*Esta nota fue publicada originalmente en febrero de 2018.
Por desinterés, porque el trámite es tedioso, porque la vacuna es cara, porque no alcanzaron, porque no hay dosis o porque se está en contra de las vacunas. Uno de los chilenos que murió este verano por la fiebre amarilla, era de estos últimos, de los "antivacuna", según su hermana.
Más allá del caso puntual de esta enfermedad, la OMS ha señalado que 1 de cada 10 niños en el mundo no está vacunado y vive desprotegido frente a enfermedades mortales. Además, acaba de confirmar un alza del 400% en casos de sarampión en Europa, como consecuencia de la falta de inmunización.
Las razones para la no vacunación pueden ser varias, como mencionamos antes, pero una que podría ser evitable es el "movimiento antivacuna" que crece día a día en Chile y en el mundo, y que está integrado por personas que deciden no vacunar a sus hijos o a ellos mismos. Por asuntos ideológicos (estilo de vida naturista, por ejemplo) o por supuesto miedo a que causen enfermedades como el autismo, efectos adversos o daños en la salud.
En Chile, quien no vacuna a sus hijos puede ser detenido o afrontar consecuencias legales, ya que las vacunas ministeriales son obligatorias y están dentro del Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI). Este se encarga del control, eliminación y erradicación de enfermedades prevenibles por vacunas, contemplando todas aquellas que deben administrarse desde los recién nacidos hasta los adultos mayores.
¿Qué enfermedades previene el PNI?Tuberculosis, Hepatits B, Difteria, Tétanos, Tos convulsiva, Poliomielitis, Sarampión, Rubeola, Paperas, Influenza, Rabia, Virus Papiloma Humano (vacuna recientemente integrada al programa) y enfermedades por Neumococo, Meningococo y Haemophilus influenzae b.
Entre sus logros más destacados se encuentran la erradicación de la Viruela (1950), de la Poliomielitis (1975) y eliminación del Sarampión (1992). Es por esto que el gobierno considera que el no vacunar a los niños pone en riesgo no solo su salud y vidas, sino las de toda la población. ¿Por qué?
Porque a nivel mundial la inmunización evita más de 6 millones de muertes al año; y porque sin las vacunas, las personas quedan indefensas ante virus y enfermedades y pueden traer de vuelta brotes de enfermedades graves que estaban controladas.
Además, porque las vacunas no sólo protegen a los inmunizados, sino que también protegen a personas no vacunadas en la comunidad, a través de la “protección de grupo o rebaño”. ¿Qué significa esto? Que las personas vacunadas hacen un efecto barrera que evita que se enfermen aquellos que no se pueden vacunar por motivos de salud.
"La introducción de la vacuna contra la polio, por ejemplo, eliminó casi por completo esta enfermedad. La incidencia de todas las enfermedades para las cuales el hombre ha desarrollado una vacuna ha caído drásticamente y muchas de ellas están erradicadas. Un caso impresionante es el de la viruela, que fue erradicada completamente de nuestro planeta a punta de vacunas. Enfermedades como la tos convulsiva o la difteria, que pueden ser fatales en menores, casi no existen hoy gracias a las vacunas", señaló hace varios años, Gabriel León, director del Centro de Comunicación de la Ciencia de la U. Andrés Bello.
Junto al nacimiento del movimiento antivacunas en los 90s, varias enfermedades que ya estaban erradicadas o que estaban controladas con vacunas, empezaron a renacer en países desarrollados o a convertirse en epidemias.
En Europa existe una epidemia de sarampión, afectando a más de 400 mil personas. En Estados Unidos y Brasil, el año pasado se presentó una epidemia de papera, con miles de personas enfermas. El 2014 se produjo una epidemia de tos ferina a nivel mundial y el 2017 Bangladesh sufrió una epidemia de difteria.
Según la plataforma norteamericana "El trabajo de las vacunas", creada por el Consejo de Relaciones Exteriores; solo en 2017 las enfermedades que se podían controlar con vacunas afectaron a 37.985 personas en África, 21.233 en Europa, luego Norteamérica con 6.503 casos y 4.012 personas afectadas en Sudamérica.
