Auroville, India, ciudad, yoga
Imagen: Aswin

Los primeros chilenos en Auroville, la ciudad donde conviven 52 nacionalidades en armonía

Conversamos con Valentina y Juan Andrés, el primer matrimonio de chilenos que vive en esta ciudad India, protegida por la UNESCO, que busca no tener jerarquía, ni política, ni religión, ni clases sociales y que reúne a ciudadanos en pos de la paz, la sustentabilidad, la meditación y la vida en comunidad.

Por Macarena Fernández | 2018-02-27 | 08:04
Tags | Auroville, India, ciudad, yoga
Se quiere levantar una fundación similar a Auroville en Chile y ellos estarían a cargo de la gestión.
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Hace un tiempo les hablamos sobre la existencia de Auroville (ciudad de la aurora), esta ciudad experimental que se levantó en medio de la India, en el estado de Tamil Nadu; que es protegida por la UNESCO y financiada por el gobierno de India y otros organismos internacionales y que, a la fecha, reúne a más de 2.700 ciudadanos de 52 naciones diferentes.

El objetivo de esta ciudad, fundada en 1968 por la parisina Mirra Alfassa, más conocida como "La Madre", es lograr una comunidad internacional dedicada a la vida sostenible y armoniosa, donde hombres y mujeres aprendan a vivir en paz, más allá de todas las creencias, razas, opiniones políticas y nacionalidades.

"Debe existir sobre la Tierra un lugar inalineable, un lugar que no pertenezca a ninguna nación, un sitio donde todos los seres de buena voluntad, sinceros en sus aspiraciones, puedan vivir libremente como ciudadanos del mundo", fueron las palabras de La Madre al presentar esta idea de nación a la ONU y al gobierno de la India.

Luego de su aprobación se fundó la ciudad, cuya arquitectura es circular (en forma de mandala) y rodea al templo dorado Matrimandir, que en su interior está construido de mármol blanco y al centro tiene la bola de cristal más grande del mundo, cuyo objetivo es hacer cruzar un haz de luz desde el cielo a la tierra, representante la unión de lo divino con lo terrenal (o humano). Y cerca del Matrimandir se encuentra una urna de cristal que representa al mundo, que guarda tierra de 124 naciones en su centro.

La idea de esta configuración es que no existan jerarquías, ni clases sociales, ni leyes regulatorias. Todo esto con el propósito principal de lograr una comunidad que permita vivir una vida divina en un mundo material. Dos conceptos que se suelen pensar por separado, como incompatibles; pero que aquí, al parecer, se fusionan.

Mañana (28 de febrero) Auroville celebra su aniversario número 50 y febrero entero ha sido un mes de festejo y celebraciones. Incluso el primer ministro de India, Narendra Modi visitó la ciudad esta semana para homenajear este territorio que aún continúa su fase experimental, pero que cada día se consolida más.

En El Definido conversamos con Valentina Sepúlveda (27), directora audiovisual de la UC y Juan Andrés Papagno (34), psicólogo de la UC. Ellos forman la primera pareja chilena que está actualmente viviendo en Auroville. Llevan un mes como voluntarios de larga data, un mes anterior como visitantes y luego de cinco meses ya podrían pasar a ser ciudadanos permanentes: aurovilianos.

Juan Andrés y Valentina

¿Cómo ha sido su experiencia? ¿Qué los motivó a dejar sus trabajos y partir con lo puesto a la India? ¿Qué es lo que más rescatan de esta utópica ciudad y de la vida en comunidad? Aquí se los contamos.

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Buscando su lugar en el mundo

Valentina y Juan Andrés nos cuentan que desde que se fueron a vivir juntos, siempre quisieron buscar formas alternativas de vida, ya que sienten que la dirección a la que apuntan los gobiernos actuales es una visión de mucha competencia, materialismo, consumismo, sin respeto por la naturaleza, mucho individualismo, entre otras cosas.

Vivían en Providencia siguiendo un estilo de vida lo más sustentable posible: reciclando la basura en 9 contenedores, comprando verduras en la feria, haciendo consumo consciente en lo más posible, etc. Pero no les era suficiente. Querían algo más grande y definitivo.

Entonces, con la idea de encontrar un lugar para vivir y de poder aportar en un sistema de vida más sano, sencillo y amable, donde se pudiese vivir en armonía entre seres humanos y con la naturaleza; comenzaron a estudiar y a buscar lugares de vida en comunidad que se acomodaran a sus intereses. Renunciaron a sus trabajos, viajaron a Japón, al sudeste Asiático y luego en India Valentina quiso hacer un curso de yoga y se motivó con uno que ofrecían en Auroville.

