Hace 30 años que no presenciábamos algo así. El Reino Unido se armó de valor y le tiró toda la carrocería encima a Rusia, haciendo que las relaciones entre ambos países alcanzaran un nivel de tensión que nos recuerda a la Guerra Fría. Cómo no, si la nación del vodka está siendo acusada de utilizar armas químicas en territorio británico. ¿Qué es lo que pasó entre ellos para que llegaran a esto? ¿Y hasta qué punto han llegado?
Se podría decir que todo comenzó en 2004, cuando el ruso Sergei Skripal fue detenido en Moscú bajo la sospecha de estar trabajando como espía para el Reino Unido. Al final admitió que desde el ’95 ayudaba a los servicios de inteligencia británicos, a los que les había revelado información sobre agentes encubiertos de Rusia en distintos puntos de Europa a cambio de dinero. Alta traición.
Por eso el 2006 lo condenaron a 13 años de cárcel, pero fue liberado en 2010 gracias a un acuerdo de intercambio de espías que se hizo entre Estados Unidos y el Kremlin, que es considerado el mayor desde la Guerra Fría. Tras esto, se fue a vivir al Reino Unido y decidió hacer una vida normal y tranquila en Salisbury, una ciudad con una población de 40 mil habitantes (algo así como Castro en la Región de Los Lagos, para que se hagan una idea).
Bueno, ahora es cuando la cosa se pone buena… o mala, dependiendo de cómo la vean.
El domingo 4 de marzo, Sergei Skripal (66) y su hija (33) fueron encontrados inconscientes en una banquita de un centro comercial de la ciudad en donde “no pasa nada”. Naturalmente llamó la atención de la gente y la policía acudió al lugar. Acordonaron el perímetro y se los llevaron a un hospital.
Hasta ahí no se sabía nada de lo que había pasado, pero tras una serie de exámenes se determinó que las víctimas habían sufrido un intento de homicidio con nada más ni nada menos que una toxina nerviosa llamada Novichok. Se trata de un arma química de destrucción masiva, originalmente desarrollada en Rusia durante la Guerra Fría y cuyo uso está estrictamente prohibido por la Convención de Armamento Químico (a no ser que sea con fines científicos o medicinales).
Así, fue inevitable que todos recordaran el caso de Litvinenko en 2006, un exespía ruso que fue envenenado en un hotel de Londres tras beber una taza de té con polonio radioactivo (en medio de una reunión con dos ciudadanos rusos). Murió a los 23 días y el hecho incomodó las relaciones entre Reino Unido y Rusia en ese entonces.
Hasta ahora no se ha confirmado la participación de nadie en este problemón, pero desde Londres la primera ministra Theresa May no ha tenido problemas en emplazar directamente a Rusia. Hace un par de días dijo que o fue el Estado ruso el que directamente ejecutó la acción o fue el responsable de hacer llegar el arma química a suelo británico. Ambos escenarios son escandalizadores.
Es por eso que May les dio un plazo de una semana a los rusos para que aclararan el asunto. En tanto, desde el Kremlin negaron las acusaciones, aseguraron que no existen pruebas al respecto y rechazaron entregar una respuesta oficial dentro del plazo estipulado por la líder británica.
Así que May se les lanzó con todo y hace dos días anunció las siguientes medidas:
A esto se le suma una inversión de 48 millones de libras esterlinas (CLP$ 40 mil millones) para crear un centro de defensa de armas químicas en uno de sus laboratorios militares.
Y como si fuera poco, el ministro de Defensa del Reino Unido salió al paso y declaró que a propósito de todo lo que ha hecho –presumiblemente- Rusia en terreno británico, lo mejor que podrían hacer es “callarse e irse”. Uhhhh.
A nadie le gusta hablar de bombas nucleares cuando se trata de conflictos diplomáticos entre dos países, pero bueno, si eres una potencia nuclear quizás esta sea una cartita que tengas bajo la manga y que quieras usar en algunas ocasiones. Lamentablemente, Rusia la usó.
Su vocera habló y dijo textualmente que “nadie debería amenazar a una potencia nuclear”. Aunque el Reino Unido también cuenta con arsenal de este tipo, no se compara a la enorme capacidad destructiva de Rusia.
En cuanto a la posibildad de que los británicos “echen” a RT (el medio ruso) del país, Rusia respondó amenazando que si eso llega a pasar, todos los medios del Reino Unido que operan en territorio ruso serían expulsados. Ojo por ojo, diente por diente.
También dijeron que echarán a los diplomáticos británicos, pero no especificaron cuántos ni cuándo. Con todo, hay quienes dicen que esto podría ayudar a Putin en las elecciones presidenciales que el país celebrará este domingo que viene.
Como casi siempre, Occidente está apañando a Occidente en esta materia. Francia, Alemania y Estados Unidos le brindaron su apoyo al Reino Unido y deslizaron que “es probable” que Rusia efectivamente esté directamente involucrada en este embrollo. En una declaración conjunta sostuvieron que la soberanía británica fue “asaltada”.
Por su parte, los aliados naturales de Rusia, como China y Corea del Norte, aún no han hecho comentarios sobre el tema.