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Imagen: César Mejías

Diseñando sonidos para el cine: el fascinante mundo del “Foley”

Caballos galopando, espadas desenvainándose, explosiones, golpes de puño, lluvias torrenciales… El cine no sería lo que es sin su infinito abanico de sonidos. El arte de sincronizar esos efectos se llama Foley y está próximo a cumplir 100 años.

Por Martín Poblete @martin_poblete | 2018-03-27 | 12:00
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Este componente artístico en la creación de sonido es uno de los elementos más bellos del cine, y es uno de los grandes responsables de que la acción que aparece en pantalla sea creíble.
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Escena del lejano oeste: la cantina del pueblo, sucia y polvorienta, está atiborrada de los hombres más rudos del condado. Se escuchan los choques de copas y las risas de los borrachos mezclarse con la ventisca del desierto que se cuela por las ventanas. Todo son risas y tranquilidad hasta que, sin previo anuncio, las puertas se abren y Bobby “El Malo” McCoy entra al lugar.

De un momento a otro, todos guardan silencio ante la imperturbable presencia del temido forajido. Pero el miedo no es suficiente: solo un cruce de miradas basta para que Bobby aviente el primer golpe y, de un momento a otro, todo el bar esté enfrascado en una violenta batalla campal. Crujen muebles, explotan botellas, cuerpos vuelan por los aires... El caos es total.

Mientras toda esta escena ocurre, un tipo es grabado dándole puñetazos a una guía telefónica y quebrando ramas frente a un micrófono. Ni el viento, ni la pelea, ni el ruido de copas, son reales. Todo el sonido que acompaña a la imagen forma parte de una elaborada sesión de grabación de lo que se conoce como Foley.

Pero no te confundas: no es el mismo “Foley” que encarnaba a Mankind y Cactus Jack y que peleaba contra el Undertaker. En este caso, Foley es el nombre que recibe el arte de crear sonidos en sincronía con lo que está ocurriendo en la pantalla.

¿Has visto alguna vez un documental de animales? ¿Has visto cómo el sonido está tan perfectamente capturado, que hasta puedes escuchar las diminutas patitas de una oruga caminando por una hoja? Pues lamento decepcionarte: esas patitas que escuchas caminar son en realidad una recreación de estudio.

Pero, ¿cómo se originó esta técnica, y qué utilidad tiene? Aquí en El Definido te lo contamos.

De la radio a la pantalla

Los orígenes del Foley se remontan a principios del siglo XX, en la época en que las obras de radioteatro eran actuadas en vivo. Las dificultades para grabar sonidos de buena calidad obligaban a que toda la performance se hiciera en el momento, incluidos los efectos de sonido.

Cuando el cine comenzó a ser sonoro, alrededor de los años 20, comenzó una carrera entre estudios cinematográficos por desarrollar nuevas técnicas que permitieran capturar más y mejores sonidos con la tecnología de la época. En las películas animadas, por ejemplo, se hizo popular la técnica del Mickey Mousing, que consiste en sincronizar la música con las acciones que ocurren en pantalla, nota por nota.

La irrupción de los efectos de sonido sincronizados en el cine fue simplemente el traspaso de técnicas de radio a los estudios de filmación. La primera película que contó con esta técnica fue la cinta Show Boat (1929) de Universal Studios.

La película estaba originalmente concebida como una película muda, pero sus creadores se vieron obligados a cambiar todo a mitad de camino, luego de que sus competidores de Warner Bros. levantaran la vara de medición con el estreno de la película sonora The Jazz Singer (1927). Para estar a la altura de su competencia, los productores de Universal debieron agregar música, diálogos y efectos de sonido.

Para esto efectos crearon un equipo de sonido con toda la gente que tuviera algo de experiencia en radio. Entre ellos se encontraba Jack Donovan Foley, un guionista y doble de acción radicado en la ciudad de Bishop, California, que llevaba tiempo trabajando con estudios de cine en la zona. Foley era un columnista habitual en periódicos locales, y era conocido por haber trabajado arduamente en una campaña de publicidad que buscaba atraer a estudios cinematográficos a filmar en su ciudad, con el objetivo de reactivar la economía local.

Como los micrófonos usados para filmación en aquella época solo podían capturar un sonido a la vez, se utilizaron para capturar los diálogos. Los efectos de sonido fueron grabados durante la etapa de postproducción, en perfecta sincronía con la imagen. Para aquel entonces, la grabación de efectos de toda la película debía hacerse en una sola toma, sin derecho a equivocarse. Todos los pasos, puertas, golpes y ruidos ambientales debían salir perfectos al primer intento.