Esto fue en junio del 2017 y se enamoraron de la ciudad desde el primer momento. Estuvieron un mes viviendo ahí de prueba y todo les hizo sentido. Además, encontraron un lado espiritual que no tenían contemplado y que vino a completar la ecuación que estaban buscando.

"Al entrar sentimos que se nos dieron todas las sincronías necesarias. La energía era muy distinta y el lugar, literalmente, nos llamaba a quedarnos. Conectamos muy rápido con la gente y en el mes que estuvimos en esta experiencia introductoria, decidimos volver este año a ser voluntariados de larga data", cuenta Valentina.

Pero querían asegurarse de que era efectivamente el lugar perfecto. Entonces, decidieron probar con otros lugares similares de la red global de comunidades Global Ecovillage Network. Vivieron un mes como voluntarios en una comunidad de Portugal y luego otro mes en una comunidad de Suiza. Pero no era lo que buscaban.

"Los consideramos lugares mucho más de retiro, para procesos temporales, más que una ciudad o lugar donde pudiéramos o armar familia o desarrollarnos nosotros por completo, que es lo que sí vimos acá en Auroville, porque se tiene esa visión de desarrollar al ser humano en todas sus potencialidades. Tanto en lo espiritual, como en lo personal, artístico, profesional, creativo, en un ambiente de justicia social y de una equidad muy importante ", agrega Juan Andrés.

Ya decididos, volvieron a Santiago, postularon nuevamente a Auroville, esta vez para quedarse como voluntarios de larga data y fueron aceptados. Partieron en enero de este año y ya llevan un mes viviendo allá.

Valentina trabaja para la plataforma Outreachmedia, generando contenido audiovisual para la comunidad para difundir los programas y eventos y para hacer la conexión con la prensa internacional.

Juan Andrés trabaja como coach en una unidad de arquitectura sustentable, donde estudiantes de arquitectura y arquitectos voluntarios de muchas partes de India van a vivir en comunidad para diseñar casas para un proyecto de 108 casas dentro de Auroville, donde se trabaja con materiales sustentables.

El proceso de "admisión" a Auroville

Nos explican que hay cuatro maneras de entrar a la ciudad.

1. Puedes ser un guest: una persona de paso o turista. Esto no tiene requisitos ni compromisos. No hay barreras físicas que controlen la entrada ni la salida; y hay bastantes facilidades para hospedajes a través de Airbnb, por ejemplo.

2. Puedes ser voluntario de larga data (como ellos): si quieres generar un compromiso mayor para poder postular a la ciudadanía y a los beneficios que esto conlleva, hay que hacer voluntariados de mínimo cinco meses en las distintas unidades de trabajo de la ciudad.

3. Puedes ser ciudadano de prueba: tienes que postular para el proceso de ciudadanía, donde te entrevistan a ti y a la comunidad con la que te vinculaste anteriormente para ver si te aprueban como vecino. Tienes que manejar el inglés y poner tu conocimiento y disposición a Auroville y, por sobre todo: demostrar tu compromiso e interés principal en la filosofía de Sri Aurovindo y el experimento fundado por La Madre que se basa en esta carta.

Y una vez que cumples todo esto, pasas al estado de "newcomer" y luego de cinco meses de prueba y trabajo voluntario, si no tienes conflictos con nadie, puedes optar a la ciudadanía definitiva.

4. Puedes ser Auroviliano: al aceptar la ciudadanía, cuentas con beneficios como educación para los hijos, seis comidas diarias, un hogar transitorio, trabajo, etc.

Valentina nos cuenta que además, Auroville cuenta con conexiones internacionales o embajadas en el resto del mundo (Auroville International) y se quiere levantar una fundación similar a Auroville (AVI) en Chile, pero para esto falta mucho aún. Ya existe AVI Canada, AVI USA y AVI Argentina.

Conviviendo en la riqueza de la diversidad y la sustentabilidad

Valentina y Juan Andrés nos cuentan que son los únicos chilenos, pero que hay más latinos de Argentina, Colombia, Brasil, Ecuador, México. En total son más de 2.700 personas de 52 nacionalidades distintas, pero la mayoría son indios.

