Cinco años después del ingreso de Croacia, la Unión Europea (UE) se está preparando para el 2025, posiblemente, abrirle las puertas del selecto club a los países balcánicos de Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo, Montenegro, Albania y Macedonia.
Todo un premio y un salto cualitativo en una zona de Europa que hace solo dos décadas estuvo inmersa en las Guerras Yugoslavas de los años 90's, una serie de conflictos que dejaron más de 150 mil muertos y millones de desplazados, y en donde las tensiones fronterizas, las divisiones étnicas y los conflictos políticos aún persisten.
Con esta aspiración de ingreso se espera potenciar los avances que estos países han tenido en torno a su nivel democrático, su respeto a los derechos humanos y el progreso económico. Al mismo tiempo que se espera poder superar la herencia de su pasado sangriento y cerrar viejas heridas.
A continuación, te presentaremos un resumen de los progresos de Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo y Montenegro, los países que estuvieron directamente involucrados en aquellos conflictos y sus desafíos pendientes para poder ingresar a la UE.
La política de la UE respecto a los Balcanes Occidentales se sitúa en el marco del Proceso de Estabilización y Asociación (PEA) iniciado el año 2000, el cual trata de estabilizar la región y establecer una zona de libre comercio con el objetivo de que estos en el futuro se conviertan en miembros de la UE.
Dato: de los seis países miembros de la denominada región de los Balcanes occidentales: Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia, Bosnia y Kosovo, solo los cuatro primeros son candidatos firmes a la UE y los dos primeros ya están negociando su ingreso, en un proceso sin calendario definido.
Para el joven país de Bosnia-Herzegovina, la guerra que vivió entre abril de 1992 y junio de 1995 fue un hecho traumático que aún deja secuelas. Durante los 43 meses de guerra se perpetró un auténtico genocidio contra los musulmanes del país. Hoy en día, por fortuna, la mayoría de los responsables se encuentran tras las rejas.
El país además, ha logrado mantener la paz y la estabilidad alcanzada tras los Acuerdos de Dayton, EE.UU., en donde se acordó que el país se separaría en dos partes: la República Srpska (te desafío a que la pronuncies correctamente) de mayoría serbo-bosnia y la Federación de Bosnia y Herzegovina, de población bosnio-musulmán y bosnio-croata, en donde cada una de esas entidades tiene su propio cuerpo legislativo, sus propios tribunales y elige su propio primer ministro.
Bosnia-Herzegovina ha sido reconocida por su implementación de la Agenda de Reformas de la UE, pero aún le queda trabajo: reducir el gasto de administración de su complejo sistema político (que se encuentra en el 40% del PIB), atraer inversiones, generar empleo (la tasa oficial de desempleo ronda el 40%), reducir la pobreza, fortalecer la seguridad y reducir la corrupción.
Al mismo tiempo que aún no se han terminado del todo las asperezas étnicas que la dividen, careciendo el país de un consenso político sobre las reformas necesarias para su correcto funcionamiento y su integración a Europa.
Mientras los líderes serbobosnios insisten en mantener o fortalecer la amplia autonomía de su entidad y los croatas buscan con frecuencia una tercera autonomía para ellos, los musulmanes, en cambio, abogan por una mayor centralización del gobierno.
Cuando Kosovo proclamó su independencia, los nacionalistas radicales serbios se lanzaron en masa a las calles de Belgrado, capital de Serbia, a romper e incendiar lo que consideraban un símbolo de la injerencia extranjera: la embajada de EE. UU. En cambio, hoy en día, los serbios parecen dispuestos a aceptar las fronteras establecidas tras el conflicto, las responsabilidades de sus autoridades en los crímenes cometidos durante éstas y la perspectiva de una Serbia más pequeña, abandonando el sueño de una gran serbia, siendo menos beligerante con sus vecinos.
Cambio de perspectiva que el actual presidente, Aleksander Vucic, ha intentado simbolizar nombrando primer ministro a Ana Brnavic, europeísta y primera líder abiertamente gay en un país de la Europa oriental.
Además, el país ha experimentado importantes avances en su desarrollo económico; reduciendo su deuda pública; aumentado los salarios en el sector público y las pensione; eliminando las barreras a la inversión y la entrada al capital foráneo; y desarrollado una política activa de atracción de empresas extranjeras a través de incentivos fiscales y de apoyo a la creación de empleos.