Show Boat fue estrenada como una película parcialmente muda (“part-talkie”) y rápidamente llamó la atención por sus efectos de sonido, atrayendo a varios creadores cinematográficos a solicitar los servicios de Jack Foley.

En poco tiempo, la técnica adoptó el nombre de su máximo exponente y se convirtió en el estándar mundial para sonorizar películas, series y videojuegos.

Cuestión de dramatismo

No todos nos movemos de la misma forma, así que es natural suponer que tampoco “sonamos” igual. Nuestra complexión física y nuestra personalidad condicionan el sonido que emitimos con nuestros pasos, nuestra ropa y nuestras acciones.

Lo mismo pasa en el cine. No podemos pretender que Dumbledore se escuche igual a Hagrid, por ejemplo. Por esto es que quienes realizan Foley son considerados artistas y no técnicos de sonido. Quienes lo practican deben sumergirse en los personajes que interpretan, “actuando” los sonidos frente a los micrófonos.

Este componente artístico en la creación de sonido es uno de los elementos más bellos del cine, y es uno de los grandes responsables de que la acción que aparece en pantalla sea creíble.

Mira, por ejemplo, al maestro Gary Hecker hacer su magia en el video a continuación. Hecker es uno de los más grandes artistas de Foley del mundo. Ha hecho sonidos para películas como Spiderman, Hateful Eight, 300, War of the Worlds, Fast and Furious 7, Batman vs Superman y muchas, muchas más.

¿Pero realmente todo- todo se graba aparte? Son escasas las veces que los sonidos se captan desde la escena real, por las dificultades que acarrea grabarlos en vivo. Hay veces en que se hace para documentales, pero en la gran mayoría de los casos, sólo se graban los diálogos.

¿Y no hay sonidos digitales acaso? Hay bibliotecas de sonido con efectos pregrabados y son digitales, pero no se usan mucho en películas de alto nivel, porque la idea del Foley es que sea lo más realista posible, por eso hay que actuarlo de forma específica según la escena, si no, esta pierde credibilidad.

Algunos ejemplos

La exageración es parte fundamental de las artes escénicas. Para ser más atractiva que la realidad, la actuación debe ser más grande que la realidad misma. Todas las técnicas cinematográficas, desde los planos de fotografía hasta las bandas sonoras, son concebidas para condensar las sensaciones y generar un impacto en el espectador.

Por esto es que en el Foley los sonidos, aunque siempre buscan ser convincentes, no siempre buscan ser realistas. En muchos casos, son el resultado de una superposición de “capas” de sonido que, puestas juntas, suenan como lo que se busca.

Piensa por ejemplo en un golpe de puños: si se desea mostrar un golpe débil, bastará con que el artista Foley se golpee la mano frente al micrófono. Pero si lo que se busca es capturar el sonido de un golpe de knock out, hará falta algo más que eso.

El artista Shaun Brennan, por ejemplo, graba las escenas de pelea superponiendo el sonido de su mano desnuda con capturas de golpes a guantes, guías telefónicas enrolladas en huincha y bates de béisbol golpeando colchonetas. De este modo, el sonido cubre un mayor espectro de frecuencias y da a la imagen la fuerza que necesita para hacer creer que cada golpe es un Falcon Punch.

Ahora bien, el gran desafío viene cuando se busca emular el sonido de algo que no existe en la realidad, como el rugido de Godzilla.

Para la producción de la primera película de Godzilla, la de 1954, los creadores estaban enfrentados a la seria dificultad de crear un rugido que fuera coherente con el monstruo destructivo y violento que es Godzilla. Ya habían intentado capturar sonidos de animales, pero ninguno resultaba convincente. Mal que mal, Godzilla no era un animal: era un monstruo.

La solución la trajo el compositor japonés Akira Ifukube, de la mano de sus juguetes favoritos: los instrumentos musicales.

Para obtener el rugido profundo y desgarrador de Godzilla, Ifukube deslizó un guante de cuero cubierto con resina de pino por sobre las cuerdas de un contrabajo. La fricción, similar a la de las uñas en la pizarra, pero de sonido más grave, dio el sonido característico que hasta el día de hoy recordamos como el rugido de Gojira.

¿Conocías el Foley? ¿Qué película te ha fascinado con sus efectos de sonido?

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