La riqueza cultural que se vive a diario en Auroville es deslumbrante según nos cuentan, ya que todos los días conviven culturas distintas. Hay pabellones para cada nacionalidad (pabellón francés, tibetano, africano, etc.) abiertos a todo el público, donde se puede disfrutar de la música, arte, comida, bailes y distintas actividades culturales.

Además, la gente suele comer afuera, en restoranes o en las ferias y hace mucho uso de los espacios comunitarios, por lo que el contacto y el intercambio cultural es constante. Todos se tratan por el nombre, porque aquí los apellidos no importan.

Juan Andrés nos cuenta que existen actividades culturales y artísticas todos los días. "Hay círculos de tambores en el pabellón africano, hay recitales de campanas rusas, recitales de Bach con piano, viola y violín en el alemán; hacen iniciativas de acroyoga, hay cine todos los días y así un sinfín de actividades que tú puedes ofrecer también estando allá", cuenta.

Valentina agrega que hay festivales de cine, conversatorios, meditaciones colectivas, y que todas las semanas se publican las actividades en el News and Notes, y así la gente puede escoger los panoramas y armarse un calendario para asistir.

Con respecto a las normas de convivencia, nos cuentan que éstas no existen como tal, no hay reglamentos a seguir, pero que el orden se da por sí solo. Por ejemplo, en Auroville no existe la droga ni el tabaco, ni el alcohol; y tampoco los desmanes públicos. Esto se debería, según ellos, a que la gente tiene conciencia de sentido comunitario, simplemente. Y porque se da la coincidencia de que todos son bastante naturistas, cuidan su salud física y porque si se cometen desmanes o delincuencia, por ejemplo, es la propia comunidad la que te va a echar del lugar. Entonces, esto no ocurre.

Y sobre la espiritualidad, nos cuentan que ésta es transversal en Auroville, ya que se cultiva de manera privada y personal o en ambientes públicos y que también une mucho a los vecinos, especialmente el Matrimandir y la plaza de la unidad que la rodea. Que no tiene nada que ver a la religiosidad, sino con un estado espiritual de armonía y búsqueda de paz que todos buscan, a través del yoga, por ejemplo.

En cuanto a lo sustentable, por ejemplo, la energía que genera Auroville alimenta al 170% de la población, porque incluso le da energía al resto de Tamil Nabu y es todo proveniente de paneles solares y hélices eólicas. Por otro lado, la ciudad se construyó en una zona desierta y hoy el entorno tiene más de 2 millones de árboles, plantas y arbustos, en crecimiento constante gracias a viveros y semilleros locales. Tampoco existen los autos ni las carreteras. Todos se trasladan en bicicleta o transportes de dos ruedas. 

Para fomentar la diversidad, la inclusión y el respeto a las distintas culturas, a los niños les enseñan los tres idiomas más hablados: inglés, francés y Tamil; y todas las actividades de la ciudad se informan también en estos idiomas.

Aquí pueden leer más sobre su sistema educativo, salud, agricultura, reciclaje, entre otros temas.

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Servicio comunitario y propiedades colectivas

Respecto a la economía del lugar, Valentina nos cuenta que en vez de existir competencia, lo que se busca es colaboración y que en vez de depender tanto y de enfocar la vida en generar dinero, aquí la idea es que las necesidades básicas estén cubiertas para los aurovileanos y que las personas puedan dedicarse a lo que les guste, al servicio de la comunidad, sin necesidad de sueldo. Sólo reciben una especie de mesada para cubrir lo básico.

La mayoría de las personas se "emplea" en unidades de trabajo que ya están formadas, como las huertas comunitarias, construcción, cerámica, textiles, atención de edificios públicos, embellecimiento de la ciudad, expansión de energía renovable, trabajos de ingeniería, etc.; pero también cada uno puede generar una nueva unidad en algo que le interese, con la condición de tributar un 33% de las ganancias que reciben de turistas o del extranjero a Auroville.

Como en Auroville se busca que no exista circulación de dinero, porque es una fundación sin fines de lucro, el sistema de transacción es mediante la Aurocard, una tarjeta con la que los turistas pueden pagar y que luego ese dinero es reinvertido por completo en la ciudad y en su gente.

Juan Andrés nos cuenta que la vida en Auroville es muy activa, se trabaja poco (5 horas diarias), con horarios muy flexibles y el trabajo se hace en base a objetivos, no por cumplir horarios; y lo más importante es que todos están personalmente vinculados con lo que hacen. "Nadie trabaja en algo que no ame hacer, que no le guste, que no le apasione".