En este mismo sentido, Serbia está dando pasos importantes hacia la modernización mediante la construcción de nueva infraestructura y la renovación de su existente, tales como: nuevas carreteras, corredores de ferrocarril y la ampliación del aeropuerto de Belgrado.
Sin embargo, pese a los avances, aún es necesario que el país realice importantes mejoras en desarrollo económico, reformas políticas e integración europea. El desempleo juvenil aún se encuentra alto, apenas hay medios críticos con el gobierno y la corrupción se mantiene alta, siendo necesario despolitizar la administración pública y mejorar la transparencia de sus organismos gubernamentales.
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En rojo en el mapa, los países balcánicos que aspiran a ser miembros de la UE. |
Originadas por la represión militar serbia contra los separatistas albanokosovares, las luchas en Kosovo se saldaron con unos 10 mil muertos, un millón de desplazados y violaciones masivas de los DD.HH. Solo los intensos bombardeos de la OTAN acabaron con el sangriento conflicto.
Tras 9 años del cese de esta guerra, en medio de un ambiente donde reinaba la emoción, los aplausos y gritos de júbilo, los diputados kosovares votaron a favor de la secesión de Serbia en 2008. Independencia que contó con el beneplácito de EE.UU., la UE y que de a poco fue reconocido por los diferentes miembros de la comunidad internacional y organismos internacionales.
Poco a poco este pequeño nuevo país de 1,8 millones de personas ha empezado a constituirse como nación independiente, consiguiendo elementos fundamentales de cualquier país como una constitución, elecciones libres y su propio código telefónico. Al mismo tiempo que logra mantener un crecimiento económico de un 4%, superior al de su entorno y un nivel de déficit, deuda e inflación bajo control.
Sin embargo, el joven país ha estado atrapado durante sus casi 10 años de historia en una corrupción sistemática y un desempleo que ronda entre el 30% (general) y un 50% (jóvenes), lo que ha llevado a que se encuentre en una creciente parálisis de la que aún le está costando salir.
Pese a que las Guerras Yugoslavas no se lucharon en territorio de Montenegro, algunos paramilitares montenegrinos participaron en el conflicto de lado del Ejército yugoslavo, dominado por los serbios.
Sin embargo, gradualmente comenzaron a tomar un rumbo propio y en mayo de 2006, votaron por su independencia formando el moderno Estado de Montenegro.
Pese a lo joven y pequeño del país (tiene una población de unas 600 mil personas), éste ha podido levantar instituciones políticas sólidas, al mismo tiempo que ha generado un ambiente político en donde es posible formar acuerdos entre el gobierno y la oposición, llevando adelante elecciones libres, periódicas y transparentes. Este además, ha impulsado importantes reformas en su administración pública, simplificando sus procedimientos.
Montenegro incluso se volvió un actor internacional, cuando el año pasado se convirtió en miembro de la OTAN, misma fecha en la que pasó a ser candidato a la UE.
¿Sus desafíos pendientes? Realizar muchas mejoras en la economía montenegrina, la cual está, aún, muy relacionada con la de Serbia,con un sistema productivo obsoleto y con una agricultura que apenas produce para el mercado local. Hablamos de un país donde actualmente, gran parte de la población está bajo la línea de la pobreza y donde, debido a su debilidad económica, el Euro es la moneda de uso.
Luego de la guerra, todos los países de los Balcanes han progresado, pero aún tienen importantes desafíos en materias económicas, políticas y sociales, en donde sus gobiernos y aparatos estatales exhiben “vínculos con el crimen organizado y corrupción en todos los niveles de gobierno”. Existiendo una sensación de “impunidad e inequidad”, junto a una “amplia interferencia política y control de los medios de comunicación”.
Pero la decisión de hacerse parte de la UE de alguna manera los obliga a seguir mejorando su situación y al 2025 van a ser observados para ver si pueden hacerse parte de este club. Así que en los siguientes 7 años deben cumplir con los requisitos de adhesión a la UE, donde deben respetar los valores democráticos del bloque, su compromiso con los DD.HH y la economía de mercado, comprometiéndose a defenderlos.
Y aunque tal vez se demoren más en cumplir los (para ellos) exigentes estándares de la organización europea, su ejemplo de pasar de ser países en guerra a unos en la senda del progreso político, económico y social es digno de admiración.
Alrededor de los Balcanes en 20 días (en inglés). Vice.