ser candidatos por al menos ocho años.
El plazo para que se registre como candidato es hasta el 15 de agosto. Luego comienza el proceso para que el TSE analice las candidaturas y se pronuncie, que es largo, con plazo hasta el 17 de septiembre. “Durante ese tiempo, el candidato tiene todo el derecho a hacer campaña”, explicó Lara Ferreira, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Dom Helder Câmara.
La senadora Gleissi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores, dijo que su coalición mantendrá la candidatura del ex mandatario.
Tampoco es seguro que Lula vaya a estar en la cárcel 12 años. Hay tres caminos que podrían llevarlo a la libertad:
Toda esta crisis política en Brasil ha dejado a un país dividido y debilitado democráticamente, donde algunos apoyan a muerte al ex presidente y alojan incluso afuera de la cárcel para acompañarlo, y otros festejan con fuegos artificiales y cacerolas su encarcelamiento. A solo seis meses de las elecciones presidenciales, el país está sumido en una gran incertidumbre, de la que todos esperamos salgan pronto y de la mejor manera posible.