Para quienes no tienen profesión o especialidad alguna, existe el Auroville Institute of Applied Technology (AIAT) que ofrece formación a vecinos sin recursos como medida contra la pobreza y la desigualdad socio-económica de la región.

Además, existe un restorán que se llama The Solar Kitchen que es una especie de buffet gigante de comida vegetariana que funciona sólo con energía solar. Hay una Free Store para ir a buscar ropa, donde no se intercambia dinero. Es decir, si te falta una polera o algo, vas y lo tomas, y si te sobra, vas y lo donas. También hay un supermercado donde las personas tienen cuenta y puedes pagar lo que estimen conveniente y llevar lo que necesiten.

Para acceder a una vivienda debes postular o quedarte cuidando la casa de alguien que ha viajado. Por eso son transitorias. Pero también te puedes construir una vivienda que quede en manos de la ciudad, ya que no existe el concepto de propiedad privada, todo (o la gran mayoría) es comunitario en Auroville.

"Lo que se busca es hacer consciente las decisiones del día a día y hacer consciente tu vida no solo en términos materiales, sino en lo que estás contribuyendo hacia la comunidad y hacia ti mismo", cuenta Valentina.

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Suena idílico, pero nada es perfecto

En cuanto a lo que cambiarían de Auroville, los dos son enfáticos en señalar que obviamente no es la ciudad perfecta ni mucho menos, pero que además sólo lleva 50 años de vida y que para el poco tiempo sí es muchísimo lo que se ha logrado y avanzado.

"Creo, por ejemplo, que la parte económica no está resuelta, porque están intentando generar la independencia del sistema monetario, pero en esta etapa primera esto no permite conseguir financiamiento para invertir en lo que sí es necesario", señala Valentina; agregando que además hay muchos cortes eléctricos porque el cableado es de Tamil Nadu que depende del gobierno de India; y "esa dependencia ralentiza mucho las cosas".

Juan Andrés, por su parte, nos cuenta que "por más que se intenta desarrollar esta unidad y armonía, como la filosofía de base tiene mucho desarrollo espiritual individual, a veces pasa que se dan muchas instancias de individualismo o de personas que llegaron a ciclos vitales más avanzados y quieren tener vidas menos cambiantes y eso los aleja un poco de los esfuerzos colectivos"; y que esto se traduce en que haya poca proactividad para generar cambios más técnicos y eficientes.

Todo en Auroville se decide a través de consensos, porque no existe el poder, entonces cuesta mucho que las decisiones se concreten por falta de organización en las asambleas y porque generalmente los temas se quedan en el lado filosófico y no en el práctico. 

Valentina, además agrega que "a pesar de los esfuerzos, se sigue dependiendo del dinero y probablemente se dependerá hasta que Auroville se convierta 100% en autosustentable. La Aurocard es un intento para que el dinero no sea tan evidente y además así puedes distinguir qué unidades son parte de Auroville y cuales son falsas. Lamentablemente eso pasa mucho: se ha llenado de especuladores y gente que usa el nombre de Auroville para sus tiendas en los pueblos de al rededor. Eso igual es parte importante de los problemas, los negocios, hoteles y restoranes de alrededor que lucran bajo el nombre de Auroville". 

En todo caso ambos están contentos y con muchas ganas de continuar aprendiendo y adaptándose a este lugar. Están involucrándose en procesos administrativos y de mayor toma de decisiones y están disfrutando y viendo la posibilidad de postular para el proceso de newcomers y para sacar la ciudadanía de aurovilianos.

"La experiencia que se vive acá es algo que trasciende mucho más a lo que se puede describir. Auroville en sí no se puede entender con palabras en su totalidad, es algo que se tiene que vivir y que tiene que ver con las bases filosóficas que tiene este lugar", cuenta Juan Andrés.

"Si Auroville te quiere acá, te va a abrir las puertas y te va a recibir. Y si no te quiere, se te va a dar todo más difícil y se te van a cerrar puertas. Nosotros estamos viviendo tantas sincronías con cosas a veces inexplicables que sabemos que estamos en el lugar indicado. Nuestras energías están conectadas con la energía de este lugar", finaliza Valentina.

La ciudad está pensada para albergar a 50.000 habitantes, por lo que aún queda muchísimo espacio y oportunidades para las personas que quieran ser parte de este proyecto único en el mundo.

¿Qué opinas de esta ciudad? ¿Crees que es un proyecto realizable en otros lugares del mundo?

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