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Imagen: César Mejías

Así es como la fundación de J.K. Rowling quiere terminar con los hogares de niños de todo el mundo

La fundación inglesa Lumos, creada por la autora de Harry Potter, busca terminar con la institucionalización de los menores, un desafío enorme, pero que según algunos es posible, ¿cómo? Aquí te contamos.

Por María Victoria Coutts | 2017-09-20 | 07:00
Tags | hogares, institucionalización, J.K. Rowling, Sename, familia, niños, crianza
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Antes de descubrir que era hijo de magos, millonario y prácticamente convertirse en el héroe de Hogwarts, Harry Potter tuvo una triste infancia junto a sus tíos, en un ambiente carente de cariño y protección. Su historia es sólo un ejemplo minúsculo y fantasioso de cómo puede sufrir un niño que no recibe el cuidado que le corresponde.

Y saliendo de la ficción, peor aún es cuando esa dura experiencia se vive en una institución que no suple ese vacío, junto a decenas de niños aislados de sus familias. Es por eso que la autora de esta mágica historia, J.K. Rowling fundó una organización inglesa que busca que acabar con los hogares y orfanatos de niños, para que estos puedan volver a vivir con sus familias, brindándoles el apoyo que necesitan. Su nombre es Lumos.

¿Cómo lo hacen y qué han logrado? Su ejemplo es inspirador para todo el mundo y, especialmente, para Chile que está en deuda con los niños.

El problema de la institucionalización

En los últimos años distintas organizaciones están luchando por el fin de los orfanatos u hogares de niños de todo el mundo. Dicen que la institucionalización de los menores no es una buena solución y que hay otras formas de hacerse cargo.

Velar por los derechos de los niños es un gran tema, sobre todo cuando hablamos de niños y adolescentes vulnerados, sin embargo, la institucionalización, en la mayoría de los casos (hay hogares que realizan una gran labor), no ha podido cumplir su misión de protección.

En Chile ha sido el gran tema del último año y medio, desde el caso de Lissette, la niña de 11 años que murió en un hogar del Sename. El hecho hizo que el tema tomara fuerza y que comenzáramos a cuestionar el actual sistema. Pero esto no ocurre solo en nuestro país, son varios los países y organizaciones que se cuestionan cuál es la mejor opción para los niños.

Las cifras que revelan en Lumos son las siguientes: en el mundo hay 8 millones de niños viven en instituciones y de ellos, más del 80% en realidad no son huérfanos. Tienen familiares, pero están separados de ellos por distintas razones, aunque principalmente porque son pobres, tienen alguna discapacidad o pertenecen a una minoría étnica.

La institucionalización puede hacer que los niños sufran un daño físico y emocional durante toda la vida. A veces hay tantos niños viviendo en el mismo lugar, que no pueden recibir el cuidado y amor que cada uno necesita.

“El recurso de la institucionalización de los niños representa un obstáculo a su desarrollo y a su integración social, principalmente por las frecuentes dificultades en recibir un trato personalizado y la ruptura de sus vínculos con los espacios normales para su desarrollo, su familia y su comunidad”, asegura un informe de Unicef.

Los efectos negativos son aún más notorios en los menores de tres años. Un estudio de la Sociedad para la Investigación en el Desarrollo del Niño (SRCD), sostiene que la exposición temprana de un niño de uno o dos años a una institución de baja calidad está relacionada con tasas más altas de lo esperado de una variedad de deficiencias neurológicas, físicas, cognitivas y conductuales a largo plazo, incluso si los niños son criados posteriormente en familias favorecidas.

Georgette Mulheir, la CEO de Lumos, describe en esta charla TED, las condiciones en que viven los niños y explica por qué es necesario pensar en otras alternativas.

“Este es un problema serio, en una escala masiva, pero hay una solución”, dicen en Lumos.

¿Qué proponen?

En la organización de J.K. Rowling están convencidos de que la alternativa a la institucionalización es proporcionar servicios de calidad basados en la familia y la comunidad, y para eso es necesario canalizar los fondos lejos de los hogares de niños. 

Ellos dicen que hay que prevenir separar a un niño de su familia, reforzando los servicios comunitarios como escuelas, servicios de salud, financieros y legales, servicios para padres y niños con discapacidad, orientación de los padres, protección de la infancia y la protección social, entre muchos otros. Al hacer esto, los niños podrían crecer en un buen ambiente, en una familia donde se verdaderamente se tomen en cuenta sus necesidades.

Además, hay evidencia (al menos en Europa) de que es mucho más barato apoyar a una familia con servicios sociales que mantener a un niño en una institución. Pero,¿cómo lograr que los niños institucionalizados vuelvan a vivir con su familia?, ¿qué pasa con ellos si se cierran los hogares?

El proceso de desinstitucionalización es complejo y largo, pero se realiza en un trabajo conjunto con las autoridades locales y nacionales, aseguran en Lumos.

¿Y cómo lo hacen?

Antes de cerrar una institución, en Lumos evalúan a cada uno de los niños para conocer cuáles son sus necesidades. Luego se decide cuál es el mejor lugar para cada uno y qué tipo de apoyo necesita.

Si lo mejor es que vuelva a vivir con su familia, se contactan con ellos y un trabajador social comienza a trabajar para identificar qué apoyo necesitan y así desarrollar un plan en conjunto para preparar a al niño y a la familia para el regreso.

Si no hay posibilidad de que el niño regrese a su casa, se considera una familia de acogida o un cuidador adoptivo capacitado para cuidar a los niños en su propia casa.

Y solo para un porcentaje menor de niños más grandes o que tienen necesidades complejas, es recomendable un hogar residencial, pero con tres condiciones fundamentales: estos deben ser pequeños, proporcionar un ambiente familiar y estar ubicados en la comunidad.

Según el último informe publicado en el sitio web de Lumos, desde 2009, han logrado que más de 20.000 niños y jóvenes de distintos países europeos como República Checa, Bulgaria y Moldavia, hayan podido dejar las instituciones y orfanatos para reunirse con sus familias o vivir en entornos familiares donde pueden desarrollar su potencial.

Lumos ha trabajado con más de 25 países ofreciendo apoyo y asesoramiento, y desde hace algunos año, también está trabajando en Haití y Estados Unidos.

Una meta para todos los países
La Convención de los Derechos del Niño (ratificada por Chile en 1990) y las Directrices de Naciones Unidas sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños indican que la institucionalización debe ser siempre el último recurso, una medida temporal y siempre por el menor tiempo posible.

¿Crees que es posible lograrlo en Chile? 

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