Ayer en Santiago se vivió el famoso “súper lunes”: un día de la semana como todos los otros, pero que se enmarca en la vuelta de vacaciones de muchos capitalinos que con tristeza se tienen que reincorporar a la rutina. Y aunque como siempre, este lunes se vivió como otros lunes en la ciudad.
El flujo vehicular estuvo normal y lo único que cambió fue la sensación de vacío espiritual de quienes tuvieron que abandonar la vida de playa, montaña, lago, la siesta interminable o lo que sea, para volver a la de escritorio.
Cierto, las tres semanas de vacaciones de cualquier chileno no siempre se juntan justo antes de marzo, pero sabemos que para muchos fue febrero el mes de relajo vacacional. Quien les habla también está pasando por esa sensación a medida que escribe esto, así que por lo mismo en El Definido decidimos entregarles una serie de consejos para vencer esta “temible” fecha (y no ser un gomero más en la oficina tras la vuelta al trabajo). ¿Qué podemos hacer al respecto y así evitar que nuestras lágrimas empapen nuestros teclados?
Procrastinar corresponde al arte milenario de aplazar lo que se tiene que hacer. Aunque en buen chileno se podría traducir como “sacar la vuelta”. Y pese a que siempre lo hemos considerado algo malo, la verdad es que hay una manera de hacerlo bien, de hecho, existe el término de “procrastinación positiva”.
Una forma de lograrlo es programando tu procrastinación diaria. Por ejemplo, es común que muchas veces nos sumerjamos en períodos de sacar la vuelta que se extienden por más de veinte minutos (sobre todo después de almorzar). Pero para evitar eso, existe la opción de estructurar tu preciada procrastinación.
Para esto necesitas programarte pequeños descansos de no mucho más de diez minutos entre cada tarea que tengas que desarrollar. Esto último dependerá del tipo de tareas que tengas que hacer, pero con el tiempo te darás cuenta que más allá de hacerte un tiempo para sacar la vuelta, en verdad lo estarás haciendo para conseguir pequeños descansos bien merecidos.
Se trata de una manera útil de abandonar la procrastinación “crónica” y adentrarse en un mundo de mayor productividad. Algo que nos viene muy bien en esta fecha. ¿Lo mejor de todo? ¡No necesitas hacer mucho! Simplemente aprovecha esas pequeñas pausas y no sientas esa odiosa culpa que aparece cuando nos encontramos sacando la vuelta.
Ya, logramos levantarnos, llegamos al trabajo, nos sentamos frente al escritorio y ahora se viene lo más importante: efectivamente trabajar. ¿Sabías que dentro de las cosas que debes hacer cotidianamente en tu pega, hay algunas que te pueden desconcentrar más de lo normal?
Una de ellas es la revisión del correo, una tarea que es aún más tediosa cuando te das cuenta que tienes más de 300 mensajes en tu bandeja de entrada después de tus queridas vacaciones. Bueno, algo que deberías hacer en estos momentos es evitar que la revisión de tu correo sea lo primero o lo último que hagas.
Según las recomendaciones de Tim Ferris, empresario y escritor sobre emprendimiento, basta con que le eches unos tres vistazos al día a tu bandeja de entrada. Pero ojo, que la primera vez que lo hagas tiene que ser después de haberte puesto a hacer las tareas más urgentes que tienes que desarrollar.
Después de eso puedes mirar tu correo (tipo 10 am), volver a hacerlo a media tarde y, por último, una miradita antes de irte de la oficina. Eso sí, es clave que una vez que salgas, no revises tu bandeja de entrada hasta que vuelvas al trabajo al día siguiente. ¿Para qué preocuparte leyendo cosas de trabajo en la noche?
En pocas palabras, dile adiós al multitasking (realizar muchas acciones distintas al mismo tiempo). Nadie en tu oficina espera que seas Súperman y mucho menos después de haber llegado del caribe, así que tómate las cosas con calma, anda paso a pasito y hazlo todo lento, pero seguro.
“Hacer varias cosas al mismo tiempo afecta directamente en la calidad del trabajo que se lleva a cabo. Al no tener el foco dirigido en un elemento o proceso, provoca que detalles y continuidades queden fuera de los resultados finales”, nos contaba hace un tiempo Sebastián Pérez, sicólogo laboral.
Lo anterior tiene que ver con nuestras capacidades cognitivas y el espectro que tenemos para desarrollar acciones distintas. Lamentablemente no somos robots y la cantidad de información que podemos almacenar y procesar en un determinado momento es limitada. Así que nada que hacer: una cosa a la vez.
Esto es especialmente importante para los que llegan de vacaciones con un montón de trabajo pendiente sobre los hombros. Probablemente nadie morirá si dejas algo para mañana, a no ser que trabajes en el área de urgencias de algún hospital…
“¡Justo y necesario suena vago! ¡Queremos números”. Ya, se los daremos. Un estudio de 2016 elaborado por la Academia Americana de la Medicina del Sueño y la Sociedad de Investigación del Sueño apuntó a determinar la cantidad exacta que deberíamos dormir para funcionar bien.
Y pese a que siempre hemos escuchado que ese número corresponde a “ocho”, la verdad es que lo óptimo son siete horas de sueño en el caso de los adultos. Según la investigación, al cumplir con eso podrás conseguir una mayor capacidad de concentración, mejor comportamiento, mayor aprendizaje, más memoria, una mejor regulación de las emociones, mayor calidad de vida y más salud física y mental en general.
De verdad que se nos olvida y es lo fundamental. Suena a pan comido, pero muchas veces nos cuesta regular nuestro sueño después de las vacaciones. Para quienes están de acuerdo con esta frase, les tenemos los siguientes consejos:
Tu rutina de vacaciones incluía entre otras cosas: salir a caminar por la playa, ir a recorrer por la ciudad, nadar, hacer trekking en una montaña o simplemente estar acostado disfrutando de una rica caipiriña frente a la playa en un país selvático.
Ahora la realidad te llegó como una terapia de shock y te encuentras sentado en tu escritorio durante nada más ni nada menos que ocho horas. ¿Dañino? Por supuesto que sí. ¿Atenta contra tu productividad? De todas maneras. ¿Se puede hacer algo al respecto? Puede que sí.
Un estudio publicado en 2014 que analizó los efectos de trabajar en un espacio no-sedentario arrojó una serie de conclusiones muy potentes. Entre ellas, la principal es que trabajar sentados durante períodos prolongados puede ser muy dañino para nuestra salud debido a la falta de actividad física que eso implica.
Por eso algunas recomendaciones al respecto son trabajar de pie de vez en cuando (si es que puedes), pegarte una caminata de 20 minutos en medio de tu jornada laboral o simplemente mejorar tu postura al estar sentado frente al computador.
¿Y cuál sería una buena postura en ese caso? Básicamente:
Por último, nunca olvides que la postura corporal no sólo cambia la percepción que se forma el resto de nosotros, sino también nuestra propia química interna, y nos puede hacer sentir más seguros.