Un mapa interactivo de esta web muestra los nuevos brotes de enfermedades que habían sido erradicadas/controladas gracias a las vacunas. Si lo tomamos y comparamos el año 2008 con el 2017 nos encontramos con brotes significativos de:
- Paperas: el mayor peligro que produce: la esterilidad.
- Sarampión: se muestra con fiebre alta y erupción cutánea, erradicada en Europa desde hacía 20 años, vuelve al facilitar el contagio entre niños no vacunados.
- Poliomelitis: su vacuna previene de manera efectiva el desarrollo de la enfermedad en un 90% de los casos. No existe ninguna cura para el virus una vez contagiado, sus consecuencias son fatales para los más pequeños, provocando entre otras secuelas: parálisis muscular, discapacidad o deformidad permanentes.
- Tos Ferina: resurgió en EEUU porque hay poblaciones infantiles que no fueron revacunadas por ideas “no vacuna”.
¿Podemos culpar 100% a los antivacunas? Si somos serios no, sobre todo cuando se trata de lugares donde el acceso a la vacunación no es fácil, pues ahí entran otros factores. Pero en países desarrollados donde el acceso a las vacunas es sencillo se hace más patente el riesgo que significa la expansión de este movimiento antivacunas: no sólo afectan la salud de sus propios hijos, sino la de toda la población.
Varios países del mundo como Estados Unidos y Canadá están intentando volver a la obligatoriedad de las vacunas y Francia triplicará sus vacunas obligatorias, debido al aumento de brotes de enfermedades "extintas". Pero, así y todo, siguen aumentando los adherentes al movimiento antivacunas, quienes, por lo general, siguen uno o más de estos mitos infundados que comparte y desmiente Science Alert.
1. Las vacunas pueden causar autismo
FALSO. En la década de 1990 se publicó un documento que encontró un vínculo entre el autismo y la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR). Pero posteriormente se demostró que era fraudulento a través de múltiples estudios exhaustivos y a largo plazo.
Como si fuera poco, 10 de los 13 autores del artículo original han refutado y retirado sus declaraciones originales.
2. Las vacunas contienen químicos peligrosos
FALSO. Muchas vacunas contienen sustancias químicas como mercurio, aluminio y formaldehído, pero las dosis son tan pequeñas que las sustancias no se consideran tóxicas.
Por ejemplo, las vacunas contienen pequeñas cantidades de aluminio para que los tiros sean más efectivos. La dosis de aluminio asciende a aproximadamente 0,125 mg por dosis, mucho menos que el promedio de 30 a 50 mg que un humano consume a diario a través de alimentos. Y a pesar de que el mercurio utilizado en las vacunas también es insignificante, se eliminó de casi todas las infantiles en 2001.
3. El sistema inmune de un niño necesita desarrollarse naturalmente
FALSO. Las vacunas fortalecen su sistema inmunológico, no lo debilitan. Aportan con una forma debilitada de virus en el cuerpo para que su sistema pueda aprender a identificar y defenderse contra futuras infecciones por sí mismo.
Para jóvenes y adultos, aumentar su sistema inmune con una vacuna es particularmente importante. Por ejemplo, los niños deben recibir vacunas para infecciones peligrosas a una edad temprana, porque es cuando sus sistemas inmunes son más susceptibles.
4. Las enfermedades que buscan atacar con las vacunas ni siquiera son peligrosas
FALSO. Las vacunas han sido tan eficaces que han evitado la muerte de millones de personas y además han evitado consecuencias como discapacidades físicas permanentes.
Tal como les contábamos, en los ’60 la viruela fue responsable de millones de muertes, pero dos décadas después fue erradicada por completo gracias a una agresiva campaña de vacunación.
5. Las personas deben poder elegir si vacunarse o no, porque solo les afecta a ellos
FALSO. Las vacunas no solo protegen a quien se vacuna, sino que también ayudan a otras personas a mantenerse sanas a su alrededor, especialmente las personas mayores, los jóvenes y las personas que no pueden vacunarse, como los que tienen tratamientos de quimioterapia o mujeres embarazadas.
Esto se llama inmunidad colectiva, y afecta la salud de todos, no solo a quien no se vacuna.